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CAPITULO III

Organización, Administración y Recursos

Llevamos a efecto una adecuación orgánica para que en la Rectoría no hubiera dos instancias de coordinación. Las coordinaciones de Planeación y de Apoyo y Desarrollo Académico se convirtieron en una sola cuyas siglas son COPLADA, con funciones de previsión, integración, asesoría, gestión y servicio. Trabajo que está íntimamente vinculado a las divisiones académicas. Sus tareas sólo tienen sentido en la medida que se realizan coordinadamente con ellas. Para el efecto se han creado comisiones con representantes de las tres divisiones académicas.

Como parte de su labor, y con una visión de integración interdivisional, COPLADA propicia también la propuesta de proyectos académicos interdivisionales tales como el apoyo a la investigación, los proyectos de formación de recursos humanos y las acciones de intercambio académico con instituciones nacionales e internacionales.

Entre las nuevas funciones que está asumiendo la Coordinación de Planeación y Desarrollo Académico figuran el apoyo y asesoría de las unidades productivas, a las que haré referencia posteriormente.

El gran desafío que objetivamente enfrenta la Universidad es la severa limitación de recursos financieros.

1986 fue un año de limitaciones y estrecheces excepcionales. Los recursos que recibió la Universidad no solamente fueron insuficientes; proporcionalmente fueron Expreso mi fracaso desacuerdo con el criterio de asignación de recursos tan bajos a las universidades cuando el país está en crisis, pues la educación superior y la investigación debieran considerarse prioritarias para encontrar salidas al futuro. Tal ha sido el planteamiento de fondo de la argumentación y las gestiones que hemos realizado para conseguir recursos adicionales.

Sostenemos, por principio, que debe cambiar este orden de prioridad asignado a las universidades, porque partimos de la convicción de que a las casas de estudios superiores les corresponde desempeñar un papel histórico en la evolución de la sociedad que las ha instituido . Nuestra Universidad en particular tiene ese compromiso, y para cumplirlo resultan imperativos un tratamiento presupuestario correcto y una consideración que no ha recibido durante los últimos años de parte del Estado. Sin embargo, es preciso reconocer que con los recursos disponibles fue posible cumplir las funciones básicas de la Universidad. El esfuerzo por hacer un mejor uso de los recursos, independientemente de su magnitud, debe ser permanente.

El estado de pobreza fue una realidad durante 1986 y por lo tanto nos esforzamos por obtener recursos adicionales de otras fuentes para no quedar supeditados exclusivamente al subsidio del Gobierno Federal.

Se efectuaron gestiones ante distintas instituciones y organismos como al SEP-Programa Integral para el Desarrollo de la Educación Superior (PROIDES)-, SER, CONACYT; el UC Mexus, consorcio coordinado por la Universidad de California, EUA y la fundación alemana Friederich Ebert.

Gestionar, en este caso, significa fundamentar las solicitudes, desarrollar protocolos de investigación, elaborar presupuestos e integrar expedientes; funciones que exigen esfuerzos de planeación, investigación previa, cálculo y negociación, en las que intervienen coordinada y alternativamente las áreas académicas divisionales, administrativas y de rectoría.

Las peticiones para proyectos de investigación de la Unidad presentadas ante el PROIDES ascendieron a 130 millones para 1986. De estas solicitudes obtuvimos el 17 por ciento: 22 millones. Para el presente año hemos fundamentado ante el mismo Programa de investigaciones que equivalen a un monto global de 608 millones. Si las proporciones se mantienen -aún cuando esperamos que mejoren-, nos otorgarán, como mínimo, la sexta parte, una cifra aproximada a los 100 millones (Cuadro 9).

Además de las gestiones ante PROIDES, La Unidad consiguió financiamiento con otras nueve instituciones. Los trámites de fundamentación y justificación de requerimientos ante estas fuentes significaron esfuerzos semejantes. La suma del financiamiento adicional que obtuvo la Unidad para operar durante 1986 ascendió a 342 millones. (Cuadro 10)

Independientemente del monto que obtengamos durante 1987, nos empeñamos por operar con la mayor eficacia, aún dentro de las limitaciones.

La inconformidad con los fondos que durante los últimos años se ha asignado a la UAM no implica desconocer la realidad económica del país ni volverle la espalda. Sabemos que hay una escasez generalizada de recursos de todas clases, materiales, humanos y financieros. Mas no por reconocer el hecho dejamos de advertir la impotencia que hasta el momento ha habido para cambiar esta situación.

Con esta disposición la Universidad ha asumido sus limitaciones. Destacamos, eso sí, que seguramente nos correspondió una cuota mayor de restricciones. De allí que la gran actividad para buscar recursos provenientes de otros fondos a fin de operar y reducir, al mismo tiempo, la dependencia de la sola fuente presupuestal, se sustente en el esfuerzo y la participación de quienes los ejercerán.

Hemos replanteado los programas de la Universidad a partir de un concepto de integralidad que reconoce la importancia relativa de todas las funciones que es preciso realizar para cumplirlos con éxito.

No sería posible concebir una carrera si no hubiera alumnos que la cursaran ni profesores que la impartieran; sin un espacio físico donde desempañar la actividad académica y con éste el mobiliario, el instrumental y la bibliografía para las prácticas e investigaciones.

Entender la función docente supone reconocer tiempos y salarios; lo que a su vez entraña funciones organizativas y administrativas. Entender la coincidencia de docentes y estudiantes en un espacio implica contar con instalaciones que funcionan y con servicios de mantenimiento y limpieza. Se trata, en suma, de un cúmulo de funciones a cargo de trabajadores de la Universidad que contribuyen a un mismo objetivo. Unos atienden la docencia, otros pagan; unos barren, otros investigan. Todos desempeñan una función sustantiva en el momento que les corresponde; funciones todas indispensables para la marcha de la universidad.

Pensar que en la Universidad hay funciones adjetivas supone dos posibilidades: La primera, que se comete un grave error de apreciación. La segunda, concluir que son innecesarias y que es posible prescindir de ellas, suprimiendo gente, para hacer una distribución menos estrecha de los recursos.

Llevamos a efecto una revisión a fondo de las funciones de mantenimiento, limpieza y vigilancia; aspectos aparentemente secundarios, pero que constituyen la primera impresión de la Unidad y entrañan los elementos físicos para que sea posible su operación.

Con la colaboración de los trabajadores manuales se estableció un sistema regular de aseo de las instalaciones. Sobre el particular, los resultados son evidentes.

Con el mismo criterio se remozaron jardines y estacionamientos y se formuló un sistema de control y acceso a estos últimos, que entró en operación desde el trimestre de invierno.

Independientemente de los problemas administrativos no resueltos en los aspectos de mantenimiento, vigilancia y seguridad, hay consenso en cuanto a la aceptación de los cambios y de sus efectos en la imagen y el orden del funcionamiento. Sin embargo, también han sido frecuentes las críticas, particularmente de los alumnos, a la decisión de invertir en mejorar el aspecto de las instalaciones universitarias. La consideran un despilfarro. Sobre todo en comparación con las carencias que encaramos y que afectan o limitan una actividad específica.

El criterio para decidir estas inversiones no ha sido tan superfluo como se pretende suponer. El trabajo colectivo que se desarrolla en una universidad requiere, para ser productivo, un ambiente digno y ordenado. Ha sido elemental, por tanto, destinar a este aspecto recursos muy reducidos, cuyo efecto es notable en las condiciones de trabajo. Las condiciones materiales del ambiente cuentan en el ánimo y el rendimiento de quienes laboran.

Durante 1986 hicieron falta mayores recursos para cubrir los rezagos de muchos años en el mantenimiento. Hay instalaciones y laboratorios cuyo deterioro planeaba, inclusive, problemas de seguridad tales como emanación de gases por deficiencia de partes del equipo que debieron ser sustituidas hace tiempo. Se renovaran campanas de extracción, se cambiaron tanques estacionarios corroídos y ductos eléctricos e hidráulicos. Con estas medidas, las condiciones de seguridad de los edificios son ahora sensiblemente mayores que las de hace unos meses.

Bajo la responsabilidad del CAPFCE se llevó a cabo la reestructuración del edificio B para cumplir con las normas de construcción del DDF; con el mismo propósito, durante el presente año el CAPFCE trabajará en los edificios A y M.

El CAPFCE tiene a su cargo asimismo el enderezamiento del edificio G, la reconstrucción de los puentes de los edificios G y D y la construcción de los laboratorios del Departamento del Hombre y su Ambiente, que esperamos ver concluidos en 1987.

Organos personales y funcionarios administrativos

Con fecha 16 de julio invité a la maestra Cesarina Pérez Pría a hacerse cargo de la Secretaría de la Unidad, función compleja que ha venido cumpliendo con una buena combinación de comprensión y carácter que mucho ha beneficiado a nuestra Unidad.

El ingeniero Eduardo Molina, el contador público Jorge Almanza, el licenciado Carlos Borrani y el licenciado Juan René García Lagunes fueron designados, respectivamente, como coordinadores de COPLADA, Servicios Administrativos, Servicios Generales y Servicios de Información.

Con fecha 16 de septiembre de 1986 emití las convocatorias a la auscultación para integrar las ternas correspondientes a la dirección de la División de Ciencias Biológicas y de la Salud y a la Jefatura del Departamento de Política y Cultura.

Siguiendo el proceso establecido por nuestra legislación, fueron designados el doctor Fernando Mora Carrasco y el licenciado Manuel Canto, respectivamente.

Relaciones laborales.

Con la representación de los trabajadores mantuvimos una relación de respeto y colaboración que permitió resolver pequeños conflictos cotidianos que se presentaron en la Unidad.

Reitero nuestra disposición de mantener esta actitud y buscar caminos a partir del díálogo y el razonamiento antes de recurrir a medidas reglamentarias a fin de corregir deficiencias y mejorar las condiciones de operación de nuestra Unidad.

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