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Difusión y preservación de la cultura
La Universidad debe ser el lugar en donde se educa a seres humanos con una visión integral, crítica e innovadora. La preservación y difusión de la cultura tiene que ser una actividad enlazada estrechamente a la docencia y la investigación. Se hace difusión de la cultura en las aulas, al participar en seminarios y congresos o al publicar artículos o libros. También se hace difusión de la cultura en muchos otros espacios. En los internos, nuestra vida académica se enriquece con la presencia, en nuestros recintos, de científicos, artistas y humanistas. En los externos, la Universidad se proyecta. La difusión cultural ha procurado equilibrar ambas dimensiones de la UAM dando la oportunidad a la comunidad universitaria de contar con un ambiente en donde se realicen actividades artísticas y de divulgación de la ciencia y expresión de la cultura y, al mismo tiempo, permitiendo una mayor vinculación de la Universidad con su entorno.
En la UAM, la preservación y difusión de la cultura se realiza con la convicción de que somos un espacio de encuentro e intercambio de formas y prácticas culturales. Sabemos de la riqueza y diversidad cultural y artística existente en nuestro país y, también, de la importancia de dar a conocer a la comunidad nacional las expresiones culturales de nuestros miembros. Los tiempos actuales exigen que las prácticas de difusión y preservación cultural tomen en cuenta no sólo la diversidad sino, en conjunción, el potencial que la cultura tiene para el fortalecimiento de los lazos sociales, y comunitarios que nos dan identidad. La cultura, expresión de la potencialidad de lo humano, no es excluyente, sino acumulativa, abierta. Todo nuevo objeto cultural nos permite ampliar nuestros horizontes de sentido, nuestra forma de pensar y dotar de significados el mundo que habitamos. Por ello seguimos impulsando programas y actividades que permitan abrir formas originales de ver, imaginar y crear.
Esta forma de concebir la cultura potencia el sentido universitario en la práctica académica del reconocimiento del mérito y el talento. Nuestras funciones sustantivas se articulan de modo estratégico en el otorgamiento de la máxima distinción institucional: el doctorado honoris causa. Se trata de un ejercicio intelectual sólido y normado por nuestra legislación que supone la participación responsable de los profesores-investigadores con la promoción de aquellos sujetos que por lo excepcional de su obra y trayectoria, hayan beneficiado a la propia Universidad, la cultura nacional e impactado la presencia de México en el mundo o del escenario internacional en nuestro país.
Durante el ejercicio 2004 motivo del presente Informe, y considerando la oportunidad conmemorativa del treinta aniversario, el Colegio Académico procesó y decidió conceder el doctorado honoris causa a tres destacados personajes de nuestra vida científica y humanística: los investigadores René Drucker Colín y Mario J. Molina (sesión 255; 06.04.2004), y el filósofo Luis Villoro Toranzo (sesión 259; 20.07.2004). Sin duda alguna, ejemplos sobresalientes de dedicación académica, generadores de conocimiento de frontera, comprometidos con lo mejor de nuestra tradición y vinculados con los cuerpos académicos de nuestra Casa abierta al tiempo. Con la entrega de estas distinciones honramos a quienes forman parte medular de nuestro patrimonio intelectual, representando un valioso capital en la defensa y promoción de nuestra soberanía y desarrollo. Desde distintas ópticas disciplinarias representan un esfuerzo logrado por comprender más puntualmente tópicos tan diversos como nuestra configuración neurofisiológica, nuestro devenir colectivo y sentido histórico, y el impacto de nuestra inserción y actividad productiva en el medio ambiente, que es la morada de todos.
Aprobadas por el órgano colegiado que vertebra a las unidades académicas como un sistema universitario, las distinciones otorgadas fueron objeto de ceremonias por separado que permitieron que los doctorados honoris causa impartieran conferencias magistrales en sus campos de conocimientos. Esta modalidad de divulgación fortalece el intercambio de ideas y experiencias, propicia el diálogo entre especialistas y ofrece a un público amplio la posibilidad de conocer los puntos de vista y aportaciones científicas y humanísticas de algunos de sus principales exponentes.
La cultura se manifiesta con especial naturalidad en y a través de signos, ya sean escritos, plásticos, visuales o escénicos. De allí que se le dedique especial empeño a su salvaguarda y promoción.
Un sinfín de libros y catálogos dan cuenta de los territorios de las palabras y las imágenes. Muchos de ellos se convirtieron en realidades tangibles gracias al fomento de las políticas de coinversión y coedición que permitieron sumar voluntades con socios tan diversos como el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, sellos editoriales como Miguel Ángel Porrúa, Verdehalago, Alforja, el Fideicomiso para la Cultura México-Estados Unidos, la Fundación Santillana, Bancomer Bilbao Vizcaya, los estados de Puebla y Durango, la Cuadrilla de la Langosta, Gerardo Villegas, el Museo Dolores Olmedo, la embajada de España en México, el Fondo de Cultura Económica, el Colegio de México, la Universidad Nacional Autónoma de México, las secretarías de Cultura y de Seguridad Pública del Gobierno del Distrito Federal o la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación y el Desarrollo Tecnológico (ADIAT), entre otros.
Esta concurrencia de intereses posibilitó la impresión de auténticos tesoros literarios como la obra completa en castellano de Fernando Pessoa y sus heterónimos en versión de Miguel Ángel Flores, académico de la Unidad Azcapotzalco; la novela surrealista Hebdomeros de Giorgio De Chirico, traducida por Conrado Tostado; la poesía completa de Samuel Beckett en versión bilingüe de Pablo Sigg; la novela Pelourinho de Tierno Monénembo; la revisitación ensayística a los clásicos titulada Bajo la piel de la escritura de León Guillermo Gutiérrez, o la antología poética de voces femeninas hispanoamericanas del siglo XVII a nuestros días Pícaras, místicas y rebeldes, a manera de ilustraciones. En artes plásticas destacarían los libros colectivos dedicados como homenajes a Frida Kahlo en el cincuenta aniversario de su fallecimiento, a Enrique Bostelmann (No anunciar. Narrativa fotográfica) y a Águeda Lozano.
Además, se ha intensificado la colaboración entre las unidades académicas y sus divisiones, lo que favorece una mayor presencia y participación de nuestro catálogo institucional y, de modo central, nuestro personal académico en los mercados formales, las bibliotecas especializadas y las ferias comerciales. Como ejemplos podrían citarse: La epopeya de Cuauhtémoc en Tlacoachistlahuaca de Carlo Bonfiglioli; El Centro Histórico de la Ciudad de México: Un caso de diseño urbano 1980-2000 de Luis Alfonso Peniche; el tercer volumen de la colección Corpus Urbanístico de México en España de Jorge González Aragón y José Luis Cortés Delgado; la Obra crítica de José Amezcua en edición de Alma Mejía y Margrit Frenk; Cultura de la empresa y comportamiento tecnológico de Alexander O. Vera-cruz; volúmenes colectivos como Literatura y conocimiento medieval, coordinado por Lillian von der Walde; Las ciencias químicas y biológicas a la luz de las fuentes históricas, a cargo de Patricia Aceves Pastrana; Casa de la Primera Imprenta de América; X Aniversario, en edición coordinada por Guadalupe Fernández, o muy especialmente y en coedición con la Universidad de Boston, El ocaso del Gurú: La profesión académica en el tercer mundo, al cuidado de Philip G. Altbach, conjunto de estudios comparados sobre los sistemas universitarios de economías emergentes y de ingresos medios.
Las revistas institucionales Casa del Tiempo, Alforja de poesía y Contexto en Psicoanálisis se consolidan y posicionan cada vez mejor, obteniendo niveles muy razonables de comercialización y distribución, pero sobre todo cumpliendo su misión de promover el quehacer universitario y de difundir, dentro y fuera de nuestra comunidad, expresiones relevantes del pensamiento y la creación literaria generadas más allá de nuestra fronteras.
En artes plásticas y visuales debe subrayarse la producción de la carpeta gráfica conmemorativa del treinta aniversario de nuestra Universidad titulada Archipiélagos gráficos, que integró a cuarenta y dos creadores de primera fila: Leonora Carrington, Juan Soriano, Manuel Felguérez, Silvia H. González, Vicente Rojo, Perla Krauze, José Luis Cuevas, Teresa Cito, Gilberto Aceves Navarro, Joy Laville, Helen Escobedo, Roger von Gunten, Ilse Gradwohl, Luis López Loza, Irma Palacios, Francisco y Miguel Castro Leñero, Jan Hendrix, Magali Lara, Carla Rippey, Mimí Ortega, Pilar Bordes, José Francisco, Manuela Generali, Paul Nevin, Alan Glass, Gilda Castillo, Victoria Compaiñ, Boris Viskin, Roberto Turnbull, Fernanda Brunet, Yolanda Mora, Gabriel Macotela, Nunik Sauret, Marina Lascaris, Ivonne Domenge, Saúl Kaminer, Manuel Marín, Pedro Friedeberg, o nuestros profesores-investigadores Bela Gold, Raúl Hernández y Elena Segurajáuregui.
Los recintos universitarios continuaron albergando exposiciones de artistas de distintas generaciones, estilos y técnicas, pero, en todos y cada uno de los casos, de calidad incuestionable. En esta tarea ha resultado fundamental la colaboración de los especialistas que integran el Comité de Selección de Artes Plásticas, y en cuyos trabajos sobresale el aporte crítico sustantivo de personal académico de la Institución como Víctor Muñoz y Raúl Hernández.
A lo largo de 2004 en la Galería Metropolitana, la Casa del Tiempo, la Galería Manuel Felguérez y la Casa de la Primera Imprenta se montaron cerca de treinta muestras pictóricas, gráficas, escultóricas y fotográficas. Entre ellas: la Bienal Internacional del Cartel, el Corpus Urbanístico de México en España, la colectiva Abstracción.es de Francisco Castro Leñero, Fernando García Correa, Flavio Garciandia, Julio Suárez y Fernando Colón; la retrospectiva homenaje a Julia López; Dittamondo de Patricia Lagarde; Réquiem Blanco de Claudia García Calderón; Elocuencia del silencio de Águeda Lozano; Las gordas en la playa de Gilberto Aceves Navarro en el marco del Festival Internacional del Centro Histórico de la Ciudad de México; La ciudad frente a mí de Julio Farell; Por una nariz de Franco Aceves; o de profesores-investigadores de nuestra Universidad como Símbolos y rituales de Oweena Camilla Fogarty y Obra reciente de Fabrizio van den Broeck. Como ya es costumbre, varias de estas iniciativas itineraron en distintas ciudades de la República como Puebla, Xalapa, Campeche, Orizaba, Veracruz, Querétaro, Aguascalientes, entre muchas otras plazas.
Al mismo tiempo ha continuado el esfuerzo por fortalecer el acervo artístico universitario con la incorporación de más de un centenar de piezas de singular valía; mereciendo mención especial las donaciones documentadas mediante contratos formales de Gilberto Aceves Navarro (63 grabados), el mural Códice de Santa María, de Francisco Castro Leñero, el monolito basáltico de Xavier Esqueda, los óleos de Julio Suárez (Puerto Rico), Flavio Garciandia (Cuba), Fernando García Correa y Perla Krauze; y una serie de dibujos a tinta de Carlos Vidal (España). Cabe destacar que, en colaboración con el Patronato Universitario, se inició el levantamiento y registro de cada obra, que considera respaldo digital y cédula a detalle, incluyendo avalúo para efectos de seguro.
Por su parte, las artes escénicas trascendieron los espacios formales para, como en el caso de la música, convertirse en ocasión celebratoria del aniversario de las primeras tres décadas de vida de la UAM. Así, tuvieron lugar conciertos en cada una de las unidades académicas y en el edificio sede de la Rectoría General, además de uno magno en la Sala Ollín Yoliztli. Distintos formatos al alcance de la comunidad universitaria: cámara, concierto sinfónico y recital de camerata. Se contó con la colaboración entusiasta de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México en pleno, así como de ensambles formados con algunos de sus miembros. Los programas ofrecieron el repertorio clásico y obras de autores mexicanos; debiéndose consignar los estrenos mundial y mexicano de obras de los compositores Eduardo Soto Millán y Sergio Cárdenas, respectivamente.
La importancia y fortaleza de las tres actividades sustantivas crece potencialmente si ellas se desarrollan y emprenden en vinculación, si se suman y agregan en lugar de separarse. El reconocimiento que nuestra Universidad tiene hoy dentro de la sociedad mexicana se debe a nuestro modelo de trabajo. Los esfuerzos de los próximos años deberán seguirse orientando a perfeccionarlo y fortalecerlo. Sin duda es un reto enorme, sobre todo porque ante el aumento de la centralidad de la investigación en todo el mundo, y la necesidad de que esta impacte de manera directa en el desarrollo económico de las sociedades, se ha generado un distanciamiento peligroso entre la docencia y la investigación. La especialización es muestra de ello. No es fácil transmitir un saber especializado a los alumnos que apenas ingresan a las Universidades. La distancia entre la investigación de vanguardia y los conocimientos que se ofrecen en las aulas y salones de clase, requiere de estrategias intensas para salvar las brechas. Es preciso por ello poner al día constantemente los planes y programas de estudios, actualizar a profesores, renovar laboratorios y talleres, vincular los programas de licenciatura y posgrado, ampliar las relaciones con otras Universidades y centros de investigación; pero, sobre todo, crear un clima de aprendizaje constante que cristalice claramente la esencia de la vida universitaria.