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IV. Gestión de la vida universitaria

Es importante tomar en cuenta que la administración universitaria ha enfrentado serias dificultades para operar en una coyuntura caracterizada por el estancamiento económico tanto mundial como nacional. La economía mexicana entró en los últimos años en un período de tasas de crecimiento cercanas a cero, que se ha reflejado en una muy débil expansión de la producción y del consumo, y, consecuentemente, un debilitamiento en la creación de nuevos empleos y una menor capacidad para generar los ingresos fiscales que requiere el Estado. Pese a este entorno difícil, la Universidad logró en los últimos años asignaciones presupuestales crecientes en términos reales, que le permitieron, mediante criterios muy estrictos de planeación y asignación de recursos, proteger y mantener el más alto estándar de calidad en el cumplimiento de sus funciones sustantivas. En materia presupuestal, la política de la administración de la Universidad ha sido inequívoca, dirigida a sostener y consolidar el financiamiento de la Universidad, siguiendo una línea de disciplina en el ejercicio de los recursos disponibles que aseguren la viabilidad financiera de la Institución y la consolidación de su organización académica.

Se han reforzado y profundizado los criterios de planeación y presupuestación en todos los niveles de la UAM, procurando que los proyectos se correspondan con el desarrollo de las actividades sustantivas. Por ello, nos hemos visto en la necesidad de tomar importantes medidas tendientes a ese objeto principal, tomando en cuenta la rigurosa valoración de los medios con que contamos para hacer efectivos los compromisos de la Institución, así como la evaluación de las formas idóneas, óptimas, para actualizar y proyectar tales compromisos a su realización no sólo eficiente, sino posible, viable, dentro de nuestras más altas exigencias de cara al porvenir de la Universidad.

Por lo que se refiere a los aspectos laborales, se han puesto en marcha nuevos esquemas en los que quedan más claramente delimitados los intereses de la organización sindical y los correspondientes a la Institución, de forma que se mantienen los derechos de los trabajadores y se salvaguarda el cumplimiento de las funciones educativas, de investigación y de preservación y difusión de la cultura. En este marco, sin alterar las condiciones pactadas, en particular las relacionadas con el salario y las prestaciones que disfrutan los trabajadores, se ha logrado una mejor distribución de los recursos de la Universidad en beneficio de las actividades académicas. A este tipo de necesidades han correspondido diversas medidas desde el comienzo de mi gestión, decisivas en la configuración de mejores condiciones laborales y decisivas también para el fortalecimiento inmediato y a largo plazo de la Universidad.

Prácticamente al inicio de mi gestión como Rector General, la Universidad sufrió una larga huelga, sensiblemente costosa, lamentable, que pudo haberla debilitado, exponiéndola no sólo a fracturas internas sino al desprestigio que naturalmente induce en la percepción de la sociedad a la que debemos nuestra existencia. Los estudiantes, que demandan de la Universidad su mayor fortaleza, fueron sin duda los más afectados por ese movimiento, representando para ellos una ruptura en la continuidad de su formación, en sus proyectos de vida, en su relación con las actividades de docencia e investigación interrumpidas por la huelga. No obstante, se logró con el esfuerzo de la comunidad académica restablecer pronto el ordenamiento de la Universidad, recuperando la proyección vigorosa de la Institución, y el desarrollo de las actividades de docencia, investigación y preservación y difusión de la cultura. La sociedad mexicana, la comunidad académica nacional e internacional apreciaron el esfuerzo, notable, realizado por la UAM. Esta situación ha mejorado en los últimos años, con tensiones naturales producto de la dinámica laboral y del compromiso por sostener la vida académica de la Universidad.

Por ello una preocupación constante de la Rectoría General ha sido establecer un marco más armonioso y menos conflictivo para el desarrollo de la relación sindical; se han reconocido no sólo los obstáculos que pudieran existir para el logro de este objeto, sino también, y sobre todo, las posibilidades de construir alternativas eficaces en las condiciones de diálogo que permitan formar consensos aceptables, razonables, que garanticen los beneficios del sindicalismo universitario que inciden directamente en la protección de los derechos del trabajador para mejorar la calidad de vida y el desarrollo personal, y que a la vez faciliten el perfeccionamiento institucional. Esto es decisivo para evitar los males costosos de un diálogo distorsionado en la relación sindical al interior de la Universidad, que impidan reconocer las referencias del proyecto de comunidad universitaria, los intereses generales de la Institución como tal: Universidad.

La complejidad de la sociedad, así como la de la Universidad contemporánea, ha generado la necesidad de fortalecer y clarificar nuestros procesos autogestivos. La UAM cuenta gracias a su estructura operativa consignada en la Ley Orgánica, con mecanismos de funcionamiento flexibles que hacen posible una planificación integrada de su desarrollo. La horizontalidad de las relaciones y su vida colegiada, funda una práctica con altos índices de participación, responsable y transparente, que le otorga a la Institución fortaleza y que le otorga un grado de confiabilidad y certidumbre en su desempeño.

Respondiendo a estas necesidades en el año 2004, consideramos pertinente solicitar a la Auditoría Superior de la Federación su intervención para revisar las cuentas de nuestra Institución relativas al 2003. El resultado de esta revisión se nos entregará próximamente. Por el momento lo importante consiste en asumir que este ejercicio debe ser tarea continua de nuestra Institución y de cualquiera que opere con recursos sociales. La transparencia es imperativo de las sociedades democráticas.

Bajo este espíritu y convencidos de este ejercicio democrático de transparentar nuestras operaciones, en el 2004, como todos los años, presentamos ante el Colegio Académico y publicamos para hacerlos del conocimiento de la comunidad universitaria y la sociedad en general, los estados financieros de la Institución, auditados externamente. De la misma forma el Comité de Enlace y Acceso a la Información Pública ha continuado con sus tareas, procesando las peticiones de manera regular y expedita.

Los signos generales de nuestro tiempo no son todos prometedores. Vivimos en un mundo competitivo en el que a menudo se olvidan los valores del humanismo, que son también los de la Institución universitaria. Los fenómenos de la globalización han permitido algunos avances en el plano económico, pero han causado distorsiones sociales tan grandes que es imposible imaginar los resultados a mediano y largo plazo. La violencia y la guerra parecen ser azotes constantes para la humanidad; la lucha por los recursos económicos será cada vez más difícil. Nuestros egresados tendrán que abrirse paso en ese mundo y nuestra obligación es prepararlos para ello. Quienes reciben una educación universitaria se forman y habilitan para la vida y el trabajo. Al egresar se espera de ellos que sean ciudadanos informados sobre los problemas de su tiempo y especialistas competentes en el campo del diploma recibido.

La Rectoría General ha procurado, en la esfera de su acción, propiciar las condiciones óptimas para la realización de nuestras actividades sustantivas reconociendo la responsabilidad que ello comporta tanto para la defensa de la autonomía de la Institución, como para la proyección hacia la sociedad de los beneficios que genera la Universidad como centro del saber. Estos dos aspectos indisolubles de las realizaciones institucionales de la UAM, la autonomía y la altísima consideración de su valor público, representan los referentes ciertos de la orientación de nuestro desempeño institucional.

La UAM, a través de tres décadas ha construido este espacio mediante una planeación racional, con el concurso de la comunidad universitaria y de los aciertos de sus miembros más distinguidos, del empeño constante y responsable de profesores, y con el soporte sólido de funcionarios y profesionales administrativos. La participación de la comunidad académica es decisiva para fortalecer la identificación y la confianza indispensables para la buena marcha de la Institución.

La Universidad es un bien público que interesa a todos, no sólo a los miembros de la comunidad de la UAM, sino a México en su conjunto. En estas tres décadas de arduo trabajo, la UAM se ha convertido en referencia importante para las instituciones públicas de educación superior. La confianza que la sociedad ha depositado en nosotros ha sido pieza clave para construir y consolidar el proyecto. En treinta años, la UAM ha funcionado a través de tres unidades académicas. En 1974 la ciudad de México tenía una demanda educativa amplia, importante, y la UAM surgió para ofrecer un modelo nuevo y de vanguardia que pudiera atender estas necesidades.

Al iniciar la cuarta década de nuestra vida, tenemos la posibilidad de pensar en ampliar, también, nuestra presencia física, en abarcar un punto más del área metropolitana. En este sentido consideramos oportuno imaginar una cuarta unidad, ubicada en el Poniente de la Ciudad, tomando en cuenta la necesidad de atender la gran demanda de ingreso a nuestra Universidad que año con año aumenta en proporciones considerables, y con la convicción de que el aumento de espacios para la formación de profesionales, científicos y humanistas, en los que se desarrolla la investigación enriquece al país, dotándolo de los medios para proyectarse.

La experiencia de treinta años de trabajo nos permite pensar en un proyecto de Unidad que recupere las virtudes de nuestra tradición universitaria, pero que además logre potenciar lo que ya tenemos con el fin de renovar nuestro proyecto. La Casa abierta al tiempo es y ha sido Institución comprometida con el ejercicio reflexivo, atenta al devenir, comprometida con su tiempo. Un espacio nuevo permite que la imaginación se despliegue con mayor libertad, exige afrontar una serie de riesgos, pero también acrecentar nuestro nivel de participación en la generación de “hombres cultos de su tiempo”.

Estamos convencidos que en este nuevo proyecto la experiencia, el sentido de responsabilidad y la voluntad crítica serán los factores claves para consolidar una Universidad que sostenga y materialice su compromiso con el tiempo social. La donación que el Gobierno del Distrito Federal hizo a la UAM de un predio de 35 mil metros cuadrados en la Delegación Cuajimalpa el 5 de noviembre de 2004, representa, sin duda, una de las piezas más importantes para hacer posible este proyecto; contándose en todo momento con el respaldo irrestricto de la Secretaría de Educación Pública, lo que permitirá concretar la iniciativa para beneficio de la sociedad mexicana y fortalecimiento de nuestra Universidad.

En el tiempo que he tenido la oportunidad de participar desde la Rectoría General en la construcción y desarrollo de nuestro proyecto institucional, he procurado dirigir mis esfuerzos al fortalecimiento de las tareas académicas de la UAM, así como a estrechar los vínculos internos de la comunidad universitaria como los externos de cara a la sociedad. Estoy convencido de que la Universidad Pública es un bien insustituible e intransferible, que es espacio para pensar, diseñar, planear y hacer posible la sociedad que queremos. La reflexión crítica, el desarrollo de conocimientos y la creación artística son las mejores herramientas para que la sociedad se piense y se articule, se transforme y se postule un futuro más justo y equitativo. Corresponde a la comunidad universitaria y a la sociedad en general evaluar el alcance y significación de nuestras acciones.

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