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Docencia

La docencia, práctica central de la vida universitaria, garantiza la difusión del saber, desde luego, pero sobre todo, la transmisión de un saber hacer. La formación universitaria consiste en la creación de ambientes de aprendizaje donde se formen individuos responsables con su mundo social y natural, capacitados para buscar y revisar sus conocimientos, ampliarlos y utilizarlos en beneficio de la sociedad en la que viven.

Al ser elemento fundamental de la vida universitaria, la UAM ha propiciado diversos mecanismos para revisar constantemente el funcionamiento de su práctica docente. Hace algunos años esta reflexión derivó en la Reforma de las Políticas Generales de Docencia, así como en la creación de sus Políticas Operacionales. Como he mencionado en informes anteriores, cuando tuve el honor de asumir la Rectoría General se habían trazado ya estos pasos, conformando un suelo importante para dirigir nuestros esfuerzos a la aplicación clara y eficaz de estos imperativos. Hemos tenido oportunidad de presenciar el trabajo concreto de las tres unidades en la elaboración de las Políticas Operativas para encarar tan alto desafío. Sin perder de vista lo avanzado, el trabajo docente requiere una constante reflexión: sólo así la nueva cultura que se intenta conformar logrará afianzarse. Se trata de entregarse de lleno, intensamente, a esta actividad central. Asumir seriamente que enseñar a pensar, transmitir habilidades de pensamiento y establecer nuevas relaciones entre alumnos y profesores es una tarea compleja. Como lo es permitir que los alumnos participen de manera activa en todo su proceso de aprendizaje, desde la facilitación de los procedimientos de ingreso y permanencia en la Universidad, hasta en la flexibilidad de definir sus planes y programas de estudio.

En este sentido, nos hemos ocupado en establecer estrategias concretas en cada uno de los procesos por los que atraviesan los alumnos en su estancia universitaria. Hemos trabajado arduamente en la sistematización del procedimiento de ingreso a la Universidad para garantizar la confiabilidad de los instrumentos empleados en la admisión de nuevos alumnos. Por ello, nos ha interesado mantener de manera permanente un Sistema de Admisión y Seguimiento en el cual queden reflejados los mecanismos y procedimientos que le den certeza y validez al examen de selección. Para conformarlo, consideramos necesario proceder bajo nuestras formas de trabajo, es decir, solicitar la participación activa de las divisiones académicas para analizar y definir el perfil deseado de los alumnos de nuevo ingreso. Durante el año de 2004 definimos y pusimos en marcha este Sistema de Admisión y Seguimiento obteniendo como primer resultado las nuevas tablas de validez y contenido del examen de selección a licenciatura. Éstas contienen la descripción temática, el nivel de las preguntas y el porcentaje en que se deben distribuir los temas en el examen. Dada la relevancia de esta labor, los rectores convocaron a nueve profesores de sus unidades – tres por división- conformando en conjunto cuatro comisiones.

Este avance es sustancial para la vida de nuestra Universidad, pues al definir las características de ingreso a la UAM, trazamos el compromiso de atender a la sociedad brindándole educación; y también, conformamos una mejor definición del perfil de nuestro estudiante. Ello importa para la planeación de todo el proceso educativo, para la apertura de cursos de fortalecimiento para solucionar algunas debilidades formativas previas, la conformación de los planes de estudio, la definición de programas de tutoría y asesoría a los alumnos; en suma, para garantizar la calidad en la educación que ofrecemos.

La educación es un bien de la sociedad y nadie debe quedarse fuera de ella; sin embargo, los aspirantes deben ser conscientes de la responsabilidad que implica entrar a la Universidad y de las exigencias que el trabajo académico requiere. Transparentar nuestros procedimientos de selección permite que los actores universitarios tomemos conciencia del perfil de nuestros alumnos. Por desgracia las oportunidades educativas de los mexicanos muchas veces quedan truncadas por presiones ajenas al ámbito educativo. La desigual distribución de la riqueza ha generado que muchos estudiantes no puedan continuar sus estudios, o en su defecto, sostenerlos sin lograr un aprovechamiento total de la vida universitaria. Como mencioné anteriormente esta realidad nos ha llevado a insistir en las oportunidades que PRONABES ofrece a nuestros estudiantes, aunque nos hemos dado a la tarea de buscar otras estrategias para mejorar el cumplimiento de un valor central en la Universidad pública: la igualdad de oportunidades, y el reconocimiento a aquellos que han demostrado un interés especial en aprovechar al máximo su formación. Bajo esta preocupación creamos el programa de becas de excelencia, a través del cual ofrecimos 212 becas en 2004. Es importante estimular el trabajo de aquellos alumnos que demuestran sus capacidades académicas, con el fin de brindar un apoyo que los motive a finalizar exitosamente sus estudios y continuar su trayectoria académica o facilitar su ingreso al mundo profesional.

La oferta educativa que realiza la UAM es, desde luego, amplia, diversa; prueba de ello está en los 61 programas de licenciatura y sus 68 programas de posgrado. Para la UAM es muy importante consolidar nuestro posgrado ampliando la oferta, iniciando nuevos programas que respondan a las necesidades que el posgrado nacional requiere. La Maestría y Doctorado en Sociología aprobado por el Colegio Académico en el 2004 responde a este espíritu.

Nos interesa mucho que el esfuerzo para consolidar la diversidad de la oferta, esté estrechamente acompañado de la exigencia por garantizar una verdadera calidad educativa; por ello nos sigue ocupando la acreditación de nuestros programas y el reconocimiento nacional e internacional que obtenemos de los mismos. En relación a los programas de licenciatura durante el 2004 obtuvimos seis nuevas acreditaciones, en espera de resultados tenemos cinco licenciaturas. Para el día de hoy la UAM tiene 16 licenciaturas acreditadas por su alta calidad y 18 programas evaluados por Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES) en nivel 1. En lo que respecta a los programas de posgrado, 32 forman parte del Programa Integral de Fortalecimiento al Posgrado (PIFOP) y 11 del Padrón Nacional de Posgrado (PNP). En este sentido es importante mencionar que del total de nuestros 68 programas de posgrado, 43 presentan un reconocimiento exterior a la calidad de nuestro trabajo. Nos interesa que la sociedad conozca y evalúe con responsabilidad nuestra oferta, por ello nos hemos sumado con fuerza y determinación en esta cultura de la evaluación y transparencia. La autonomía universitaria sólo es pensable a través de una clara presentación de sus procedimientos de trabajo.

Desde luego, el reconocimiento exterior importa, además, porque es factor indispensable en el proceso de conseguir apoyos económicos tanto para operar y funcionar internamente, como para que los alumnos reciban becas y puedan dedicar todo el tiempo necesario a sus estudios. Por ello resulta imprescindible fortalecer los mecanismos que nos permitan mejorar nuestros programas de posgrado en todos los sentidos, tomando en cuenta la importancia de la eficiencia terminal, tiempos de graduación y nivel académico de los profesores que lo imparten. Preocupados por colaborar con los programas de posgrado, decidimos crear dos sistemas alternativos de becas. Uno para posgrados de reciente creación al que se le dieron 13 becas. Y otro para promover la conclusión de la tesis del que fueron beneficiarios 37 estudiantes.

El fortalecimiento de las actividades docentes, de la vida académica en general, requiere de serios e intensos trabajos de evaluación y diagnóstico. La planeación comienza con el análisis de los objetivos que perseguimos, así como de los recursos que disponemos para alcanzar las metas. Las carencias que en infraestructura, recursos materiales y humanos, tecnológicos, tiene la UAM son importantes, desde luego, pero para medirlas cabalmente es necesario conocer y proyectar los fines que perseguimos, las actividades que realizaremos al obtener nuevos recursos y los mecanismos de evaluación que emplearemos para valorar el impacto obtenido por ellos.

Ante una situación delicada en materia presupuestal, resulta obligada una planificación no sólo rigurosa sino también integral, que permita observar la situación en que se encuentra toda la Universidad. En este sentido, el Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI) ha sido una oportunidad para hacer de la planeación que todos los años realizamos un mecanismo conveniente en la obtención de apoyos económicos en aquellos rubros que consideremos de importante atención.

En el año de 2004, la evaluación del PIFI, en su versión 3.1, no fue completamente satisfactoria. A pesar de que algunos espacios institucionales consiguieron recursos adicionales para fortalecerse, existieron ámbitos de la Universidad que no fueron favorecidos. Este resultado es un reto que pone a prueba la comunidad universitaria que somos y que queremos ser. La evaluación de un Programa Integral es, debe ser, valorada por nosotros también integralmente. Y lo que no fue beneficio para algunos no es de beneficio de la UAM. Atender de manera común esta experiencia podrá ser factor importante para fortalecer profundamente nuestra noción de comunidad.

En relación al fortalecimiento de nuestra práctica docente hemos sostenido el impulso de premiar a aquellos que han hecho de su trabajo ejemplo para la Universidad. Para el año de 2004 recibieron tan importante distinción los profesores Francisco Roberto Rojas Caldelas, Raúl Rodríguez Guillén, Carlos H. Moreno Tamayo y Jaime Vielma Moreno en Azcapotzalco; María Teresa Ramírez Silva, Roberto Quezada Batalla, Ignacio López Celis, Ramón Verde Calvo, Norma Zubirán Escoto y Felipe de Jesús Peredo Rodríguez de Iztapalapa; y los profesores Bruno de Vecchi Espinosa de los Monteros, Federico Jesús Novelo Urdanivia, Fernando Antonio Noriega Ureña, María del Carmen Guadalupe Osorno Escareño y Filiberto Fernández Reyes de la Unidad Xochimilco.

Las actividades docentes realizadas el año de 2004 son prueba de la vitalidad y fortaleza institucional, muestra de treinta años de trabajo constante. Hoy nuestra Universidad ha generado más de 93 mil egresados de licenciatura y 3,240 de posgrado. En el 2004 tuvimos más de 44 mil alumnos activos por trimestre en las licenciaturas y casi 1,700 de posgrado. La presencia de nuestra historia se refleja en el vigor con el que se realizan hoy en día nuestras actividades, en el alcance social de nuestro proyecto institucional: el futuro de la UAM está cimentado en la tradición de nuestra Universidad.

La tradición es un valor inapreciable, pero no es conveniente reducir nuestras perspectivas a sus frutos simples. Para apuntar al futuro, debemos tomar en cuenta, seriamente, que la sociedad ha cambiado mucho en treinta años. El mundo de hoy es tecnológicamente cada vez más complejo, lo que exige una atención adecuada a las necesidades que produce. La Universidad no puede reducirse a formar técnicos, debe más bien propiciar el aumento de las capacidades de innovación tecnológica. La técnica, es claro, no es posible sin ciencia, y la ciencia no es nada sin inteligencia, disciplina, rigor, solidez intelectual. En este sentido las Universidades son insustituibles, como catalizadoras del desarrollo económico y del progreso social. Pero este afán sería incompleto si no nos preocupamos por formar hombres y mujeres responsables, íntegros, capaces de participar activamente en la vida cívica, ejercer el juicio crítico, cooperar solidariamente, atendiendo los compromisos que adquieren forzosamente con una sociedad generosa, que les ha dado la oportunidad de recibir una Educación Superior a la altura de los tiempos.

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