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III. Sobre las actividades académicas

En la docencia, la investigación y la preservación y difusión de la cultura, cristalizamos nuestra idea de Universidad. Así lo podemos percibir al repasar los logros obtenidos durante el año que se informa. Ello es prueba indiscutible de la fortaleza de nuestro modelo educativo. Sin embargo, el conocimiento de los logros debe permitirnos también, detectar las carencias e identificar los retos que deberemos atender con decisión, energía y responsabilidad en el futuro próximo.

El desarrollo de nuestras actividades está determinado, así sea parcialmente, por el contexto en el que se inserta. Al mismo tiempo, la Universidad es una institución que modifica su entorno y que ofrece conocimientos significativos para atender los problemas nacionales. En síntesis, dependemos de nuestro entramado social pero, al mismo tiempo, podemos transformarlo y mejorarlo.

Por ello nos organizamos a partir de la investigación como actividad que genera nuevos conocimientos, la docencia como estrategia para formar a los futuros miembros de la sociedad, la preservación y difusión de la cultura como intención de conservar lo mejor de nosotros y acercarlo al todo social en el que estamos inscritos.

Para conseguir una vinculación real de tales actividades es preciso reconocer sus diferencias. Sabemos que no es lo mismo investigar que enseñar o que conservar y difundir nuestros conocimientos, en cierto sentido se trata de actividades que se hacen en tiempos diferentes y que requieren diversos tipos de habilitación. Estamos conscientes también que, por ejemplo, una enseñanza que no contemple las nuevas formas de explicar el mundo social y natural producto de los conocimientos científicos de vanguardia y que no se preocupe por transmitir habilidades para seguir aprendiendo, no es en realidad una verdadera educación. Educar es enseñar a pensar y enseñar a aprender, detonar la producción de nuevos conocimientos, instalar la pregunta y la duda, la motivación por no dejar nunca de buscar mejores formas para explicar nuestro mundo. Es por ello que nuestras tareas sustantivas no pueden evaluarse de manera aislada.

La riqueza de nuestro proyecto descansa en las características de nuestro personal académico; de su fortaleza y calidad depende la fuerza de nuestra institución. De ahí que en la UAM dediquemos especial atención a fortalecer las políticas orientadas a garantizar el desarrollo del personal académico.

Desde sus primeros años, la Universidad estableció políticas de reclutamiento del personal académico; en ese primer impulso institucional se organizaron las bases fundamentales de la vida académica de la Institución, se establecieron las reglas de funcionamiento y se determinaron modelos específicos de desarrollo en cada una de las tres unidades. Uno de nuestros principales objetivos fue, desde entonces, garantizar que la mayoría de nuestros académicos ocuparan la mayoría de su tiempo profesional en el enriquecimiento de la vida académica, de ahí la necesidad de conformar una planta en donde su mayor parte tuviera tiempo completo. Hoy en día el 75% de nuestros profesores tiene tiempo completo y sólo un 7% cuenta con tiempo parcial.

De cualquier modo sabemos que el tiempo de dedicación a la vida universitaria no es suficiente para garantizar la calidad de nuestras tareas sustantivas, es preciso además, consolidar grupos altamente calificados en las diversas disciplinas. Por ello, ha sido crucial el establecimiento y consolidación de los cuerpos en torno a los espacios nucleares de la vida académica. Al paso del tiempo, se configuraron mecanismos generales de ingreso, promoción y permanencia del personal académico. La carrera académica se ha desarrollado conforme a un conjunto de reglas, que se ha ido adecuando a los requerimientos de cada campo de conocimiento. De este modo se han ido formando los recursos académicos de la UAM.

Sucesivos momentos de estancamiento económico que disminuyen los recursos en los presupuestos asignados a la Educación Superior, han obligado a la Universidad a establecer estrategias de protección institucional.

La adopción de políticas de disciplina y racionalidad presupuestal conforman un marco básico de regulación y planeación. Se han diseñado e instrumentado políticas dirigidas a promover y asegurar la permanencia del personal académico; así como estrategias para la definición y el desarrollo de la carrera académica, concentrando esfuerzos en promover la permanencia, consolidación y desarrollo de los cuerpos académicos.

Al final, la Universidad ha realizado un esfuerzo importante para consolidar una planta de profesores de alta calidad, para fortalecer el trabajo académico en las diversas disciplinas que se cultivan en las áreas y departamentos de nuestras tres unidades. Aún falta mucho por hacer, sin embargo es importante reconocer que durante el año pasado el 69% de nuestros profesores tenían, por lo menos, un posgrado, aumentando el porcentaje correspondiente al 2000.

En donde podemos notar con mayor nitidez la calidad académica de nuestra Institución es en el reconocimiento que muchos de nuestros miembros han logrado nacional e internacionalmente. La calidad de nuestra investigación hace de nuestras áreas espacios atractivos para el financiamiento externo; muchos de nuestros grupos de investigación han visto reconocido su desempeño al obtener financiamiento de agencias y fundaciones interesadas en la promoción de la investigación científica y tecnológica, nacionales e internacionales.

De los esfuerzos institucionales que contribuyen al reconocimiento y difusión de nuestras actividades sustantivas, vale la pena mencionar los trabajos premiados en el Décimo Concurso a la Investigación. Ellos son muestra del trabajo cotidiano que se realiza en la Universidad.

En el Área de Ciencias Básicas e Ingeniería fue premiado el trabajo Cosed Formulas for Tunneling Time in Superlaticce de Pedro Pereyra Padilla. En el Área de Ciencias Biológicas y de la Salud el trabajo premiado fue Cytonkines, growth factors, and oxidative stress in HepG2 cells trated with ethanos, acetaldehyde, and LPS de Ma. Concepción Gutiérrez Ruiz, Verónica Souza Arroyo, Leticia Bucio Ortiz, Elizabeth Hernández Pérez, Silvia C. Quiroz Ambriz, Irma Patricia Olivares Jiménez, Luis Llorente Peters, Florencia Vargas Voráchová y David Kershenobich Stalnikowitz. En el Área de Ciencias Sociales y Humanidades el trabajo premiado fue La política agrícola europea y su papel en la hegemonía mundial de Juan Arturo León López y en el Área de Ciencias y Artes para el Diseño el trabajo de Francisco José Santos Zertuche titulado Señorío, dinero y arquitectura. El Palacio de la Inquisición de México. 1571-1820.

Otra modalidad de reconocimiento institucional a nuestros académicos la constituye el Premio a la Docencia. Resulta crucial valorar el trabajo que los profesores dedican a sus alumnos cotidianamente en las aulas. En el 2001 merecieron dicha distinción varios de nuestros mejores maestros. En la Unidad Azcapotzalco el reconocimiento fue para Manuel Soto Castillo, Fermín Torres Zárate, Silvia Ana María Oropeza Herrera, María Georgina Vargas Serrano. En la Unidad Iztapalapa el premio fue para María de los Dolores Ayala Velásquez, Roberto Olayo González, Abraham Kobelkowsky Díaz, José Ramón Verde Calvo y Julio Goicoechea Moreno. En la Unidad Xochimilco el reconocimiento fue para Jaime Sebastián Osorio Urbina, Roberto Serafín Diego Quintana, José Ernesto Hernández Pichardo y Julio César Séneca Güemes.

Empero, resulta importante motivar una profunda reflexión que nos permita valorar qué tanto nuestro sistema de carrera académica está garantizando el cumplimiento de las tareas universitarias.

El instrumento de mayor alcance con que cuenta una sociedad para el cultivo del conocimiento y la ampliación y profundización de sus contenidos, es la investigación científica y humanística. Con ella, la Universidad participa en el avance de las fronteras del saber y en la generación de nuevos modelos de pensamiento; aportando soluciones a los más variados problemas de la sociedad. Esta dimensión humanística, de servicio al mejoramiento de la sociedad, es sin duda un rasgo distintivo de nuestra Universidad.

La UAM ha afirmado su posición como un espacio importante para el florecimiento de las ciencias y las humanidades en México, haciendo un esfuerzo para aprovechar al máximo los recursos existentes, promoviendo el financiamiento y multiplicando los fondos externos. Mención especial merece el aprovechamiento del mecanismo de fomento denominado Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI) de la Secretaría de Educación Pública.

Es necesario diseñar y establecer una política de financiamiento, crear instrumentos que promuevan el desarrollo de proyectos relevantes y significativos que sin embargo no obtienen patrocinio suficiente; iniciativas de largo plazo quizá, pero que impulsan la investigación científica que se realiza en la UAM. Esto nos obliga a pensar en garantizar el establecimiento de dispositivos y procedimientos que garanticen el desempeño y las divisiones, eliminando desequilibrios internos, mediante acciones de apoyo y fomento para grupos de investigación en proceso de consolidación que permitan impulsar la investigación en nuevos campos de estudio.

La UAM ha puesto sus esfuerzos en la creación y fortalecimiento de posgrados, en los que se habilitan y se articulan los cuerpos académicos de la Universidad y en los que, en virtud de su propia naturaleza y dinamismo, se manifiesta positivamente la vinculación entre docencia e investigación.

El posgrado constituye uno de los ejes más importantes del trabajo académico de la Institución, conjugando las exigencias en investigación y la formación de recursos humanos especializados, en atención a las necesidades de desarrollo científico y profesional de México. Los posgrados de la Universidad son un recurso valioso para la formación del personal académico que, en el mediano plazo, requieren otras instituciones de Educación Superior del país. La UAM tiene la responsabilidad de incrementar sus esfuerzos en dos direcciones, ampliando su oferta y mejorando la calidad de la enseñanza y la investigación.

Esto es imprescindible para participar en la atención de las necesidades del sistema de Educación Superior nacional. Pero es igualmente importante que los estudios de especialidad, maestría y doctorado se correspondan a la demanda laboral, científica y educativa de la nación, y que exista una estrecha vinculación con las líneas de investigación que se desarrollan en la Universidad. Permitiendo con ello la franca y estrecha relación con la docencia que la misma Institución imparte incluso al nivel de licenciatura.

Nuestra Universidad actualiza, de manera permanente, su oferta de estudios superiores. Así, durante 2001 se crearon la Maestría y el Doctorado en Ingeniería Estructural, el Doctorado en Biología Experimental, y la Maestría en Ciencias Agropecuarias. Asimismo se modificaron los programas de la Maestría en Biología Experimental, la Maestría en Economía, y la Maestría en Desarrollo Rural que permitió a su vez, la creación de la Especialización, la Maestría y el Doctorado en ese mismo campo de conocimiento.

Cabe señalar que en este aspecto la demanda de nuestros posgrados sigue siendo importante y valiosa. En el 2001 tuvimos 613 alumnos de primer ingreso y un total de 1,614 en todos nuestros programas. De este universo 178, equivalentes a poco más del 10% del total, consiguieron graduarse.

Debemos reparar en las formas de fortalecer nuestros programas y en las estrategias para evaluar su calidad. Es indudable que el reconocimiento del padrón de excelencia del CONACYT es un criterio que nos permite medir el estado actual de nuestra oferta. Es válido que la UAM cuente con procedimientos autónomos para definir la calidad de sus posgrados y para orientar una política institucional que permita la consolidación y el fortalecimiento de aquellos programas que no tienen apoyo externo; sin embargo no debemos desatender lo que se percibe desde fuera en relación con nuestro trabajo, sería irresponsable renunciar a la reflexión que dichos datos nos ofrecen. Debemos atender eficazmente a nuestros estudiantes y ello implica recurrir a todas las estrategias que nos permitan mejorar nuestra calidad educativa.

Los órganos colegiados y personales de la Universidad, así como la comunidad académica en su conjunto, son la clave para afrontar los retos que enfrenta la UAM, especialmente en el diseño y la instrumentación de estrategias para fortalecer la investigación, consolidar los cuerpos académicos, y orientar este esfuerzo hacia el mejoramiento de los posgrados.

Sin duda un elemento básico para mejorar nuestra investigación reside en estrechar las relaciones entre las unidades, las divisiones y los departamentos que conforman nuestra comunidad universitaria. Contamos con recursos humanos habilitados pero ha faltado sumar nuestros esfuerzos atendiendo proyectos que expresen nuestra diversidad disciplinaria.

Por ello hemos pensado en crear programas de investigación que permitan articular el trabajo que cada grupo de investigación genera, con el fin de identificar proyectos académicos integradores (sistémica, transversal y multidisciplinariamente), que repercutan en el desarrollo de la ciencia nacional e internacionalmente.

El fortalecimiento de la investigación se relaciona con la docencia, y esta complementariedad da sentido a nuestro proyecto educativo. La docencia ha sido en los últimos años tema de reflexión de la comunidad académica de la UAM. Es en realidad una preocupación presente en otras latitudes, en Europa y en los Estados Unidos por ejemplo, y representa uno de los desafíos más importantes para la universidad contemporánea. Nuestra Casa de Estudios, durante la gestión anterior, adoptó una posición activa frente a este reto crucial.

Para atender de manera efectiva las necesidades sociales, la Universidad emprendió un gran esfuerzo de mejoramiento de nuestras actividades de enseñanza y aprendizaje. La Iniciativa de reflexión sobre la Docencia presentada en abril de 1999, fue el detonador de un intenso proceso de análisis y deliberación. En él se revisó de manera atenta, responsable y madura, la calidad y la fortaleza de la docencia que impartimos en nuestra Universidad. Parte de la riqueza del proceso se debió al procedimiento por el que éste se llevó a cabo, involucrando a la comunidad académica en su conjunto y propiciando que la discusión se realizara a fondo. Participaron nuestros órganos colegiados, unidades, divisiones y departamentos, generando la conciencia de los retos que representa el problema, así como diversos planteamientos para enfrentarlo. Se presentaron estrategias concretas y fueron identificadas metas para atender las insuficiencias.

La fortaleza de nuestra Institución permitió aceptar las limitaciones y manifestó la voluntad de examinar y dar respuesta a los problemas comunes que enfrenta la Universidad, construyendo, a través del diálogo y la búsqueda de consensos, alternativas de solución. En marzo del año que se informa fueron formuladas las Modificaciones y adiciones a las políticas generales en materia de docencia aprobadas por el Colegio Académico los días 7 y 8 de ese mes. Sin duda, la posibilidad de generar un documento que sentara las bases y estableciera de un modo general las políticas que la UAM debía seguir para mejorar sus tareas docentes constituía una actividad obligada, de igual forma fue un gran logro producir un documento que estableciera las estrategias de aplicación de dichas Políticas Generales. Sin el establecimiento de estrategias operacionales el espíritu de los lineamientos generales hubiera quedado incompleto.

La UAM cuenta, hoy en día, con un marco regulador que orienta la docencia. Falta aún desarrollar las condiciones prácticas que permitan su aplicación en cada uno de los departamentos, respetando las particularidades de las distintas disciplinas y especialidades. También hace falta insistir en que el proceso no termina con la publicación de las Políticas Generales y Operacionales en materia de docencia, al contrario, apenas estamos construyendo las bases para generar una docencia que esté sujeta a reflexión, revisión y evaluación constante.
No podemos olvidar las enseñanzas que esta reflexión nos ha dejado: los alumnos deber ser el centro de nuestra atención. Responder a la sociedad como Universidad es ofrecerle el mejor esfuerzo para garantizar la calidad educativa que exige nuestro tiempo. Debemos pensar en una educación que abra y genere oportunidades, que permita la formación de profesionistas que logren aprender los saberes propios de sus disciplinas, pero que también participen de la comunión de los valores propios de la vida académica y de lo público. Nuestra obligación consiste en formar sujetos íntegros, responsables, creativos, habilitados para seguir aprendiendo durante toda su vida y que sean capaces de retribuirle a la sociedad que los formó.

Es por ello importante evaluar los resultados generales del desempeño escolar: deserción, aprobación, egreso y titulación; analizarlos para reconocer las deficiencias que persisten, y revisar la pertinencia o conveniencia de las medidas hasta ahora aplicada. Seguirá siendo necesario construir un espacio institucional permanente de análisis, planeación, gestión y evaluación de la docencia. Crear instrumentos transparentes y compartidos para conocer los alcances del desempeño docente que garanticen una adecuada ponderación de nuestro trabajo. Esto es urgente, resulta de la mayor importancia afrontar institucionalmente los problemas ya detectados, y prevenir los que aún no se manifiestan.

Es necesario conocer a mayor detalle los perfiles de los estudiantes que ingresan a nuestras licenciaturas. La Educación Media Superior define en buena medida los niveles culturales de una nación, y en México éstos se hallan lejos de ser los deseables. Es indispensable dotar a nuestros estudiantes, en los primeros trimestres de la licenciatura, de los instrumentos que les permitan aprovechar nuestros servicios académicos. Para ello, también durante el año anterior, se diseñaron algunas estrategias orientadas al mejoramiento de la expresión oral y escrita de los alumnos, así como el aprendizaje de las matemáticas y lenguas extranjeras. Sin ello será imposible aportar las habilidades para aprender, investigar, reflexionar y participar en un mundo en constante transformación.

Con el ánimo de salvaguardar las aspiraciones formativas de nuestros estudiantes, la UAM se adhirió al Programa Nacional de Becas para la Educación Superior (PRONABES) de la Secretaría de Educación Pública que, en una primera fase, está respaldando a 169 estudiantes de primer ingreso.

Se requiere de un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles, incluyendo la infraestructura de docencia existente en la UAM, para el logro de nuestros propósitos. Los procesos de enseñanza y aprendizaje representan el mayor volumen de nuestras actividades sustantivas; pero esta dimensión de la docencia no sólo es propia de la UAM, sino el general de las universidades.

La composición demográfica del país y sus pronósticos indican que la demanda mantendrá la tendencia de incremento. Por consiguiente, las virtudes y el valor de la docencia adquirirán una significación aún mayor.

Los órganos colegiados y personales de la Universidad, así como la comunidad académica en su conjunto, son decisivos para afrontar los retos en materia de docencia que enfrenta la UAM. La comunidad académica ha de propiciar el mejoramiento constante de la docencia, impulsando la dinámica y flexibilidad propias de la vida universitaria contemporánea, ampliando la oferta de actividades académicas y ofreciendo un horizonte educativo integral a los estudiantes. Es conveniente y necesario que la formación profesional comprenda el estudio de idiomas y computación, y que ello tenga valor curricular, además de que para lograr la formación plena del estudiante es importante ampliar su participación en las actividades de preservación y difusión de la cultura.

La Universidad, como institución central del saber, participa de manera decisiva en la interpretación del mundo y en su transformación. Es por ello, en su esencia, una empresa cultural. La Universidad produce bienes culturales específicos como resultado de sus propias actividades. No obstante, la Universidad centrada en la creación y la difusión del pensamiento científico y humanístico, se interesa también por otras formas de conocimiento. Esto es decisivo para el proyecto educativo de la UAM. Nuestra Universidad ha demostrado interés a lo largo de su trayectoria por cultivar y expresar modos diversos de pensamiento; formas significativas, producto de elaboraciones intelectuales y artísticas, que determinan identidades, y perspectivas sobre la condición del hombre y el mundo.

La cultura, en su enorme variedad de diferencias, en cuanto a creencias y valores, costumbres e instituciones, formas de percepción y concepción del mundo, dan sentido, ordenan, sustentan y fundan la convivencia social. Esta gama de manifestaciones interesa a nuestra Institución. Su conocimiento nos permite reconocer la pluralidad social, alentando una mayor comprensión de la nación a la que pertenecemos. México es un mosaico formado por culturas diversas, integrado por diferentes formas de pensar y de sentir, múltiples valores, lenguas, costumbres, expresiones artísticas, que estructuran modos particulares de ser en el mundo. Por tal motivo, participar en el intercambio cultural nacional e internacional es fundamental para la Universidad contemporánea. Durante el año que se informa, las iniciativas de difusión cultural mantuvieron su ritmo; destacando las realizadas en los Estados Unidos y Canadá.

En lo que corresponde a las artes plásticas, se montaron más de cuarenta exposiciones en la Galería Metropolitana, en la Casa del Tiempo, en la Galería de Rectoría General, en la Casa de la Primera Imprenta de América, en instalaciones de las tres unidades académicas, así como en galerías y museos de provincia y el extranjero. En los espacios museográficos de la UAM, el público tuvo oportunidad de apreciar la obra de pintores, grabadores, muralistas y escultores de primera importancia; además, se integró un circuito universitario con las unidades académicas. Se realizó un importante esfuerzo por acercar el arte en su expresión plástica a los estudiantes y en general a la comunidad académica.

La promoción de las artes escénicas fue igualmente importante. En el Teatro Casa de la Paz se montaron diferentes espectáculos a lo largo del año, obras de teatro, conciertos, danza y puestas en escena. En estos eventos, la UAM participó en coproducciones con diversas agencias nacionales interesadas en la promoción y la divulgación artística; manifestando así su capacidad para apoyar y obtener recursos necesarios en la producción y realización de proyectos interesantes, capaces de convocar a creadores y artistas y, al mismo tiempo, atraer al público. Esto último merece ser resaltado, durante el año que se informa se incrementó significativamente el número de asistentes a nuestros espectáculos. Esto es importante, porque la UAM se interesa en la ampliación de la oferta cultural de la ciudad de México. Estamos pensando, en este sentido, en los diversos públicos del área metropolitana que tienen expectativas e inquietudes sobre la vida cultural, y principalmente en los jóvenes: en aquellos, sobre todo, que no han tenido oportunidades adecuadas para acercarse a las artes.

La Universidad debe dotar a los estudiantes de los elementos para ejercer de manera vigorosa el intelecto, la sensibilidad, el juicio crítico frente a las diferentes manifestaciones de la cultura; participar con ánimo de aprender y apreciar las tradiciones propias y las de otras sociedades. Saberlas distinguir, precisamente para valorarlas, para superar la tendencia hacia la indiferencia que parece inspirar la cultura. Una vida cultural intensa, como la que debe promover la Universidad en todos sus ámbitos, promueve y salvaguarda la tolerancia, lo que genera una mejor convivencia cívica; las personas se encuentran así en posición de ejercer el juicio crítico en los espacios de la vida social, del saber y la cultura; supone precisamente la libertad de pensar y expresar las ideas.

Por ello considero que la UAM debe fortalecer sus actividades de preservación y difusión de la cultura. Contamos con destacados artistas e intelectuales, reconocidos por los mecanismos públicos de fomento cultural, quienes representan oportunidades para el fortalecimiento de una oferta educativa integral. Por no abundar mencionaré sólo algunos nombres de quienes participan en nuestro quehacer académico e institucional: Carlos Aguirre, René Avilés Fabila, Maris Bustamante, Cristián Calónico, Bela Gold, María del Carmen de Lara, Héctor Manjarrez, Antonio del Rivero y Jaime Augusto Shelley.

Durante el año que se informa, la UAM realizó, en sus tres unidades y en la infraestructura de servicio de la Rectoría General, diplomados, cursos, coloquios, talleres, conferencias, presentaciones de libros y seminarios que toman convergente la creación artística e intelectual con aquella científica y tecnológica.

La producción editorial de la UAM es un instrumento para la promoción y divulgación de la actividad científica, artística y humanística que desarrolla y/o difunde la Universidad. Durante el 2001 la política de coediciones se amplió y fortaleció, con participantes públicos y privados, nacionales y extranjeros; lo que permitió editar treinta y seis títulos. Además, se ha hecho un gran esfuerzo por realizar una adecuada distribución de los materiales que la UAM publica. Difusión Cultural se ha empeñado en ampliar su presencia en foros y eventos destinados a la venta y exposición de productos editoriales, a través de donaciones a instituciones educativas de México y el extranjero, dependencias públicas federales y estatales, así como embajadas acreditadas en nuestro país. Las revistas que publica la UAM deben orientarse a establecer una comunicación directa con la sociedad y con la comunidad académica dentro y fuera de nuestras fronteras.

Con la realización de nuestras actividades sustantivas, la investigación científica y humanística, la docencia, la formación de los profesionales e investigadores que requiere el porvenir de México, y la preservación y difusión de la cultura, se fortalece la autonomía de nuestra Universidad. La defensa de nuestra autonomía se cifra en el cabal cumplimiento de nuestras funciones sustantivas.

La viabilidad de nuestra Institución supone el funcionamiento adecuado y oportuno de nuestros órganos colegiados y personales; la responsabilidad puesto en su quehacer diario, en el eficaz procesamiento de la complejidad de la vida de la Universidad. En esta tarea, es decisivo el trabajo del Colegio Académico. Durante 2001 mantuvo una actividad constante con la celebración de 13 sesiones en las que se tomaron 56 acuerdos sustantivos para el desarrollo institucional. Por su importancia vale la pena entrar al detalle. A lo largo de varias sesiones realizadas en las tres unidades de la UAM elaboró acuerdos relevantes para nuestro desarrollo, en ejercicio de sus atribuciones y facultades. El nuevo ordenamiento de Políticas Operacionales de Docencia y su correspondiente Exposición de Motivos, así como la modificación y adición a las Políticas Generales de Docencia, tuvieron en el seno del Colegio Académico un lugar principal de discusión, siempre en vías de garantizar el futuro de la Universidad y responder al compromiso que hemos adquirido con la sociedad.

También el Colegio Académico se encargó de revisar detalladamente la creación y modificación de Planes y Programas de Estudio a nivel posgrado, destinados al fortalecimiento de nuestra vida académica; se recibió, además, información de los nueve consejos divisionales sobre 62 adecuaciones a Planes y Programas de Estudio de licenciatura y posgrado. De tal modo que en este cuerpo representativo de la Universidad, se realizaron funciones decisivas para la UAM, como lo exige nuestra Ley Orgánica, discutiendo y expidiendo normas y disposiciones reglamentarias para la mejor organización y funcionamiento técnico, docente y administrativo de la Institución.

Igualmente, durante el año que se informa, el Colegio Académico otorgó la distinción de Profesor Distinguido a los doctores Priscilla Connoly Dietrichsen, Antonio Campero Celis, Néstor García Canclini, Ignacio Llamas Huitrón, Brian Connaughton y Enrique M. De la Garza Toledo, así como el grado de Doctor Honoris Causa a Martín Luis Gutiérrez Martínez, Juan José Arreola y José Emilio Pacheco. Todos ellos, maestros e intelectuales que representan en grado sumo los valores de la UAM, que con su vocación y obra fortalecen los principios académicos y culturales que cohesionan y vinculan a la comunidad de nuestra Universidad.

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