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IV. Los proyectos y los compromisos

Al tomar posesión de la Rectoría General asumí el compromiso de mejorar el conjunto de actividades de la UAM. Este esfuerzo, desde luego, no sólo será de la Rectoría General. Como lo demuestra nuestra historia institucional, se requiere de la participación de la comunidad académica.

La Universidad es una empresa colectiva, que tiene como propósito común el servicio a la sociedad, en el cumplimiento de nuestras obligaciones institucionales centradas en las labores académicas. Llevar a la UAM a su plenitud y perfección es un esfuerzo que corresponde a todos.

En ello, la comunidad académica debe, en principio, hacer un balance de la fortaleza de la Institución. Para precisar las guías generales de acción que contribuyan a consolidar su desarrollo y establecer las bases para una nueva etapa de la vida universitaria. En este ejercicio, de reflexión y discusión permanente, orientado a la construcción de consensos y al mejoramiento, es necesario valorar la potencialidad de nuestros cuerpos académicos.

Esto es importante para reconocer los grupos consolidados y detectar aquellos otros que es necesario fortalecer o que se encuentran en proceso de consolidación; es decisivo garantizar su financiamiento en general, optimizar la infraestructura que requieren, desarrollar programas para fomentar la formación y consolidación de los cuerpos académicos que exige el desarrollo de las actividades de docencia e investigación de la Universidad, de cara al futuro. Es importante reflexionar en torno a los mecanismos que pueden garantizar la fortaleza de la carrera académica; es importante mantener la decisión institucional de establecer mecanismos que promuevan y reconozcan el trabajo académico de nuestros profesores, estableciendo criterios transparentes que garanticen, al mismo tiempo, el desarrollo de los trabajos individuales y el cumplimiento de los propósitos universitarios.

Queda mucho por hacer, pero hay asuntos urgentes. Será preciso cuidar y redefinir los criterios hasta ahora utilizados para conseguir una mejor calidad en las tareas realizadas y para garantizar también que los fines institucionales se cumplan. Para ello, es la clave la participación activa y vigorosa de los órganos colegiados y personales de la Universidad.

Desde luego, también resulta fundamental la participación, responsable y comprometida, de los funcionarios de la Universidad. La administración debe brindar a las actividades académicas su más decidido apoyo. La ampliación y mejoramiento de la infraestructura de apoyo a la investigación y la docencia, pasa por una administración eficiente que se encuentre en condiciones de aprovechar al máximo los medios disponibles.

En la UAM, la sistematización de información ha proporcionado mayor dinamismo y flexibilidad técnica a las operaciones administrativas, en materia de control presupuestal, escolar y de evaluación, extendiéndose a los rubros de recursos humanos, admisión académica y control patrimonial. Esta capacidad debe conservarse y actualizarse.

La infraestructura y el equipamiento administrativo ha dotado de mayor certidumbre a las actividades generales de la Universidad, una mejor aplicación de los recursos, y por supuesto una mayor velocidad en las operaciones y trámites. Pero esta infraestructura debe estar sujeta a una planeación cuidadosa, exigiendo mayor responsabilidad y empeño de los funcionarios en el apoyo a las actividades sustantivas de la UAM.

La preservación y promoción de las actividades de la Universidad implica el fortalecimiento de nuestra capacidad institucional para la definición de prioridades y la protección de las tareas académicas.

En condiciones de escasez de recursos se impone un aprovechamiento cuidadoso y eficiente de los mismos. Resulta apremiante ponderar las necesidades y equilibrar el gasto. No podemos, no debemos, descuidar ninguna de nuestras actividades sustantivas; atenderlas como es debido, implica reorientar nuestro esfuerzo en miras a una distribución equitativa de nuestro presupuesto.

Además, y de modo prioritario, constituye un imperativo fortalecer la supervisión y el control de nuestro patrimonio institucional. Razón por la cual, el Colegio Académico aprobó reformas al Reglamento Orgánico relacionadas con las facultades del Patronato, la Tesorería General y la Contraloría, con objeto de salvaguardar los recursos universitarios y de eficientar su manejo y ejercicio. La administración debe permanecer sensible a las necesidades que la sociedad contemporánea exige de las universidades modernas, no puede permanecer ajena a los fines que persigue nuestra Casa de Estudios.

Debemos atender los asuntos laborales. Es momento de establecer un marco de relación más armonioso y menos conflictivo para su desenvolvimiento. Desde luego existen muchos obstáculos para alcanzar este objetivo, pero se necesita lograr condiciones para un diálogo constructivo que permita la modificación de las formas de esta relación, que resulten benéficas tanto para la Institución como para el desarrollo de un mejor sindicalismo universitario. Es urgente concertar y construir consensos en la relación laboral que sirvan a los trabajadores para mejorar su calidad de vida y desarrollo personal, a la vez que permitan impulsar el mejoramiento institucional. Es importante que evaluemos, a lo largo del presente año, los efectos que la huelga dejó en nuestra Universidad. Será estratégico contar con un análisis detallado y profundo para establecer una mejor relación entre la Universidad y sus trabajadores.

Los proyectos son ambiciosos, pero no se ubican más allá de las potencialidades reales de la Universidad Autónoma Metropolitana y de las exigencias, en materia de Educación Superior, del futuro de México.

La Universidad posee un poder de atracción hacia ella fluyen innumerables intereses de la sociedad en que se inscribe; pero para mantener su posición como institución central del saber, referencia visible del conocimiento científico y humanístico, debe conservar su propio equilibrio y sana distancia.

En el Informe que corresponde presentar al Rector General ante el Colegio Académico, en cumplimiento de nuestra Legislación, se manifiesta el equilibrio institucional; correspondiendo a la comunidad universitaria evaluar el alcance y la significación de las acciones realizadas durante el año 2001.
Debemos examinar las estrategias para obtener el máximo aprovechamiento de nuestros recursos. También será imperativo meditar sobre las políticas para ampliar las posibilidades de financiamiento de los proyectos de investigación, docencia y preservación y difusión de la cultura en la Universidad. Esto es necesario para consolidar la viabilidad de la Institución.

Deviene imperativo reforzar las tareas de planeación y presupuestación, ampliar la participación de los profesores, las áreas y los departamentos, para que nuestra planeación y ejercicio presupuestal tenga referentes reales en el quehacer académico, y se corresponda entre sí, en el desarrollo de nuestras actividades sustantivas.

Es impostergable reafirmar los lazos que unen a las tres unidades, las nueve divisiones, y los cuarenta departamentos que integran la UAM. Definir y esclarecer un proyecto común nos permitirá participar activamente como institución de educación pública superior en el desarrollo de nuestro país. Para lograrlo será necesario fomentar las acciones que permitan definir claramente la carrera académica, considerando la gran diversidad de trayectorias que conforman a la Institución universitaria.

Mi compromiso de apoyo para las iniciativas que permitan una mejor habilitación de los profesores, un mejor desempeño en sus funciones docentes y de investigación y el fortalecimiento de los cuerpos académicos, será vigente, hasta no ver cumplidos los logros que nos proponemos alcanzar.

La investigación que se realiza en la UAM exige el diseño de políticas estratégicas de largo plazo que nos permita participar en la generación y en la transmisión del conocimiento científico y humanístico con liderazgo, vinculando a los grupos de investigación de las tres unidades, y a nuestros investigadores con las comunidades científicas nacionales e internacionales. Estos esfuerzos deben considerarse tareas compartidas que atañen al Universidad en su conjunto.

Las limitaciones presupuestales en materia de educación ponen en riesgo el desarrollo nacional a corto plazo, y a largo plazo configuran un panorama de mayores desigualdades en el país. La Educación Superior amplía las oportunidades de los jóvenes que a ella tienen acceso; pero profundiza las asimetrías para aquellos que no disfrutan de sus beneficios, ya sea por una deficiente educación media, o por falta de recursos y la necesidad vital de integrarse a la fuerza productiva del país. Estas desigualdades, que desde luego tienen expresión en la estructura laboral y la capacidad de crecimiento de la economía, se reproducen generacionalmente. Cerrar, o reducir al menos, las brechas del rezago en materia de educación es una tarea pendiente en México.

La Universidad Autónoma Metropolitana tiene, en este contexto, un compromiso inquebrantable con nuestra nación, y debe mirar por su cumplimiento con la máxima responsabilidad

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