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Visión General

I

En 1993 la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana vivió el inicio de un proceso de renovación institucional cuyas directrices actuales tienen como propósito brindar una respuesta de mayor calidad a las nuevas necesidades de educación superior e investigación científica y tecnológica que surgen de una sociedad en plena transformación.

La modernización actual de la sociedad mexicana demanda enormes requerimientos en materia de formación de recursos humanos y de producción, transmisión y difusión del conocimiento.

Uno de los factores del cambio es la globalización de la economía, que implica un flujo cada día más libre e intenso de bienes, servicios, capitales y recursos humanos que buscan nuevos mercados y provocan la reestructuración de los sistemas productivos, comerciales y financieros. Los individuos, las empresas y el país en su conjunto deben aumentar su nivel de calificación y competitividad para ocupar los nichos que van abriéndose, crear nuevos espacios y al mismo tiempo estar en condiciones de absorber, y en lo posible generar, los recursos que demanda el sostenimiento de ese dinamismo. En particular, el sector productivo requiere personal calificado y tecnología competitiva en cantidades extraordinarias.

En el plano de la cultura también ocurre un proceso de globalización paralelo y convergente, que se expresa en la universalización de las ideas y las comunicaciones. Por todo ello presenciamos y participamos de un despliegue acelerado en el intercambio de información y valores entre los pueblos del mundo, que exigen el manejo de códigos únicos que faciliten el entendimiento entre ellos pero también más altos niveles de capacitación técnica para hacer frente a la sofisticación creciente de los equipos.

Así mismo, es necesario no olvidar que debemos contribuir, en el ámbito interno, a la solución de las carencias sociales básicas que persisten asociadas a niveles injustificables de pobreza, en alimentación, salud y vivienda, por ejemplo. Tanto para algunas regiones como para ciertos grupos sociales marginados del progreso nacional que se registra en otros rubros, les resultan de vital importancia las aportaciones que puedan hacer las instituciones vinculadas al desarrollo de la ciencia, la tecnología y la cultura.

A lo anterior se suman entonces las nuevas necesidades asociadas a la modernidad y las preocupaciones de una sociedad más participativa, como el reordenamiento de la expansión urbana, la preservación y rehabilitación de la ecología en todas sus modalidades, la reforma del Estado, la vigencia de los derechos humanos, una educación de más alta calidad en áreas básicas y especializadas y el diseño e instrumentación de programas verdaderamente eficaces para la generación de empleos, todo lo cual son condiciones indispensables para el desarrollo de una sociedad en la que imperen la justicia social, la libertad y la concordia.

De hecho, la globalización obliga a reafirmar los valores nacionales, no como un arma de resistencia frente al cambio mundial, sino como una forma de interactuar más digna y creativamente con el resto de las culturas, ser enriquecidos y además aportar algo a ellas.

Las transformaciones del entorno social y la globalización de la cultura y la economía, han configurado un ambiente de grandes retos para las universidades públicas en general y para la UAM en particular. Es imperativo para estas instituciones que, sin faltar a sus funciones y propósitos específicos como entidades públicas y sociales, revisen su quehacer, precisen sus objetivos, optimen su funcionamiento y estrechen su articulación con el entorno social en una perspectiva de largo aliento que trascienda las circunstancias coyunturales. Los cambios que necesita la universidad para dar respuesta a los requerimientos del mundo moderno no deben estar sujetos a la fragilidad de lo inmediato.

II

El cambio de dirección en la Rectoría de la Unidad a mediados de 1993 coincidió con un momento de reafirmación de las políticas educativas que se instrumentaron a partir de 1988. Los énfasis que las presidieron fueron la evaluación institucional y de programas académicos, la deshomologación y difirenciación del trabajo académico con base en criterios de formación y productividad y la adopción de mecanismos de financiamiento ligados a los resultados de proyectos sólidos y pertinentes. Estás políticas enmarcaron también los apoyos específicos a la investigación y al respaldo de los programas de posgrado.

Todas esas medidas buscaron racionalizar el uso de los recursos públicos y las universidades las aprovecharon para tratar de dar congruencia al sistema universitario nacional y sentar las bases para una reforma amplia de la educación superior. Ese proceso ha sido acompañado de una serie de fenómenos que han incrementado la competitividad dentro del sector y con su entorno, como el vigoroso desarrollo de las universidades privadas, el surgimiento de las instituciones de formación tecnológica de tercer ciclo y, sobre todo, una renovación de las exigencias sociales hacia la educación superior en general y a las universidades públicas en particular.

Así, asistimos a un cambio en la autopercepción de las instituciones públicas que han pasado de la actitud de cautela y en ocasiones de franco rechazo a las políticas estatales, a una situación marcada por la conciencia en la necesidad de modificar sus comportamientos, procesos y, por ende, sus resultados. La cultura de la calidad y de la competitividad ha comenzado a permear el discurso de instituciones e individuos y en algunos casos se ha convertido ya en sustrato de las acciones universitarias.

Como es obvio, nuestra institución y de manera específica la Unidad Azcapotzalco ha debido desenvolverse dentro de los parámetros generales definidos por esas políticas y por el entorno que las genera. A lo largo del periodo que se reporta en este Informe, la Unidad Azcapotzalco se insertó y actuó de manera activa en la estrategia general de desarrollo marcada por toda la Universidad Autónoma Metropolitana. El recurso de la planeación, presupuestación y evaluación, la vitalidad de nuestro modelo institucional y el concurso de todos los universitarios, han permitido a la institución sortear de manera satisfactoria los riesgos propios de este verdadero cambio de paradigma en el sistema de educación superior de nuestro país. La Unidad Azcapotzalco, ha participado creativamente en ese proceso de fortalecimiento institucional y lo ha hecho atendiendo a su propia dinámica.

III

De años atrás se aplicaron cambios para fortalecer la vida académica e institucional de la Universidad: un amplio programa de incentivos al personal académico para su retención, promoción y superación; la decisión de profundizar la desconcentración funcional y administrativa; el reforzamiento de los mecanismos de vinculación; el fortalecimiento del sistema de planeación-evaluación y presupuestación por programas; la modernización y expansión de la infraestructura y, de manera señalada, el impulso a prácticas administrativas sanas y capaces de soportar adecuadamente las labores de docencia, investigación y difusión. Esta riqueza institucional es un conjunto de valores ya arraigados que debe ser preservado, aprovechado, mejorado y potenciado.

En ese marco, una aportación fundamental de la gestión de la Dra. Sylvia Ortega al desarrollo institucional de la Unidad es el ejercicio de autoevaluación denominado Auto-estudio que, a través de un gran esfuerzo realizado en la recopilación de datos y la conciliación de opiniones, dio lugar a la Misión de la Unidad Azcapotzalco, aprobada por el Consejo Académico en enero de 1993. Ese ejercicio alentó entre la comunidad una dinámica de reflexión, discusión y valoración de las características propias de la Unidad, que debía ser aprovechada.

En ese contexto, las renovaciones durante 1993 en la Rectoría de Unidad, dos Divisiones Académicas y aun la Rectoría General, fortalecieron la perspectiva de la revitalización institucional, pues el clima de análisis y debate que esos procesos generaron permitió discutir con serenidad el estado presente y el futuro de la Universidad y de la Unidad. En el caso de ésta última, buena parte de las ideas puestas sobre la mesa fueron después recogidas y sistematizadas en el documento los Desafíos de un Proyecto Renovado y en el Proceso de Planeación, Evaluación y Presupuestación de 1994.

Así, el debate de los proyectos a lo largo de 1993 permitió refrendar los elementos básicos de la fortaleza institucional, tales como el sistema de gobierno basado en los contrapesos y equilibrios, la participación plural de todos los sectores, las decisiones fundamentadas ante todo en criterios académicos y el respeto a la diversidad y a la normatividad vigente, entre otros.

Tales circunstancias representan para la UAM Azcapotzalco un ambiente ideal para formular un programa estratégico de renovación y el diseño de alternativas académicas, que le permitan construir una sólida plataforma de proyección para enfrentar exitosamente los retos que trae consigo la transformación nacional.

En ese proyecto de renovación, es preciso definir nuevos horizontes, lo cual implica la construcción de nuevas expectativas de desarrollo futuro que nos permitan incorporarnos creativamente al conocimiento de vanguardia, al avance tecnológico y a la innovación didáctica. Abrir nuevos horizontes es promover el desarrollo académico e institucional, tanto de profesores, alumnos y trabajadores administrativos, como de líneas de investigación, docencia y vinculación con la sociedad.

Para alcanzar los objetivos que plantea un proyecto de esta envergadura, es necesario contar con el apoyo y la participación de toda la comunidad universitaria. Esto implica estimular y promover la participación de todos los sectores en la toma de decisiones, así como en la realización de las actividades requeridas, procurando siempre que todo se desarrolle en un ambiente de respeto y cordialidad. Si esto se logra, deberá redundar necesariamente en el fortalecimiento de la colaboración entre las distintas instancias colegiadas y unipersonales, de acuerdo a sus respectivos ámbitos de competencia.

En ese sentido, se maduró la estrategia de renovación bajo las siguientes Líneas de Gestión:

- Aumentar la calidad de la docencia
- Revisar objetivos, organización y condiciones de realización de la investigación
- Definir estrategias para la consolidación de posgrados existentes y promoción de nuevos
- Impulsar políticas de superación para el personal académico
- Fortalecer órganos colegiados y unipersonales
- Incrementar la eficiencia y calidad de los servicios
- Mejorar la comunicación
- Ampliar y actualizar el equipamiento y la infraestructura
- Desarrollar la cultura de la planeación-evaluación
- Atender mejor a los estudiantes

Esta propuesta busca insertarse en la rica y productiva tradición de desarrollo institucional que ha caracterizado a nuestra Unidad. Pretende reanimar las tareas de nuestra comunidad con una visión de futuro, pero manteniendo un referente claro a nuestra historia.

IV

En 1993 se establecieron las bases para la realización de varias iniciativas orientadas a promover la formación de recursos humanos, estimular la investigación aplicada, fortalecer los vínculos de la Unidad Azcapotzalco con su entorno social y productivo y adecuar las condiciones de operación de la Unidad a las necesidades de nuestra comunidad universitaria. De manera relevante, se concibió una estrategia para la consecución del proceso de planeación, presupuestación y evaluación.

La Rectoría de la Unidad consideró pertinente la creación del Grupo de Consulta sobre las Políticas de Formación de Recursos Humanos, mismo que por su integración con destacados miembros de nuestra comunidad académica, está en posibilidades de sugerir iniciativas para mejorar las estrategias de formación y desarrollo del personal. A ese grupo se suma otro denominado Comité de Consulta Académica, que convoca a un grupo de prestigiados académicos con la finalidad de que aporten sus ideas y su vasta experiencia y hagan observaciones y recomendaciones respecto a las líneas de acción que se están instrumentando en la Unidad. Ambos grupos iniciaron sus tareas en el mes de septiembre.

Una vocación esencial de nuestra Unidad ha sido la de aumentar sus vínculos hacia fuera, fortalecer sus relaciones con los sectores social, productivo y público, así como con otras universidades e instituciones de educación superior.

Algunos de los propósitos que se persiguen con el fortalecimiento de la vinculación son: posibilidad de obtener recursos adicionales que nos permitan brindar mejor apoyo a la investigación y a la formación de profesorado, la firma de convenios de colaboración interinstitucional, la exploración de campos propicios para la realización del servicio social de nuestra comunidad estudiantil y ambientes de interés para los sabáticos del personal académico, promover las investigaciones conjuntas y el intercambio académico, entre otros aspectos que dan contenido a nuestra vocación de interacción con el entorno.

En relación con los sectores industrial, social y público, y con otras universidades, durante la segunda mitad del año se firmaron diversos contratos para proyectos financiados y convenios de colaboración. En relación al transporte y manejo de materiales y residuos peligrosos, se firmó un contrato de prestación de servicios con el Departamento del Distrito Federal.

Entre las instituciones nacionales de educación superior con las que se ha convenido colaboración académica se cuentan la Universidad Autónoma del Estado de México y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. En ambos casos se firmaron acuerdos para la puesta en marcha del Programa de Zonificación Sísmica, mismo que se extenderá a otras instituciones y regiones del país. A nivel internacional, durante el segundo semestre de 1993, la Unidad Azcapotzalco concretó un Convenio de Intercambio Académico con el Instituto de Relaciones Internacionales de la República de Cuba, mediante el cual se propician las visitas de académicos de ambas instituciones.

Hasta este momento, los avances en materia de vinculación con los distintos sectores han sido sustanciales, sin embargo, aún queda mucho por hacer. La Comisión de Apoyo y Desarrollo Académico ha estructurado una serie de estrategias encaminadas a estrechar los lazos de colaboración interinstitucional con los diversos sectores.

En lo que respecta al mejoramiento de los ambientes de trabajo de la Unidad, se pusieron en marcha diferentes iniciativas en varios planos: la infraestructura, la administración y la comunicación interna, entre otros.

Existe un amplio consenso sobre la importancia que tiene para la promoción de la investigación, la docencia, la formación de recursos humanos y la extensión universitaria el uso de las modernas tecnologías de comunicación. La conexión que la UAM ha logrado con la Red Internet nos ha abierto la posibilidad de acceder a bases internacionales de datos, hacer uso del correo electrónico y de otros servicios que esos esquemas ofrecen.

Por nuestra parte, queda vigente el compromiso de hacer accesible a la comunidad su uso. Para lograrlo, hemos invertido en la infraestructura necesaria para la operación de la Red. Además del cableado que ya se había comenzado a tender, durante 1993 amplió su cobertura, se incrementó el número de nodos de conexión y por consiguiente, se estuvo en posibilidad de ofrecer cuentas a los usuarios que lo requirieron y que desde este año están en posibilidades de hacer uso de ellas.

Estos logros se debieron a la intensa labor técnica y a la subsiguiente campaña de difusión sobre los servicios que presta la Red, que realizó la Coordinación de Servicios de Cómputo.

Los resultados obtenidos ponen de manifiesto el potencial y la importancia que tiene la utilización de redes especializadas en el desarrollo de la docencia, la investigación colaborativa, las relaciones internacionales entre instituciones educativas y el intercambio académico. Por esta razón, existe una inequívoca voluntad institucional de seguir avanzando en esta dirección. La expectativa que se tiene es cubrir en un plazo razonable el 100% de la demanda de Internet, con la conexión de 1,500 nodos adicionales.

En esa línea de modernización tecnológica, y con el propósito de hacer más eficientes los servicios que la Coordinación de Servicios de Información presta a la comunidad universitaria, se inició en marzo de 1990 la elaboración del sistema automatizado denominado Inteligente 9000, cuyos objetivos son: optimar recursos, incorporar tecnología de punta para ofrecer servicios de calidad a los usuarios en forma ágil y oportuna y mantener actualizada la información disponible en nuestro centro de información. El esfuerzo dedicado a este proyecto y los recursos que se le inyectaron durante 1993, hicieron posible que a finales de año se lograra un gran avance en sus módulos, incluyendo el de selección y adquisiciones, mismo que se ha concluido totalmente.

V

En 1993 culminó la gestión de la Dra. Sylvia Ortega en la Rectoría de la Unidad. Entre 1989 y ese año se lograron avances significativos en el desarrollo académico e institucional de la UAM Azcapotzalco, en concordancia con el contexto de las transformaciones que también se registraron durante ese período en el conjunto de la Universidad y en el sistema nacional de educación superior. Resultados positivos pueden observarse en distintos aspectos: en el acondicionamiento de la planta física y la modernización del equipamiento, en la consolidación de programas académicos, en la retención y promoción de profesores e investigadores, en la eficiencia administrativa, en la vinculación externa.

En 1993 se inició también la presente administración. En el marco de una sociedad que exige cada vez más calidad a las instituciones de educación superior e investigación, los nuevos desafíos del desarrollo académico e institucional se proyectan a un horizonte de largo alcance e involucran una visión renovada del quehacer universitario. Por eso es necesario aprovechar la experiencia acumulada y dotada de una nueva dimensión, acorde con el doble propósito esencial de contribuir a la formación de recursos humanos y a la generación y transmisión del conocimiento científico.

En esa perspectiva es indispensable fortalecer las condiciones materiales, el ambiente de convivencia y las políticas de gestión que permitan la mejor realización de las actividades académicas y ayuden a profundizar la reflexión y ampliar la participación de la comunidad en la definición y consecución de los objetivos universitarios.

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