<Página anterior - Indice - Página siguiente>

III. La fortaleza de los órganos colegiados

Las universidades por definición son sistemas complejos que integran una multiplicidad de muy distintas disciplinas del conocimiento. La Universidad también comprende una comunidad extraordinariamente plural de académicos, estudiantes y trabajadores. Por eso, ante el mayor crecimiento y diversificación de la vida universitaria, en la UAM se hace necesario fortalecer nuestros órganos colegiados, que permiten la deliberación conjunta y la conformación de consensos adecuados entre los actores diversos, que se encuentran ahí proporcionalmente representados.

El carácter heterogéneo de la Universidad induce en cada uno de sus miembros, académicos y administrativos, la sensación de vivir la experiencia universitaria en forma fragmentada. Esto tiene cierto efecto en la comunidad académica que conviene considerar, introduce formas de asociación segmentadas con intereses intelectuales distintos y a veces contrarios que requieren, respetando su riqueza y aún fortaleciendo su potencial, de integración en el todo universitario. La UAM tiene en sus órganos colegiados un instrumento idóneo para la convergencia de los actores, para la deliberación y la conformación de acuerdos institucionales.

Es en la deliberación y el diálogo razonado como en la UAM se ejerce la autonomía, en el orden de la vida colegiada institucional. Es necesario que la comunidad se mantenga alerta ante iniciativas que vulneren la capacidad de los órganos colegiados para deliberar y tomar decisiones con independencia.

La representación de la comunidad universitaria en nuestros órganos colegiados constituye un mecanismo idóneo para dar cauce a las iniciativas de los actores que conforman la Universidad, en el marco de libertad, pluralidad y respeto que caracteriza a la UAM.

Pretender violentar la independencia de los órganos colegiados mediante la generación de instancias paralelas, pone en riesgo la capacidad de la comunidad universitaria para dirigir la vida académica de la Institución y vulnera las instancias de representación con que cuentan los diversos actores que forman nuestra Universidad.

Una virtud del modelo académico de la UAM reside en la vitalidad de su vida colegiada, en su capacidad para organizar el debate institucional y establecer las bases para organizar los consensos en torno del desarrollo de la Institución. En cada una de sus actividades se realiza un ejercicio cotidiano de la autonomía universitaria. Destaca en ello la labor del Colegio Académico.

La potencia de nuestra Institución, sin duda, se encuentra ene nuestras tres unidades universitarias, en las cuales los consejos académicos y divisionales cobran una relevancia importante como instrumentos capaces de procesar eficazmente las controversias, contradicciones y polémicas de la vida universitaria, logrando, mediante la deliberación, y en el marco de nuestra Ley Orgánica, soluciones auténticas que conducen sin duda a vigorizar a nuestra Institución.

La UAM, ha crecido y se ha diversificado ampliamente en los últimos años, en un proceso continuo. Los intereses de la comunidad académica integran un sistema crecientemente complejo, que incide significativamente en el desempeño de nuestras actividades sustantivas y en las perspectivas de desarrollo de la Universidad. Interesa por ello fortalecer la capacidad de nuestros órganos colegiados.

Ello implica también desarrollar la colegialidad en la organización de nuestras actividades. En el caso de la investigación, las áreas definidas por el Reglamento Orgánico se han constituido en efectivos espacios de reunión y deliberación, en torno de las necesidades y objetivos de los grupos de investigación.

Es necesario reflexionar sobre la conveniencia de establecer espacios para la reflexión colegiada de nuestras actividades de docencia. De hecho, se han desarrollado diversas modalidades en las divisiones, en un esfuerzo que es necesario valorar desde la perspectiva institucional.

<Página anterior - Indice - Página siguiente>