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INTRODUCCIóN
La presentación, al Consejo Académico, del Informe de Actividades realizadas por la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana durante el año 2003, ha sido tradicionalmente una ocasión para que los representantes de la comunidad tengan una visión de conjunto sobre los principales aspectos de nuestra vida institucional y, también, de manera preponderante, para efectuar una reflexión sobre el pasado inmediato y sobre las tareas que aún quedan por emprender.
Este ejercicio, natural en una institución de educación superior integrada por una comunidad con alta capacidad de análisis y a la que le son propios los espacios de interacción institucionalizados, es particularmente relevante en una universidad pública.
Ambas características de la UAM, en un contexto nacional signado por un creciente interés de los ciudadanos en el quehacer del sector público y con herramientas y procedimientos legales para hacer valer su derecho a la información y por el obvio interés de los miembros de la comunidad por conocer sus realidades más inmediatas, adquieren su dimensión más plena en ocasiones como la que nos ocupa.
Por ello, la Rectoría de la Unidad se congratula de que más que una recepción formal de estos documentos, la presentación de los informes anuales propicien el intercambio de puntos de vista, motiven el debate de alternativas de solución a los problemas y establezcan un marco general bajo el cual adoptemos las decisiones más convenientes para la vida institucional.
Nuestra experiencia al respecto, demuestra que disponer de información y realizar análisis que motivan observaciones fundamentadas, son elementos que propician una mejor toma de decisiones. Así lo hemos hecho a lo largo de las tres décadas de existencia de nuestra Institución y es uno de los rasgos que, sin duda, le permitirán seguir teniendo una existencia útil y productiva. Muchos de los temas que en ocasiones similares se han analizado, fueron incorporados a la agenda de las instancias colectivas o unipersonales encargadas de su atención.
Como ya se ha dicho, esa actitud abierta a la retroalimentación es valiosa en la medida que fortalece a la Institución, pero además tiene un claro mensaje de responsabilidad institucional hacia la sociedad que hace posible su existencia. Los enormes retos que nuestra sociedad enfrenta hace que esta última espere y en muchas ocasiones demande con urgencia el aporte institucional para su atención.
Esto lo hemos hecho a lo largo de nuestra historia y, ahora, en ocasión del XXX Aniversario de la UAM, podemos asegurar que se ha multiplicado y diversificado el número y la calidad de iniciativas y alternativas que nuestra institución ofrece en los más diversos campos.
Por supuesto, para propiciar una discusión pertinente, es indispensable conocer los datos y las realidades institucionales más inmediatos, pero también es necesaria una referencia si bien general sobre el contexto en el cual vive y se desarrolla la Unidad Azcapotzalco.
Al respecto, debemos reconocer que la sociedad mexicana ha debido encarar las realidades derivadas del cambio del régimen político, la pervivencia de situaciones adversas en el plano económico, nuevos desafíos en los campo social y cultural y, desde luego, requerimientos de mayor calidad y pertinencia del sistema educativo.
Por su parte, la Ciudad de México y el Área Metropolitana que la rodea son reflejo intenso de la vida nacional, con retos acuciantes como la inseguridad, el desempleo, el deterioro ambiental y la demanda de oportunidades de desarrollo de una población diversa y plural, por mencionar solo algunos de ellos.
La Universidad Autónoma Metropolitana, por su vocación nacional y obvia responsabilidad hacia su entorno inmediato, no es ajena a esas realidades. Por el contrario, es afectada por muchas de esas tendencias: el establecimiento del equilibrio en las finanzas públicas como una prioridad macroeconómica, limita el marco de acción de los presupuestos educativos en todos los niveles, incluyendo el destinado a instituciones de educación superior; las oportunidades de crecimiento económico y, por ende, de la creación de puestos de trabajo susceptibles de ser ocupados por jóvenes egresados de las universidades, se ven seriamente limitadas; las nuevas realidades del mundo productivo, por otro lado, imponen normas más rigurosas, a instituciones de educación superior públicas y privadas, en el desempeño de las funciones sustantivas de formación de recursos humanos, docencia, investigación y difusión de la cultura. De más está decir que la propia sociedad demanda nuevas acciones y compromisos más serios con el desarrollo económico, social, político y cultural del país a las instituciones educativas públicas.
Precisamente, en situaciones adversas, pero con espacios para la innovación, la creatividad y el compromiso social, en las universidades encontramos áreas de oportunidad para reafirmar nuestra pertinencia. La UAM ha refrendado ese compromiso al reforzar las acciones en favor de una mayor calidad de sus tareas sustantivas. En ello radica la fortaleza y viabilidad de nuestro proyecto educativo y social, y nuestra institución ha dado sobradas muestras de esa determinación.
En el caso de la Unidad Azcapotzalco, ese compromiso se ha traducido en acciones muy claramente definidas y compartidas con todos los miembros de la comunidad. Nos hemos propuesto incrementar la calidad y pertinencia de nuestros programas docentes a niveles de licenciatura y posgrado; consolidar la relevancia de las tareas de investigación y difundir los resultados alcanzados, preservar la cultura y ponerla al alcance de la comunidad; también buscamos mejorar la calidad de los procesos administrativos, todo ello en un marco de diálogo institucional.
A lo largo del año 2003, se registró una intensa actividad en torno a una de las prioridades más altas de la vida institucional: la puesta en marcha de las acciones que todas las instancias se comprometieron a desarrollar en el marco de las Políticas Operativas de Docencia aprobadas por el Consejo Académico en marzo de 2003.
De esa manera, con las particularidades propias a cada División, nos dimos a la tarea de reforzar la reorganización académica de cara a una mayor participación de los profesoresinvestigadores en torno a ejes curriculares o líneas temáticas que aglutinan a las unidades de enseñanzaaprendizaje de nuestros planes y programas de estudio, así como la revisión de éstos últimos bajo modalidades diversas, entre las que destacan los comités de carrera o comisiones divisionales conformadas para tal fin.
A la par de acciones de promoción de la oferta institucional, reforzamos las tareas tendientes a estrechar la relación con los alumnos, mediante el impulso a programas de acción tutorial, el ofrecimiento de actividades curriculares complementarias y la formación de profesores, tanto en temas disciplinarios como de didáctica, por medio de exitosos programas de formación a niveles divisional y de la Unidad.
De igual manera, junto con la utilización de mejores sistemas de información académica, se enfatizó en las acciones de seguimiento puntual de los resultados de la docencia, lo cual ha permitido identificar aspectos cruciales que inciden en las tasas de reprobación y de eficiencia terminal. Con satisfacción podemos afirmar que nuestros profesores se han incorporado activamente a todas estas iniciativas, y ello comienza a reflejarse en un ambiente universitario donde el alumno verdaderamente se erige como el eje de nuestras actividades.
Si bien los resultados de muchas de estas tareas ya son evidentes como se ha atestiguado en las numerosas reuniones que se han sostenido para vigilar su buena marcha, los beneficios concretos en términos de mayores tasas de retención, mejores rendimientos académicos, mayores tasas de titulación y egreso, y tiempos más cortos para la terminación de estudios, podrán observarse con toda claridad conforme estos procesos se institucionalicen.
Sin embargo, puede afirmarse que, a la par de que algunos indicadores de docencia comienzan a retomar tendencias deseables, el carácter convocante de estas políticas y la positiva respuesta que han generado, justifican plenamente el esfuerzo institucional que se les ha dedicado.
En cuanto al objetivo de mejorar los procesos de investigación y mejorar la difusión de sus resultados, hemos desplegado diversas iniciativas a nivel de las estructuras divisionales especializadas, así como en los órganos colegiados de la Unidad, en el ámbito y seguimiento de los procesos y de sus resultados. Innumerables comisiones y grupos de trabajo han dedicado arduas horas para consolidar sistemas de información sobre programas, proyectos, líneas y resultados de la investigación.
Por su parte, los diversos mecanismos institucionales de apoyo a esta importante función, se han centrado en incrementar la habilitación de nuestros investigadores de hecho contamos con veinte doctores más entre nuestro personal académico, respecto del año 2002, mejorar las condiciones de infraestructura de laboratorios, equipos y apoyos diversos a la investigación, facilitar la presentación de resultados mediante publicaciones, asistencia a congresos, o canalizar el aporte institucional a la atención de diversas problemáticas nacionales, por medio de convenios, contratos y otras modalidades de vinculación.
El posgrado, elemento fundamental de nuestro modelo académico, fue objeto de la atención decidida de las instancias divisionales y de la Coordinación General de Desarrollo Académico. Además de la aprobación de nuevos programas de niveles especialización, maestría y doctorado por parte del Consejo Académico, la evaluación por parte de instancias externas de algunos de los ya existentes, la realización de estudios de egresados, así ajustes en la operación cotidiana y una cada vez mayor difusión de nuestra oferta, se han ido comprometiendo cada vez más las estructuras departamentales con este nivel de estudios. Así, mismo, trabajamos muy coordinadamente en varias tareas en beneficio de nuestros posgrados y hemos logrado avances significativos en la definición de lineamientos a favor de una mayor calidad, eficiencia y pertinencia, tanto en los ámbitos divisional como el de toda la Unidad.
Los aspectos de difusión cultural y de extensión universitaria, así como los relacionados con el apoyo académico y administrativo los cuales consolidan su nuevo accionar en el marco de programas operativos anuales, metas y objetivos, así como de indicadores de desempeño, son tratados a detalle en el cuerpo del informe, cuya estructura sigue de cerca el planteamiento de las líneas estratégicas de gestión.
No me queda más que invitar a una lectura minuciosa de este documento, en el entendido de que no sustituye los informes que cada Consejo Divisional recibe anualmente, sino que propone una visión de conjunto sobre el estado de nuestra Unidad Azcapotzalco.
Esta presentación sería incompleta si no se hiciera mención de los factores que, en mi opinión, describen de mejor manera el estado de los asuntos universitarios, así como de los temas que van perfilándose como prioritarios en el futuro próximo.
Nuestro modelo universitario encuentra en su colegialidad, en la discusión y en la toma de decisiones, un factor distintivo y una fortaleza de gran utilidad al acometer la tarea de la transformación institucional. En todas las Divisiones Académicas y a todos los niveles, es satisfactorio constatar la permanencia del diálogo como herramienta privilegiada para determinar objetivos académicos, discutir estrategias de solución, implementar acciones y participar en la evaluación colectiva de resultados. Creo que debemos felicitarnos porque hemos dado pruebas adicionales de que este camino rinde frutos excepcionales.
Otro aspecto íntimamente vinculado con el concepto de colegialidad, es el de la reflexión permanente sobre el sentido de nuestros actos presentes y de nuestra visión de futuro. Con beneplácito observamos la generalización de los conceptos de planeación en los más diversos ámbitos. La disposición a establecer opciones y rutas de acción, con base en objetivos precisos y escenarios probables, fortalece a nuestra institución en la medida en que nos permite acometer los instrumentos de política pública tales como el PIFI, el PIFOP o el PROMEP, con pleno dominio de nuestra circunstancia y de nuestras aspiraciones. Creo, en ese sentido, que la apuesta que hemos hecho por recuperar y dar mayor profundidad a los conceptos de planeación, presupuestación y evaluación, también demuestra resultados prometedores.
Finalmente, la idea de que la afirmación de nuestro modelo académico, con todos sus rasgos distintivos, no se agota en lo discursivo, sino que tiene que ser redefinido a partir de sus fundamentos y los requerimientos que los nuevos tiempos le imponen, es particularmente importante en ocasión de la celebración de los primeros treinta años de existencia de nuestra institución. No es, entonces, coincidencia, que junto con la Problemática Metropolitana, el Medio Ambiente y la Innovación Tecnológica, el Modelo Académico de la UAM sea un tema que habrá de abordarse en los eventos conmemorativos del XXX Aniversario de la fundación de nuestra institución.
Al respecto, debo enfatizar que el objetivo fundamental de esta gestión ha sido dar continuidad a ese proceso de consolidación del modelo UAM y lograr lo que hemos denominado expansión de la frontera institucional; es decir, dar pleno cauce al potencial de nuestra universidad para ofrecer mejores resultados en nuestros programas docentes, de investigación y de difusión cultural, así como desarrollar nuevas iniciativas que respondan a los requerimientos de nuestro país.
Esta expansión requiere, obviamente, optimizar los procesos universitarios y aprovechar de mejor manera los recursos. Las posibilidades de un ejercicio de esa naturaleza son infinitas y, en ese plano, no debemos descartar opciones como el desarrollo de nuevos programas educativos a nivel licenciatura y posgrado, la introducción de mecanismos innovadores para mejorar la vinculación con el entorno, ni profundizar en la utilización de nuevas tecnologías aplicadas al proceso educativo
Considero que nos encontramos en una senda de desarrollo que nos permite plantearnos esos objetivos. Las condiciones de consolidación basadas en el mejoramiento de los ambientes académicos uno de los aspectos prioritarios de mi gestión deberán, en el futuro, posibilitar el establecimiento de sinergias que, además de cristalizar los esfuerzos institucionales por habilitar cada vez más a nuestros profesores o mejorar la organización académica, nos permitan obtener mejores resultados.
Al tiempo que reconozco y agradezco el compromiso de todos los universitarios, cuyas labores permitieron un año más de vida a nuestra institución, hago los mejores votos porque el Informe de Actividades 2003 cumpla los objetivos que se ha marcado.