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VI. El entorno de la Universidad.
La fidelidad con los objetivos de la Universidad y la atención de los fenómenos de la sociedad no implica el cierre ante los grandes debates sociales, por el contrario, califica la actitud con que la Institución se mantiene abierta y atenta a los acontecimientos. Intentar preservar la vida académica de los conflictos del mundo es un ejercicio inútil y dañino para su desarrollo futuro. Es manteniendo cuidadosamente su vocación académica como la Universidad puede adaptarse mejor a las nuevas circunstancias.
De hecho, el compromiso de la Universidad con la sociedad, la obliga a admitir como parte de su labor el observar y examinar los cambios de nuestro país, para ubicar la tarea de la Institución frente a nuevas necesidades y demandas. Ello no supone que en cada coyuntura la Universidad se adapte acríticamente, significa desarrollar su capacidad de respuesta, para atender en forma responsable y oportuna a las demandas, que se reconocen cada vez más urgentes de una sociedad cuyos grandes problemas parecen agravarse.
El estado de la economía internacional y la restricción de las finanzas públicas, plantean un escenario complejo para la Universidad. En tal condición habremos de construir alternativas de financiamiento, será necesario mejorar la gestión de los recursos y habremos de generar mejores condiciones para el desempeño de nuestras actividades sustantivas.
Estamos inmersos en procesos económicos internacionales que inciden día a día en nuestra capacidad para generar riqueza. De hecho, el horizonte de la globalización y la internacionalización de los procesos productivos parece aproximarse de forma acelerada a una situación verdadera crisis general.
Es ciertamente en el marco de un entorno internacional de incertidumbre que nuestro país está por iniciar procesos políticos fundamentales, donde se convocarán las energías de la sociedad para modelar los acontecimientos que habrán de desembocar en la renovación de los poderes federales en el año 2000.
Las tensiones propias del debate y la confrontación política tendrán una presencia significativa en la vida de la Universidad, en lo que parece ser un contexto de extraordinaria fluidez y dinamismo. Ante este escenario, tenemos la obligación fundamental de impulsar en la sociedad los valores propios de una convivencia política civilizada y del diálogo racional entre los contrincantes. Esta es la condición para que avance el desarrollo político de la nación.
Como actor de la vida social, la Universidad habrá de establecer que su posición ante los procesos políticos se ubica en el reconocimiento al valor de las actividades académicas y el respeto irrestricto de la autonomía universitaria.
Las formas como se desarrollen estos procesos y sus resultados serán objeto de atención de la comunidad universitaria y ciertamente la Institución habrá de renovar sus relaciones con los diversos actores de la sociedad y el Estado.
En tal situación será necesario afirmar el valor de la Universidad y de su autonomía como un legado de la sociedad que es necesario preservar y fortalecer. Ello es responsabilidad ineludible de nuestra generación de mexicanos.
Sin duda, corresponde a los actores sociales y gubernamentales cuidar y apoyar el desarrollo de la vida académica y respetar su autonomía. En el pasado ésta ha sido la condición que ha garantizado el desarrollo efectivo de la Universidad Pública en México.
Es la responsabilidad y el compromiso de esta Rectoría General promover y cuidar que la Universidad prevalezca ante cualquier coyuntura. Así como corresponde a la Rectoría General proteger la vida universitaria, es necesario que la comunidad asuma una conducta responsable y cuidadosa ante los acontecimientos.
Lo anterior no pretende alarmar o generar confusión, la fortaleza de la Universidad y la madurez d los actores nos permite asumir un optimismo razonado. No observamos con temor el futuro, es un espacio de oportunidad en que la democracia deberá fortalecerse y en el cual se constituirán las alternativas para el desarrollo nacional. Ciertamente, la estrategia que ha de seguir la Universidad en todos los ámbitos se dirigirá a acrecentar y consolidar la autonomía de la Institución, para garantizar el efectivo cumplimiento de sus objetivos académicos y, con ello, de sus obligaciones con la sociedad.