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II. Sobre las actividades académicas

Sustento y sentido de la vida universitaria, las actividades académicas han concentrado los esfuerzos de la institución durante el año 2000. En el recuento de lo alcanzado puede reconocerse un gran número de eventos académicos, reuniones, publicaciones y sobre todo la gran cantidad de estudiantes que en las aulas y laboratorios fueron parte activa del constante aprendizaje que caracteriza la vida universitaria.

Las tareas de investigación que realizamos en la Universidad constituyen un eje fundamental para la realización de sus compromisos con la sociedad. No sólo por el valor que tiene la investigación por sí misma, sino también porque su realización anima y nutre la docencia y las tareas de preservación y difusión de la cultura.

En general, cuando se habla de investigación muchas veces nos referimos a clasificaciones tales como investigación básica o aplicada. En la Universidad, los sistemas de ponderación de las actividades de investigación se refieren al impacto y trascendencia de los trabajas realizados. En este sentido, el concepto de investigación significa es el que mejor explica la naturaleza y alcance que en la institución tiene esta actividad sustantiva.

Las tareas de investigación resultan significativas, en términos generales, cuando a través de ellas se genera nuevo conocimiento dentro de un cierto campo disciplinario. Existen otras dimensiones en que la investigación se vuelve significativa y que, en un país como el nuestro, o pueden resultar especialmente importantes. Así también es significativa aquella investigación que aunque no se proponga la generación de nuevo conocimiento, sí se dirige a traducir el conocimiento conocido para aplicarlo a la solución de problemas concretos de nuestra sociedad. O bien, que ofrece una lectura útil de los fenómeno sociales.

En estos términos, mucha de nuestra investigación en ciencias sociales, resulta significativa por su capacidad para ofrecer explicaciones sobre los fenómenos particulares de nuestro país, O bien, por su poder para describir y caracterizar procesos individuales y colectivos, de forma que sean accesibles a la comprensión y útiles para el diseño de políticas públicas

Las formas en que la investigación es significativa no resultan excluyentes. Podemos encontrar numerosos ejemplos en la historia, en los que a la vez que se esta generando un nuevo conocimiento, se están proporcionando soluciones y con ello se producen resultados tangibles, concretos, que resultan en un mayor bienestar colectivo. Un ejemplo muy importante de este tipo de investigación es la que desarrolló Pasteur

Ciertamente, es relevante señalar que muchas veces el lapso que transcurre entre la generación de nuevo conocimiento y el desarrollo de formas de aplicación concreta, en beneficio de la sociedad, puede ser largo. Pero crear nuevo conocimiento, independientemente de sí tiene un aplicación en lo inmediato o no, es importante para el conjunto de la sociedad, pues contribuye a la mejor comprensión de nuestra realidad.

Desde la perspectiva de la Universidad, la investigación es significativa también por otras razones, que están vinculadas con su responsabilidad ante la sociedad y sus funciones sustantivas. Es por ello que, en el ámbito universitario, no basta con llevar a cavo tareas de investigación por sí misma, es necesario incorporar otros ingredientes alrededor de la actividad que se desarrolle. Fundamentalmente se requiere que las tareas de investigación nutran la docencia.

En los últimos años hemos actuado con la convicción de que en una universidad que realiza tareas de investigación como una de sus actividades sustantivas, ésta debe tener un impacto muy claro en la formación de los estudiantes de nivel licenciatura. De manera que, la investigación, reconociendo todo los valores que tiene por sí misma, dé como fruto, la formación de nuevas generaciones.

Por otra parte, tratándose de una Universidad Pública, la investigación que en ella se realice tiene que abocarse, en la medida de sus posibilidades, a abordar todos los campos del conocimiento,. Ello a diferencia de lo que puede ocurrir en una universidad privada, cuya naturaleza puede estar dirigida a la realización de intereses particulares o fines específicos, para generar o difundir conocimiento dentro de un cierto campo. En el caso de la Universidad Pública, su ámbito tiene que ser definitivamente abierto, diverso y plural, orientado al cultivo del saber, en la medida de sus posibilidades, en todos los campos del conocimiento.

Una característica adicional, que resulta fundamental, es que el conocimiento que se genera en una Universidad Pública debe ser un bien de orden público, es decir, ha de ser un conocimiento que al generarse se pone a disposición de toda la sociedad.

En este sentido, los resultados de la investigación que se realiza en una Universidad Pública han de ponerse a disposición de todos porque es objetivo de la investigación de una Universidad Pública contribuir al mejoramiento de la sociedad.

De esta manera, la tarea de investigación que se desarrolla en una Universidad Pública colabora con la formación de una sociedad mejor educada. Contribuye a través de la trascendencia e impacto de sus resultados a alcanzar condiciones en que sea posible lograr una mayor justicia en la sociedad, una mayor equidad, una mayor riqueza de toda la nación. Ello en la medida en que la investigación logra traducirse en bienestar para toda la población, promoviendo el desarrollo integral de todo el país.

Tal es el marco bajo el cual hemos concebido la actividad de investigación en una Universidad Pública como la nuestra. Lo que implica grandes retos y compromisos para nuestro trabajo cotidiano, y nos obliga a ponderar la magnitud de nuestros logros y los objetivos que es necesario alcanzar.

Sin constituir un modelo terminado, la investigación en la Universidad Autónoma Metropolitana, cumple con los rasgos anteriores. Con ello, se quiere señalar que la investigación en nuestra Universidad ha avanzado en la conformación de una planta de investigación que responde a la naturaleza de sus objetivos. Los avances logrados, en mucho, están vinculados a un conjunto de políticas que se han venido instrumentando a lo largo de la historia de la Institución, dirigidas en general, a la consolidación de nuestros grupos de investigación. Políticas que están orientadas por los objetivos institucionales, de manera que la investigación que se desarrolle, efectivamente contribuya al avance del conocimiento sobre cada campo disciplinario y que participe en la solución de los problemas nacionales.

Una de las primeras políticas de la Universidad se dirigió a impulsar el desarrollo de tareas de investigación en una amplia gama de disciplinas. Sin duda, en la UAM no abarcamos todos los campos del conocimiento, pero sí cubrimos un abanico amplio y valioso de los ámbitos del saber, que se distinguen por ser, muchos de ellos, característicos y específicos,. al menos en nuestro país, de una Universidad Pública.

Se puede citar a modo de ejemplo, el caso de la Ciencias Sociales y las Humanidades, en donde como Universidad Pública hemos promovido un espacio muy importante de investigación, que ciertamente puede hacer contribuciones relevantes al desarrollo de nuestro país. Este es un espacio que debemos de proteger, fortalecer y fomentar por estas razones.

También, cultivamos en el área de las Ciencias Básicas y Biológicas, disciplinas que no son comúnmente fomentadas en instituciones mexicanas de orden privado porque reconocemos la importancia de la investigación en estos campos. En especial, observamos la necesidad permanente de ampliar y fortalecer las plantas académicas vinculadas con disciplinas cruciales para la formación de profesionales e investigadores necesarios en el desarrollo del país, en una perspectiva amplia y de largo plazo.

En estas políticas, destaca el esfuerzo realizado en las áreas de las Ciencias y Artes del Diseño, para establecer protocolos de investigación y desarrollar nuevas actividades de generación del conocimiento. Esta ha sido una tarea en que la UAM ha sido pionera en nuestro país.

En la dimensión en que la investigación universitaria es significativa por su vinculación con la docencia tenemos que realizar un gran esfuerzo de cambio y mejoramiento. Empero, es necesario reconocer que en el nivel del posgrado la UAM ha sido particularmente exitosa. Hemos visto, sobre todo en el transcurso de los últimos años, cómo en la medida en que se han consolidado los diferentes grupos de investigación, se desarrollan mejores programas de posgrado. En la actualidad cada una de las nueve divisiones de la Universidad cuenta al menos con un programa de posgrado.

En la Universidad se ha desarrollado un modelo donde hay una clara articulación entre los diferentes niveles que componen los estudios de posgrado, la parte correspondiente en muchos casos a la especialidad, el nivel de maestría, la parte el doctorado, conforman un conjunto programático con objetivos comunes y salidas terminales particulares. Nuestros mejores programas de posgrado se distinguen por la participación de grupos consolidados de investigadores.

En el posgrado la universidad ha obtenido resultados importantes para la formación de investigadores y profesionistas del más alto nivel, en los diferentes campos disciplinarios. Ello está soportado en una característica principal: hemos cuidado y protegido, que el posgrado esté claramente anclado en áreas y grupos de investigación.

Es apreciable la forma como la matrícula del posgrado ha tenido un crecimiento importante que ya alcanza la cifra de 1,614 y, dentro de esta matrícula, no sólo estamos educando a las nuevas generaciones de profesionales que compiten en el mercado de trabajo, también estamos participando de manera muy activa en la formación de profesores de otras universidades del país. Hoy un número muy significativo de estudiantes de posgrado de la UAM tiene esta característica.

Resulta de la mayor importancia para el desarrollo futuro de la Universidad fortalecer aún más los programas del posgrado, a la vez que impulsar los espacios de investigación, de manera que siempre caminen juntos., Que con ello y al tiempo que se logra articular mejor la investigación con la docencia de licenciatura, estemos garantizando que la investigación que se realiza no sea nada más la investigación por sí mis, sino que siempre esté acompañada de la educación de los jóvenes que demanda el país.

Todos reconocemos que el número de investigadores con los que se cuenta en México es muy pequeño en relación con el tamaño de la población. Es por ello que tiene la mayor importancia para el país, fortalecer los programas del posgrado y por tanto, impulsar los programas de investigación asociados con él. En especial, es necesario buscar el incremento de la matrícula en los programas de posgrado. Esa es la única vía para lograr un aumento significativo en la masa de investigadores en el ámbito nacional. Desde luego, todo esto en un marco donde la actividad de investigación sea ciertamente significativa.

Esto último lleva a considerar el tema de la calidad de las tareas de investigación y las formas como puede ser ponderada, desde la dimensión de ser significativa. Hay una variedad de indicadores interesantes respecto a la situación de la investigación en la Universidad. Podemos detenernos en aquellos que se refieren a las características de la planta académica. Pues ahí se expresa el potencial institucional para la realización de las actividades sustantivas.

La planta académica de la UAM, refiriéndonos exclusivamente al personal de tiempo completo para el trimestre otoño 2000, se compuso de un 68.8% de profesores que ya cuentan con la categoría de Titular. Esta composición constituye un aspecto importante a considerar, dado que en nuestro marco normativo se establece que las características del Profesor Titular son tales que debe ser capaz de hacerse responsable del desarrollo, tanto de proyectos de investigación, como de programas de investigación.

De manera que, en principio, estaríamos contando, en el conjunto de la planta académica, con un 68.8% de profesores que formalmente cuentan con las características para responsabilizarse de la conducción de proyectos y programas de investigación.

Si se compara esa cifra con el porcentaje de profesores de la Universidad que participa en el Sistema Nacional de Investigadores (SIN), 452, que representa aproximadamente el 20% del total, podemos preguntarnos sobre el estado de nuestra investigación, desde una perspectiva específica, que se refiere a la forma cómo son consideradas desde el exterior de la Institución nuestras actividades de investigación.

Por otra parte, habría que considerar que el 29% de los profesores cuenta con el grado de doctorado, lo que formalmente los habilita para realizar actividades como investigadores independientes.

Ciertamente, entre el mecanismo que tiene la universidad para la evaluación de las actividades académicas de los profesores y el dispositivo u los criterios que tiene el SIN para la evaluación de la actividad de los investigadores en el país, existen diferencias de fondo, vinculadas, con los propósitos de cada uno.

Es necesario reconocer, que a pesar de las imperfecciones que tenga la evaluación que se lleva a cavo en el SIN es una valoración de orden más cualitativo, de forma que toma más en cuenta la calidad y las características de los resultados de investigación y la trayectoria de la persona, y con ello pondera lo significativo de las actividades desarrolladas. Este carácter cualitativo contrasta con nuestro proceso de evaluación interno que está muy orientado a lo cuantitativo.

Donde hay que considerar que en los procesos internos de evaluación se toman en cuenta, de una manera importante, muchas actividades que no necesariamente se consideran en el SIN. Sin embargo, si reconocemos que la característica principal de un Profesor Titular es que debe ser capaz de conducir proyectos y programas de investigación, el que aparezca una diferencia tan significativa en los resultados de la evaluación, habría de obligarnos a reflexionar sobre la necesidad de revisar los procesos de valoración académica dentro de la Universidad.

Es necesario observar detenidamente la dimensión cualitativa de la evaluación. Resulta importante reconocer que, en la Universidad en la parte de los mecanismos de evaluación, tenemos que avanzar más hacia la posibilidad de una evaluación de índole cualitativa, que tome en cuenta la trayectoria del sujeto, y hacia la búsqueda de formas para el reconocimiento de aquella investigación que sea realmente significativa.

De cualquier forma, un aspecto muy importante que tenemos que reflexionar, en torno a las características de nuestro tabulador numérico, se refiere al modo como se logre, con la mayor claridad y precisión,. Determinar los requisitos que debe reunir un trabajo que se desarrolla en la Universidad, para que sea considerado efectivamente como un trabajo de investigación.

El problema, en este sentido, es de especificación, de alguna manera el tabulador reconoce muchos tipos de trabajo académico que se desarrollan dentro de la Universidad, pero no necesariamente todas esas tareas que se realizan deberían calificarse como trabajo de investigación. Los sustancial es la forma como clasificamos las labores. Ello resulta un aspecto nodal para avanzar hacia una evaluación más cualitativa, donde se puedan reconocer y establecer con claridad los atributos que debe reunir un trabajo de investigación significativa.

Esta es una reflexión que debemos desarrollar del modo más amplio posible, de forma colectiva, en un plano compartido por todos, de manera que efectivamente esto permita a la comunidad universitaria precisar mejor la calidad de la investigación que queremos en la Universidad. Con ello, se podrá modelar la evaluación de esa investigación y también, precisar mejor las formas y los mecanismos para fomentar la calidad más allá de consideraciones sobre la cantidad. Todo ello favorecerá que nuestra contribución en el desarrollo del conocimiento resulta más significativa.

Ciertamente, el estado de nuestra investigación, en parte, está vinculado con el énfasis cuantitativo del sistema de becas y estímulos. Sin embargo, las características del sistema de becas y estímulos no explican el comportamiento del conjunto de la comunidad. Es necesario observar que depende de la madurez de los grupos de investigación, la forma como se vincular los instrumentos de fomento y los resultados del trabajo académico.

De modo que, si se observa lo que ha ocurrido en términos de los productos de investigación de aquellos grupos que han alcanzado un alto grado e madurez y que tenían ya esta madurez antes de que apareciera el sistema de becas y estímulos, no observamos cambios sustanciales en su comportamiento.

Lo que se observa es que los grupos con mayor madurez mantienen una producción de investigación significativa, y desde luego que a través de ella se hacen acreedores a alas becas y estímulos que otorga la Institución. En general es notorio que estos grupos no han desviado su comportamiento académico por el sistema de reconocimiento. En este sentido, el sistema de becas y estímulos no ha tenido ningún efecto negativo sobre el trabajo de investigación que se desarrolla. Aun cuando hay que reconocer que no resulta un elemento apropiado de fomento para el mejor desenvolvimiento de los grupos que no han alcanzado su desarrollo pleno. En este sentido es necesario mantener y diseñar políticas de fomento adecuadas.

Se pueden reconocer en la historia de la Universidad muchas políticas que han estado orientadas hacia el fomento y la consolidación de los grupos de investigación en todos los campos del conocimiento que se cultivan. Se han establecido algunas políticas de promoción al desarrollo de grupos de investigación, pero quizás no sean suficientes para que estos grupos alcancen la madurez plena.

Otro aspecto que resulta crucial para el desarrollo de la investigación, es su financiamiento. Es necesario señalar que la Universidad ha ido avanzando de una manera gradual y sistemática hacia la obtención de mayores recursos externos para el financiamiento de la investigación. Llamamos externos a aquellos que son adicionales al presupuesto que autoriza el Colegio Académico. En general, estos recursos se generan a través de convenios, que pueden ser establecidos con agencias de financiamiento, como el CONACYT o agencias internacionales, o convenios que se establecen con diferentes sectores de la sociedad. Desde luego, la consecución de los recursos que se obtienen por esta vía, son muy importantes para el desarrollo de los trabajos de investigación.

En la actualidad, con variaciones pequeñas de un ciclo a otro podemos reconocer que en los últimos años la UNIVERSIDAD, a través de sus grupos de investigación, ha atraído recursos que representan alrededor del 25% de lo que es el presupuesto correspondiente a los otros gastos de operación e inversión.

En otras palabras, dejando fuera todo lo que tiene que ver con las obligaciones contractuales y el programa de becas y estímulos, observando sólo lo que se refiere a los gastos de operación y de inversión, en los últimos dos o tres años la Universidad ha contado con recursos adicionales que provienen del financiamiento externo.

Es necesario ir fortaleciendo mecanismos al interior de la Universidad, para facilitar, promover y apoyar la generación e mayores recursos externos. De forma que, a través de la acción de nuestros grupos de investigación, se pueda acceder a un mayor financiamiento de las tareas. Habría de fijarse el objetivo de que una buena parte del financiamiento de la investigación se obtenga mediante los recursos que se generan por convenios externos.

El financiamiento dirigido a la consolidación de los grupos de investigación habrá de ser resultado del esfuerzo de la Institución, de nuestra habilidad para realizar una planeación adecuada y una eficaz asignación de los recursos. Sin embargo, el futuro de la investigación en la Universidad dependerá de la capacidad para establecer mecanismos de financiamiento que no dependan exclusivamente de subsidio y de agencias gubernamentales. En este sentido, la diversificación de las fuentes de financiamiento resultará crucial. Los grupos de investigación más consolidados habrán de buscar un financiamiento cada vez más independiente de las fuentes institucionales

En la medida en que nuestros grupos de investigación alcancen una mayor vinculación con las necesidades de la sociedad sus formas de financiar sus actividades habrán de encontrar mecanismos efectivos de diversificación. Ciertamente, ello no puede implicar el abandono de los objetivos institucionales, por el contrario ha de ser una vía para realizar con más eficacia las tareas de servicio a las necesidades sociales.

En general, resulta indispensable que la comunidad universitaria reflexione sobre el alcance y la importancia de nuestras tareas de investigación, sus formas de financiamiento, sus mecanismos de evaluación y sus modos de articulación con las otras actividades sustantivas de la Universidad.

Como producto de una clara articulación entre la investigación y la docencia se han desarrollado nuestros espacios de posgrado. Sin embargo, la vinculación entre la investigación y la docencia en licenciatura ha resultado difícil de establecer. De modo que, nuestros estudiantes no reciben cabal beneficio de pertenecer a una Universidad Pública que realiza investigación de alta calidad.

La Universidad Pública que realiza investigación, ocupa un lugar estratégico en el sistema de educación superior del país, pues constituye un lugar privilegiado para la formación de los jóvenes, ya que el ambiente académico que generan las actividades de investigación conforma un espacio de aprendizaje sin paralelo en otras instituciones.

Las actividades de investigación en la Universidad Pública, se traducen en la concentración de una enorme riqueza que descansa en la potencia intelectual y los recursos académicos que reúne. El desafío es lograr que esta riqueza sea disfrutada por los estudiantes, desde el nivel de la licenciatura.

Es necesario reconocer que muchos de nuestros estudiantes, después de acumular un gran número de cursos requeridos, aún no tienen una estructura coherente de conocimientos o la perspectiva para establecer las relaciones entre la gran variedad de información que reciben. Por desgracia, es común que egresen estudiantes que no han alcanzado a desarrollar estructuras de pensamiento lógico, que no escriben o tampoco se expresan verbalmente con claridad. Estos resultados están lejos de representar la capacidad educativa que en la Institución se ha concentrado, máxime si tomamos en consideración que el 72% de los profesores es de tiempo completo (29% de ellos cuenta con grado de doctor), y que la relación promedio es de aproximadamente 12 alumnos por profesor.

Con ello, no se pretende descalificar el enorme esfuerzo que se realiza en las aulas y los laboratorios, tampoco se desconoce la calidad de muchos de nuestros estudiantes y egresados, que se desempeñan con éxito en el posgrado y en el mercado de trabajo, y que son fuente de prestigio para la Institución. Se quiere señalar la heterogeneidad de los resultados y la necesidad de establecer una estrategia de mejoramiento que beneficie al conjunto de nuestros alumnos.

En lo que toca a la licenciatura, los indicadores muestran datos que son relevantes, y que habrían de ser analizados en forma particular para establecer sus implicaciones. Por ejemplo la tasa de acreditación en evaluación global pasó del 74.3% al 72.7%, igual tendencia se presentó con la tasa de las evaluaciones de recuperación. Así, también, es importante tener presente el número de alumnos que egresaron, alcanzándose la cifra de 4,471 estudiantes, lo que representa una proporción del 12.1% respecto del total. En el mismo sentido, encontramos que el número de alumnos titulados alcanzó a lo largo del año la cifra de 3,788. Estos son indicadores gruesos de la situación docente y, ciertamente, no reflejan todo el esfuerzo realizado a lo largo del año. Es necesario lograr un mejor conocimiento de estos procesos.

La Universidad ha participado desde hace dos años en procesos de discusión en torno de la docencia, primero durante 1999, con motivo de la iniciativa de reflexión sobre la docencia y en el 2000 alrededor de los proyectos para reformar las Políticas Generales de la Universidad en esta materia y establecer las políticas operacionales correspondientes.

Es necesario señalar que las diversas manifestaciones de la comunidad universitaria expresan un consenso en torno de la necesidad de mejorar sustantivamente nuestras actividades de enseñanza, especialmente en el nivel de la licenciatura. Es por ello, que presentamos a la consideración del Colegio Académico la iniciativa para que formara una comisión que revisara las Políticas Generales de la Universidad, y elaborara un dictamen que incluyera una propuesta de políticas operacionales.

Estamos convencidos de que el consenso de la comunidad tiene su fundamento en un conjunto de valores que compartimos en la UAM. Hicimos un recuento de tales valores en el documento de presentación de la iniciativa. Por su importancia los enumeramos a continuación:

a) El valor del conocimiento y la cultura universales, concebidos como un bien público que en el proceso de su generación, adquisición y difusión, amplía sus frutos y es la base del proceso formativo universitario en todos sus niveles.

b) Son componentes básicos de la Universidad valores tales como la libertad y la responsabilidad, que resultan ejes constitutivos de la persona; la crítica racional, la tolerancia ante lo diverso, la convivencia plural, el diálogo civilizado, el argumento racional, en suma la convicción de que el conocimiento es superior a los prejuicios, todo ello constituye una condición elemental del quehacer académico. Pero por encima de todo, es valor fundamental de la Universidad el respeto por la persona humana y su dignidad. La UAM afirma su responsabilidad formativa frente a los jóvenes, en este horizonte axiológico.

c) El trabajo académico está sujeto al control ético que las propias comunidades definen. En ese plano la veracidad, honorabilidad, contrastabilidad, autenticidad, validez, originalidad y probidad, son imperativos para todos los miembros de la Comunidad Universitaria.

d) Los procesos de enseñanza y de aprendizaje implican la participación activa de dos sujetos indispensables: los académicos y los alumnos, sin que ninguno prevalezca sobre el otro. Es en la relación de estos dos actores, en la tensión productiva que sus vínculos generan, donde nuestra Universidad logrará el equilibrio dinámico entre las actividades de investigación, docencia y preservación y difusión de la cultura. Así, nuestro modelo universitario estará en condiciones de desarrollar plenamente sus potencialidades, con claridad y flexibilidad.

e) Por su carácter de institución pública y fieles a la tradición de la que procedemos, la formación universitaria que la UAM propone está comprometida , de manera fundamental, con el valor de la igualdad de oportunidades para la formación integral de las personas. Al proyecto de la Universidad Autónoma Metropolitana no le basta un cumplimiento formal mediante un proceso académico de admisión razonable y equitativo de este valor. La Universidad ha de abrirse al reto de generar condiciones educativas sólidas para que la oportunidad de acceso al saber relevante, en cada una de sus especialidades y niveles, sea posible para todos aquellos estudiantes que efectivamente se responsabilicen de su papel en el proceso.

f) En la UAM, el estudiante y su aprendizaje han de constituirse en elementos centrales del proceso docente,. Es necesario afirmar la importancia del alumno y de su aprendizaje individual, más allá del claustro universitario, sobre todo ante los tiempos que vivimos, en los cuales el conocimiento juega un papel cada vez más importante en la viabilidad de las naciones y en la calidad de vida de los individuos. Es menester asumir estrategias que potencien el auto-aprendizave, la capacidad de aprender a aprender y hacerlo durante toda la vida por medio del dominio de saberes, destrezas, lenguajes y capacidadeds, y con ello fincar la posibilidad del avance formativo más allá de la escuela.

g) La UAM, se compromete con una docencia abierta y de calidad, que está consciente de la diversidad de condiciones formativas de origen de los alumnos, que cuida de la igualdad de oportunidades más allá de las formalidades y que concibe el aprendizaje de los alumnos como el objetivo central. El modelo de atención a los alumnos tipos debe reconocer los diversos tipos de estudiantes que viven distintas circunstancias de contexto. La UAM puede, por su capacidad y recursos, reconocer la heterogeneidad de condiciones estudiantiles y mejorar sus criterios y prácticas de equidad. Esto es, ensayar el diseño, ensayo y consolidación de alternativas variables en su proceder, pero todas de calidad, en correspondencia con la diversidad de necesidades y condiciones de los alumnos que atiende. Fórmulas como, la organización de espacios donde el profesor y los alumnos se encuentren de manera individual, y las tareas e asesoría y tutoría sean parte integral de nuestra responsabilidad docente, fomentan tales procesos.

h) Para el logro pleno de los objetivos educativos, un principio básico consiste en contar con una organización académica adecuada. Ahí, se han de coordinar las múltiples dimensiones que implican la generación de estrategias fértiles en el aprendizaje de todas las disciplinas que se cultivan y de cada uno de los niveles: licenciatura, especialidad, maestría y doctorado. A su vez, la organización académica para la docencia, en el contexto de la estructura departamental, puede potenciar las relaciones horizontales entre distintos programas y generar condiciones de flexibilidad y movilidad estudiantil, al interior de la UAM y con otras instituciones.

i) Es propio de nuestra concepción docente admitir que un elemento fundamental en los procesos de enseñanza y de aprendizaje es la evaluación. Si bien la evaluación es un medio, sus características se basan en un valor: la apertura al aprendizaje por la vía de la consideración crítica de nuestras acciones. La Universidad no puede estar distante de esta actitud reflexiva y auto-organizadora de su futuro. Es necesario formular un modelo, que al tiempo que reconoce la diversidad, mejore la capacidad para aprender de las experiencias, para saber reflexionar sobre nuestras prácticas., Sobre la base de un acuerdo común con los valores ya enunciados, permitiendo la variedad de énfasis en las distintas dimensiones que implican la organización y el desarrollo de los procesos de enseñanza y de aprendizaje, el modelo ha de permitir a cada comunidad académica participar en la conducción de estos procesos de evaluación.

Seguramente, en el futuro próximo, el Colegio Académico habrá de reconocer el dictamen para la revisión de las Políticas Generales de la Universidad y el establecimiento de políticas operacionales en materia de docencia.

Es necesario mencionar que el trabajo de la comisión ha sido ejemplar. No sólo por el contenido de las dos versiones del anteproyecto que han presentado a la comunidad. Sino, sobre todo, por el interés de establecer un procedimiento acorde con la vida universitaria, en donde la consulta a la comunidad se convierte en una práctica en la que el diálogo sea efectivo y ofrezca resultados concretos.

Una prueba de ello se puede notar en el análisis y la comparación de las dos versiones hasta el momento presentadas. La primer del 23 de octubre del 2000, abriendo, desde ese día, un periodo de recepción de opiniones que se cerraba el día 10 de noviembre. Es preciso mencionar que algunos miembros de la comunidad juzgaron breve ele periodo de consulta, pero a pesar de ello, la comisión recibió alrededor de 140 documentos en donde la opinión de la comunidad universitaria se hizo presente.

Después de un cuidadoso análisis de dichos comentarios, la comisión presentó el 27 de noviembre una segunda versión del anteproyecto. La participación universitaria fue fundamental para la elaboración de esta versión como puede notarse al comparar las diferentes propuestas. Nuevamente se abrió un periodo de consulta, dividido en dos momentos. El primero comprendía del 4 al 15 de diciembre y el segundo del 2 de enero al 16 de febrero. Donde se contempló la necesidad de establecer reuniones con los diferentes sectores de la Universidad con el fin de intercambiar opiniones y de presentar de manera transparente las razones que sustentan el anteproyecto consultado.

Es evidente que toda propuesta de cambio institucional genera respuestas encontradas. Pero es mediante el diálogo razonado como avanza nuestra Institución.

En el mejoramiento de la docencia es necesario tener presente los procesos de desarrollo de las tecnologías de información y ofrecer a los estudiantes las herramientas necesarias para participar de sus beneficios.

En términos institucionales es importante observar que puede esperarse que el continuo desarrollo tecnológico altere los modos de enseñanza en todos los niveles educativos y en todos sus aspectos.

Definitivamente es tares de la Universidad aprovechar el cambio tecnológico en atención a sus necesidades y objetivos. Específicamente, ofrecer con estos instrumentos una mejor educación a sus estudiantes. Hoy podemos observar la forma en que la tecnología cambia la naturaleza de la pedagogía.

El tiempo de permanencia del estudiante en la universidad y en particular en los salones de clases y los laboratorios, tiende a nuevas formas de aprovechamiento. En comparación con la disponibilidad de los sistemas tecnológicos, la cantidad de información que puede ofrecer un profesor es siempre limitada; pero aumenta proporcionalmente la importancia en la calidad de la enseñanza, así como la participación general de los estudiantes en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Las nuevas tecnologías ofrecen un contexto alternativo al aprendizaje, que las universidades debemos aprovechar. Es importante buscar sustituir, con mejores fórmulas educativas, la asincronía comunicativa que se establece en la tradicional oposición profesor-alumno ante la enorme cantidad de información disponible por medios electrónicos.

Sin duda, la evolución de las tecnologías provocará un cambio en los modos de aprendizaje y de la naturaleza de las disciplinas de enseñanza. En un sentido preciso: las nuevas tecnologías tienen la capacidad para permitir poner a los especialistas de cada disciplina en contacto directo, con los estudiantes interesados de las diferentes universidades del mundo. Esto genera una situación de virtual ubicuidad del conocimiento científico y humanístico que tiene la potencialidad de ampliar las posibilidades de estudio, enseñanza, intercambio, investigación, documentación, más allá de los espacios tradicionales. Con ello veremos desplazadas tareas tradicionales al tiempo que se incrementará la importancia de las relaciones personales entre profesores y estudiantes.

Es necesario estar atentos a estos procesos y buscar que la Universidad participe efectivamente en la conformación de mejores modelos educativos. En este sentido, la UAM tiene una vocación de innovación que es importante fortalecer.

En materia de Difusión Cultural durante el año 2000 continuó el proceso de reorganización de la administración, que seguramente habrá de permitir una mayor eficacia en la gestión de los recursos. Ciertamente a lo largo del año se amplió la capacidad para enriquecer y mejorar la oferta cultural que la Universidad presenta a la sociedad. Destacan las labores realizadas en la exposición de artistas plásticos, en las tareas editoriales, donde se han multiplicado los títulos de las diversas colecciones y en las actividades del teatro Casa de la Paz.

Se han incrementado las iniciativas para que las actividades de Difusión Cultural alcancen una mayor vinculación con la vida de las unidades, de modo que se enriquezcan los ambientes de trabajo académico y sirvan a la formación de nuestros estudiantes. Ciertamente, en esta materia es poco lo alcanzado y será necesario concentrar mayores esfuerzos.

La colaboración entre las unidades y la Rectoría General en la ampliación de la oferta cultural en cada una de las unidades ha de implicar una mejor coordinación, para fortalecer las iniciativas que hoy se encuentran aisladas, ampliar la capacidad de servicio y desarrollar nuevas acciones que incrementen la oferta cultural disponible.

En materia de difusión y preservación de la cultura la universidad tiene el reto de servir a la sociedad y el imperativo de atender las necesidades de la comunidad universitaria.

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