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III. Sobre las actividades académicas

Desde su nacimiento en el Medioevo, la universidad se postuló como un mundo autónomo, un territorio libre en donde los poderes políticos, económicos y religiosos, debían sujetarse al imperio del saber. La universidad surgió como una forma positiva de construcción del futuro, en donde se aprendían las reglas de las artes liberales. Tomando esto en cuenta y recordando que la palabra arte se concebía como saber hacer, podríamos entender el sentido de esas cofradías del conocimiento como aprender a saber hacer, trascendiendo y renunciando a los cánones y doctrinas autoreferenciales. La universidad medieval era, desde esta perspectiva, una comunidad de aprendizaje.

Apelar al origen universitario nos permite comprender la intención de una tarea que hoy en día consideramos fundamental: enseñar a pensar y a aprender. Una revisión detallada de la historia de la universidad y del pensamiento serviría para mostrar y demostrar que la exigencia de la duda, la crítica, la sistematización y exposición de ideas, argumentos y procedimientos, ha acompañado a la producción del conocimiento desde sus orígenes. Y la universidad ha sido, siempre, el espacio idóneo para realizar tan magna tarea.

En los primeros años del siglo XIX la universidad renovó su tradición, proponiéndose nuevos cometidos de impacto social y control del saber y la reflexión. Así, además de ser el espacio simbólico de la lógica del saber y de la producción del conocimiento, se propuso como el territorio que otorgaría la clave del progreso y el bienestar, pues al introducir en sus muros la concepción sistemática de la ciencia y la tecnología, la universidad se convertiría en un lugar diseñado y orientado para colaborar con la sociedad en su desarrollo.

En el siglo XX se ha insistido en los peligros que supone considerar al mundo como un medio subordinado e inerte cuyo destino radica en el beneficio exclusivo del hombre, haciendo una dura y fuerte crítica a lo que se ha denominado la razón instrumental. Este cuestionamiento que nos ha puesto en alerta, surgió también en el seno de las universidades, estallando precisamente a finales de la década de los cincuenta e inicios de los sesenta, basada en el rigor característico del mundo académico. Este posicionamiento crítico, social y ambientalmente responsable, resultó ser el soporte conceptual que favoreció el surgimiento de la UAM y en muchos sentidos fue también el fundamente ético del diseño de nuestra Universidad.

Al momento de su fundación, la tradición universitaria se definía por los siguientes criterios: la noción de autonomía justificada absolutamente por la idea de que la lógica de la construcción del saber no puede subsumirse a intereses ajenos al saber mismo; la necesidad de hacer de este espacio un territorio que sirva a la sociedad aportando sus conocimientos y, finalmente, la posibilidad de hacer crítica de todo, incluidas las formas de producción del saber.

Estos tres elementos dieron vida a la UAM, y se cristalizaron con fuerza extraordinaria en torno a la figura del profesor investigador y a la definición de las funciones sustantivas de nuestra Universidad: la docencia, la investigación y la difusión y preservación de la cultura. La figura del profesor-investigador conjunta en una misma persona las virtudes de la vida académica. Indagar, pensar, producir nuevos conocimientos y mostrarlos a los alumnos, pero sobre todo enseñarlos a conocer ejerciendo la crítica constante y la duda, no para sospechar de manera gratuita de todo lo que se postula, sino para fundar la coherencia de los enunciados y de los conocimientos.

Cuando la UAM se fundó, el contexto mundial y nacional nos exigía asumir íntegramente esta tradición. No sólo por la producción misma del saber, sino porque resultaba evidente que las formas de explicación y comprensión no eran las adecuadas para intervenir la realidad y, en buena medida, transformarla vía el conocimiento. El orden político y social de los años setenta provocó que la mirada de la UAM se dirigiera a la atención de las necesidades sociales más apremiantes, detonando un compromiso con la sociedad de gran envergadura y una vinculación estrecha con ella. La misma tradición universitaria nos obligaba y nos obliga todavía a asumir este compromiso con energía y entusiasmo.

El compromiso con la sociedad fue definitivo desde entonces, conformándose como una de las razones esenciales de nuestra Universidad. El saber funciona desde su propia lógica, pero el saber debe colaborar en la construcción de una mejor sociedad, ya sea transfiriendo y aplicando los conocimientos que la Universidad produce, o ya sea, y esto es también crucial, formando a sus integrantes en estricto apego a las reglas del mundo universitario, mostrándoles los saberes y las técnicas más avanzadas en su campo disciplinario, habilitándolos para fundamentar los conocimientos adquiridos, enseñándolos a pensar y a seguir aprendiendo y, por último, pero no por ello menos importante, inculcándoles una vocación social.
Así surgió la UAM y los resultados inmediatos fueron, lo sabemos de sobra, asombrosos. El entusiasmo que suscitó este proyecto original inyectó de energía a la planta académica y a los estudiantes. Establecimos un espacio abierto a la crítica, profundamente comprometido con las necesidades del entorno y organizado para aminorar el rezago económico, social y cultural que caracterizaba a México.

Como he mencionado, a pocos años de nuestra fundación el sistema de educación superior nacional enfrentó graves adversidades, lo que repercutió en fuertes ajustes presupuestales, obligándonos además a identificar y contender con una realidad de complejidad creciente. La racionalidad en el ejercicio de los recursos y el empeño perseverante para salvaguardar la viabilidad institucional definieron la vida de la UAM en aquellos años. El trabajo fue, habrá que reconocerlo, bastante fecundo. La vida académica en la UAM se fortaleció pese a las limitaciones, consolidando muchas líneas de investigación, generando una comunidad de profesores-investigadores reconocidos nacional e internacionalmente, ofreciendo una amplia gama de licenciaturas y posgrados que enriquecían la vida productiva y el mundo académico del país. No es necesario ampliar o detallar la lista de los logros pasados; fueron muchos y la UAM del presente es muestra inequívoca de ello.

Basta pensar que para el año 2003, en la UAM se cultivan más de mil líneas de investigación en las diversas disciplinas; se cuenta con una planta académica de más de dos mil ochocientas personas, casi 70% de las cuales cuenta con estudios de posgrado. Más de dos mil cien son de tiempo completo, de las cuales 611 han sido reconocidas por el Sistema Nacional de Investigadores, 78 más que en el ejercicio previo de 2002. Se trata, como podrá notarse, de una planta sólida, que mantiene el interés por continuar su formación y por desarrollar investigaciones de vanguardia.

Por otro lado, ofrecemos una amplia gama de programas de licenciatura (61): 17 en Azcapotzalco, 26 en Iztapalapa y 18 en Xochimilco, en las que se encuentran inscritos cerca de 35 mil alumnos activos por trimestre. Además en nuestra universidad se agregan casi 2 mil alumnos de posgrado inscritos trimestralmente en los 66 programas que ofrecen las nueves divisiones académicas. Para 2003 hemos formado más de 88 mil egresados de licenciatura y 2,800 maestros y doctores en la UAM. Muchos de ellos nutren la vida profesional del país y los trabajos de docencia e investigación en otras universidades nacionales o internacionales; otros forman parte de nuestra planta académica.

De esta forma, podemos decir que a treinta años de nuestra fundación la vida académica de la UAM goza de enorme vitalidad, resultado de grandes esfuerzos colectivos y, en buena medida, por el empeño, dedicación y afecto que la comunidad universitaria tiene por su casa de estudios. Estos logros son un referente cierto con el que contamos; sin embargo, el empeño por fortalecer la investigación, generó desequilibrios en algunos de nuestros compromisos. Y no porque se dejaran de realizar las tareas planeadas, sino porque México y el mundo han cambiado profundamente.

Es por ello que en los últimos años hemos fomentado la autoevaluación que nos permita revisar, y en su caso remediar, las tareas académicas que estamos desarrollando. La reflexión en torno a la docencia iniciada en 1999 y culminada con la aprobación de las Políticas Generales de Docencia en 2001, fue una práctica interesante y productiva. Esta deliberación colectiva restableció a los alumnos como un centro de atención básico y fundamental. Estamos para educar atendiendo las necesidades de nuestro país.

En este sentido nos pareció crucial dimensionar estas Políticas Generales de Docencia a una aplicación concreta. Nuestras unidades académicas disponen ya de sus Políticas Operativas en Materia de Docencia. Ello permite que hoy contemos con líneas definidas para hacer efectivas nuestras tareas. Las Políticas Generales de Docencia son muy claras en sus propósitos, es necesario promover y garantizar una formación integral que permita al egresado conocer la lógica de la vida académica y de la producción de conocimientos, adquirir los saberes propios de su disciplina, las competencias y habilidades necesarias para seguir aprendiendo toda la vida, desarrollar el juicio crítico y asumir la responsabilidad social, con el fin de hacer de su habilitación una forma de participar en el mejoramiento y la solución de los problemas de su entorno. De esta forma la Universidad, como una comunidad de aprendizaje, cumple su misión, combate la desigualdad, propicia la movilidad social y el desarrollo de las comunidades.

Se trata de la tarea fundamental de una universidad pública y a ello hemos dedicado nuestros esfuerzos. El año de 2003 fue fructífero en este sentido, el programa PRONABES ha seguido generando logros importantes. Para 2003 son ya mil 517 becas otorgadas de manera simultánea, esto quiere decir que el universo de alumnos beneficiados fue mayor a esta cifra. El aumento fue significativo, 50% más que en 2002. Seguimos interesados en mantener este ritmo de crecimiento, pues este apoyo ha permitido que los alumnos no sólo logren continuar sus estudios, sino que puedan dedicar el tiempo necesario y desarrollar su talento para conseguir una formación de calidad.

Asimismo, estamos generando diversas estrategias que permiten a los alumnos que ingresan a la UAM con deficiencias formativas superar esas condiciones adversas con la participación cercana de tutores y asesores, que los orienten en torno a la lógica académica y a la planificación de su vida universitaria. Estamos instrumentando también mecanismos que fortalezcan las habilidades de lectura y escritura, el manejo de nuevas tecnologías de la información y la comunicación y los conocimientos y habilidades de las matemáticas; en fin, un conjunto de competencias que permiten a los alumnos participar activamente en su proceso formativo.

Los retos son enormes, y es necesario seguir trabajando en este sentido. Sobre todo si tomamos en cuenta que hoy en día siguen siendo preocupantes algunos datos relacionados con el proceso educativo de nuestros alumnos. Los índices de aprobación, permanencia y deserción, titulación y aprovechamiento en general nos deben llevar a concentrar nuestros esfuerzos para generar un clima de trabajo favorable, que permita a los alumnos dedicarse a sus estudios con energía para que así puedan conseguir una formación integral, de calidad, que responda a las necesidades de la sociedad.

El éxito de nuestro trabajo docente depende en gran medida de la fortaleza de nuestros programas educativos, de su variedad y su relación con las necesidades de nuestro tiempo. Por ello es necesario establecer mecanismos que permitan tanto a la sociedad como a nosotros mismos, conocer el nivel de calidad de nuestros programas. Desde hace algunos años hemos señalado la necesidad de fomentar la evaluación interna y externa de nuestro trabajo. Durante 2003 una gran cantidad de nuestros programas fueron presentados a distintos organismos evaluadores reconocidos por la COPAES. Ya contamos con algunos resultados altamente satisfactorios; de los cuales vale la pena mencionar que nueve programas de Ciencias Básicas e Ingeniería de la Unidad Azcapotzalco fueron acreditados por CACEI y que los CIES reconocieron en el Nivel 1 seis programas nuevos, seis de las divisiones de Ciencias Sociales y Humanidades, correspondiendo cuatro a la Unidad Iztapalapa y dos a la Unidad Xochimilco. Con ello son diez licenciaturas reconocidas por los CIES en ese mismo nivel. Además, en el periodo que se informa, la licenciatura en Estomatología de la Unidad Xochimilco, refrendó su acreditación por parte de la CONAEDO.

A nivel del posgrado el esfuerzo por sostener una oferta rica por su variedad y sólida por su fortaleza académica sigue siendo una de nuestras metas fundamentales. Por ello hemos decidido formar parte del Consejo Mexicano de Posgrado, mismo que presidiremos en el período de 2006 al 2008. Nos interesa colaborar en la creación de un Plan Nacional en donde se definan claramente los objetivos del posgrado en México y los criterios para evaluar su calidad. Hoy en día la cultura de la evaluación sigue siendo incipiente, lo sostenía en el Informe del año pasado, aún tenemos mucho que reflexionar en torno a los criterios óptimos para garantizar una evaluación adecuada, justa, que le permita a la sociedad conocer las características de cada programa y que permita a todos los actores involucrados, fortalecer las debilidades y potenciar la fuerza de cada uno de los posgrados y, por tanto, del sistema de posgrado de nuestro país.

Resulta muy importante conocer la forma como nuestros posgrados son evaluados, pues ello nos permitirá diseñar las estrategias necesarias para consolidar y fortalecer nuestro modelo educativo. En la UAM existen 66 programas de posgrado, considerando de manera independiente especialización, maestría y doctorado, tal y como lo hace CONACYT; de ellos 23 fueron forman parte del Programa Integral de Fortalecimiento al Posgrado y 10 están en el Padrón Nacional de Posgrado.

Preocupados por mantener actualizados nuestros planes y programas de estudio y por ampliar nuestra oferta educativa, en 2003 el Colegio Académico aprobó adecuaciones a 34 licenciaturas y 5 posgrados, además de la creación de la carrera de Ingeniería en Computación.

La docencia como práctica cotidiana de la Universidad reviste la mayor importancia y, por ello, es motivo de evaluación colegiada y de premiación del esfuerzo sobresaliente de nuestra planta académica. Así, en el año 2003 recibieron el Premio a la Docencia en la Unidad Azcapotzalco: Cesáreo García Martínez y Alejandro León Galicia en CBI; María Beatriz García Castro e Irma Patricia Juárez González en CSH; Antonio R. Abad Sánchez y Roberto A. García Madrid en CYAD. En la Unidad Iztapalapa: José Uriel Aréchiga Viramontes y Shirley Thelma Bromberg Silverstein en CBI; Eduardo Casas Hernández y Francisco José Fernández Perrino en CBS; Martha Elena Bañuelos Cárdenas y María Ana Portal Ariosa en CSH. Y en la Unidad Xochimilco: Silvia Radosh Corquidi y José Manuel Juárez Núñez en CSH; Rosina Villanueva Arriaga y José Ernesto Hernández Pichardo en CBS; Concepción Vargas Sánchez y José Luis Jiménez Delgado en CYAD.

Todo el trabajo en torno a la reflexión de la docencia, nos ha obligado a continuar el análisis crítico de nuestras actividades; pues al reconocer la prioridad que tienen nuestros alumnos, y al concentrar las energías en rescatar parte medular de la misión de la UAM, fue natural pensar en nuestro otro gran eje, fundamental desde luego, que nos otorga vida. La investigación no podía, no debe, hacerse un lado. Tenemos que garantizar un sólido equilibrio entre ambas tareas, consustanciales a nuestra concepción de profesor-investigador. La UAM se ha caracterizado por el imperativo de vincular la docencia y la investigación, en articularlas insistiendo que su fortaleza es de naturaleza recíproca. Por ello, desde el principio de esta gestión se ha enfatizado en la necesidad de definir con claridad las responsabilidades de nuestra planta académica.

En el Informe del año anterior señalaba la importancia de revisar cuidadosamente el Reglamento de Ingreso, Promoción y Permanencia del Personal Académico, para adecuarlo a las necesidades de la Universidad y atendiendo sobre todo a la calidad y no a la acumulación del trabajo, un sistema que sea capaz de evaluar el trabajo en equipo, la participación significativa en la vida institucional, el compromiso con el desarrollo del conocimiento, la innovación teórica y metodológica en cada una de las disciplinas, las particulares diferencias de los campos del saber, el trabajo sistemático y comprometido con los alumnos y, finalmente, el compromiso con la sociedad. Apuntaba, en aquel momento, que se trataba de pensar en la forma de estimular un fortalecimiento completo e integral de la gestión académica.

En 2003 dimos un paso importante, crucial, en este sentido. A través de una Comisión del Colegio Académico conseguimos elaborar una reforma del Reglamento de Ingreso, Promoción y Permanencia del Personal Académico y del Tabulador correspondiente, en donde quedaron definidas con precisión las actividades que ese personal debe desarrollar dentro de las tres funciones universitarias, la docencia, la investigación y la preservación y difusión de la cultura, tomando en cuenta su categoría y nivel. Esta sustancial reforma permitirá propiciar un mejor equilibrio entre las tareas que se realizan en la UAM.

La vitalidad de la investigación que se realiza en nuestra Universidad se expresa en la existencia de las diversas líneas que se cultivan, y de las cuales es imposible dar cuenta completa en este Informe; además, la enorme gama de publicaciones, el desarrollo de diversos coloquios, seminarios y encuentros nacionales e internacionales, muestran que la investigación que desarrollamos está a la altura de lo que invertimos en ella, y que sigue siendo referente, nacional e internacional, para contribuir al progreso y desarrollo de los conocimientos científicos y humanísticos.

Además de estas actividades académicas en donde los miembros de la UAM muestran sus avances al conjunto de la comunidad científica nacional e internacional, estableciendo un diálogo con ella, y haciendo del intercambio y de la exposición pública la regla central que gobierna la vida académica, la calidad de nuestra investigación se hace patente en el reconocimiento público de nuestro trabajo y sus resultados.

Siguiendo la tradición, nuestra Universidad otorgó el Premio a la Investigación 2003 a trabajos especialmente destacados. En Ciencias y Artes para el Diseño, fue merecedor de esta distinción el trabajo Diseño para minorías. Problemas de lateralidad en la manipulación de objetos diestros por usuarios zurdos, desarrollado por la maestra Irma Alejandra Zafra Ballinas. En Ciencias Básicas e Ingeniería, el trabajo Theory of finite periodic systems: general expression and various simple and illustrative examples del doctor Pedro Pereyra Padilla y la maestra Edith Castillo Corona. En Ciencias Biológicas y de la Salud, el trabajo Feasibility of fishmeal replacement by shrimp head silage protein hydrolysate in Nile tilapia (Oreocromis miloticus L) diet, de la maestra Maribel Plascencia Jatomea y los doctores Miguel Angel Olvera Novoa, José Luis Arredondo Figueroa, Concepción Keiko Shirai Matsumoto y George M. Hall. En Ciencias Sociales y Humanidades fue merecedor del Premio, el doctor Eduardo Ibarra Colado con el trabajo La Universidad en México hoy: gubernamentalidad y modernización.

Por otra parte, durante el año pasado numerosos miembros de nuestra comunidad, profesores y alumnos, fueron reconocidos nacional e internacionalmente por su destacada labor académica. Del amplio conjunto de distinciones, y sin ánimo de ser exhaustivos, mencionaré el obtenido por el doctor Oscar González Cuevas, Profesor Distinguido de la UAM, quien recibió la Medalla Eligio Ancona 2003 que otorga el Gobierno del Estado de Yucatán, como máxima presea a los nacidos en la entidad por su destacada trayectoria en el campo de la ciencia, las artes y la cultura en general. El doctor Enrique de la Garza Toledo, otro de nuestros profesores distinguidos, fue galardonado con el Premio Nacional a la Investigación Laboral 2002. Internacionalmente, el doctor Gustavo Viniegra González, también Profesor Distinguido, fue nombrado miembro de la Orden de las Palmas Académicas, otorgada por el Ministerio de Educación de Francia. El doctor Gustavo Hernán Rojas recibió el Premio Andrés Bello otorgado por la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL) a la mejor tesis doctoral sobre estudios de la Educación Superior. También es digno mencionar el reconocimiento que algunos de nuestros alumnos obtuvieron por sus trabajos, tanto a nivel licenciatura como posgrado. El Premio Weizmann-Kahn 2002, otorgado a las mejores tesis doctorales, fue recibido por Inés García Peña, del área de Ciencias Biológicas y de la Salud, por su trabajo titulado Biofiltración de tolueno con scedosporium apiospermum: metabolismo y su relación en el funcionamiento de un biofiltro. En el Concurso Nacional de Tesis sobre la Juventud 2003, fueron premiados con el primer lugar en los niveles de licenciatura y doctorado los trabajos del licenciado Cupatitzio Piña Mendoza y el doctor Adrián de Garay Sánchez, respectivamente. Sobresalen también los estudiantes Miguel Liera Bañuelos, Fernando E. China y Gisela Berenice Centeno, quienes obtuvieron el Premio a la mejor experiencia en servicio social 2003, convocado por Sedesol-Sep-Anuies.

La planta académica de la UAM es sólida, el reconocimiento externo es un criterio que nos permite valorar la forma cómo somos observados, que nos devuelve una imagen de lo que somos y que por tanto, nos permite detectar nuestras fortalezas y nuestras deficiencias. Después de varios años de haber sido creado el Programa de Mejoramiento del Profesorado (PROMEP), en 2003 la UAM logró su incorporación. El reconocimiento del PROMEP a muchos de nuestros cuerpos académicos y en lo individual a gran número de profesores fue sumamente valioso, ascendiendo a 733 profesores reconocidos; además de colocarnos entre las instituciones universitarias más destacadas, nos permitirá recibir un apoyo económico significativo durante 2004. En esa evaluación se tomó en cuenta el trabajo en torno a la docencia, la investigación y el apoyo que los académicos han aportado en la construcción de la vida institucional de la Universidad. Se trata de un resultado esperable en cierta forma, pues nuestro modelo universitario se ha diseñado precisamente cuidando el equilibrio entre estas tareas. Nos llena de orgullo reconocer que hemos logrado acoplar nuestro modelo a la realidad y que así lo reconozcan en el exterior. Además de generarnos una enorme satisfacción observar que el criterio del PROMEP se ha elaborado en buena medida valorando lo que la UAM ha definido como deber de una universidad, confirmando con ello que somos un referente para pensar la lógica que debe imperar en una institución de educación superior.

Otro proyecto fundamental realizado en 2003 fue el diseño y la presentación a evaluación externa del Programa Integral de Fortalecimiento Institucional (PIFI 3.0). No sólo porque los recursos recibidos representan una gran oportunidad para continuar con el desarrollo y consolidación de nuestra Universidad, sino porque además nos ha permitido proyectar el ejercicio de planeación que venimos realizando continuamente desde nuestra fundación y que en los últimos años se ha consolidando con mucha fuerza. La integración de este proyecto de planeación estuvo marcado por su carácter participativo, colectivo e incluyente, en donde el conjunto de la Universidad detectó los asuntos prioritarios por atender, contribuyendo con ello al fortalecimiento del espíritu comunitario.

Desde el comienzo de mi gestión he sido muy insistente en la necesidad de recordar que somos una sola Universidad, un proyecto unitario y sistémico. Las debilidades de cualquier sector de la UAM afectan al conjunto de la Institución, de la misma forma que nuestras partes más fuertes deben su energía a la suma de esfuerzos de la comunidad toda. El PIFI 3.0 es una muestra de que hemos avanzado notablemente en el fortalecimiento de nuestros lazos institucionales, el resultado que obtuvimos por el desarrollo de este programa, es una muestra de la manera en que nos percibe nuestro entorno.

Al hablar del reconocimiento que en el exterior hemos tenido como Universidad, damos la pauta para comentar lo que realizamos en 2003 en torno a la vinculación de la UAM con la sociedad y a las actividades de preservación y difusión de la cultura. En cierta forma al realizar cabalmente nuestras tareas sustantivas, la docencia, la investigación y la preservación y difusión de la cultura, la UAM consigue su vinculación con la sociedad. Es decir, no son funciones que se emprendan con la intención de elaborarse para sí mismas, las impulsamos porque es lo que espera la sociedad de nosotros, lo que le hemos prometido hacer con la mayor calidad.

Los cambios recientes en la configuración de la sociedad han generado una modificación notable en la manera como se debe conceptualizar la vinculación de la universidad con la sociedad. Nunca como hoy la sociedad y la Universidad han tenido una relación tan estrecha, tan necesaria. Y es que el mundo contemporáneo ha generado una especie de “intangibilidad” de los espacios físicos o, si se prefiere una materialidad en flujo, electrónica y cibernética, de nuevo tipo. El saber no se realiza tan sólo en un lugar concreto, espacialmente ubicable, circula por el mundo y se aplica y se reproduce fuera de los claustros confinados de las universidades. La imagen de un entramado, de una red de relaciones múltiples, sirve para figurarnos la conformación que han tomado las sociedades contemporáneas. La universidad del siglo XXI está, debe estar, en todos lados, y la sociedad, en cierto sentido, forma parte de la Universidad. No hay centro que derrame la información y los conocimientos y mundo exterior que los reciba para enriquecerse o aprovecharlos. El espacio ha sido alterado profundamente por las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Esta transformación debemos aprovecharla, dentro y fuera, de nuestra Universidad para fortalecer nuestro trabajo.

En 2003 comenzamos a hacer un uso activo de estos recursos. Un ejemplo notable y sumamente productivo fue la creación del Sistema Automatizado de Registro de Aspirantes a la UAM. Instrumento que además de simplificar la administración y de racionalizar los recursos, ofrece la ventaja a los interesados de disponer de mayor tiempo para meditar su decisión y realizar una elección más segura. El tiempo que permite el internet, de ponderar intereses, buscar la mayor información posible, modificar los datos, es sumamente valioso para la elección de una carrera. Cabe mencionar que el proceso de admisión fue sumamente novedoso en el 2003. Por primera vez la Universidad fue sede de registros, informes, inscripciones. Lo que permitió que los aspirantes pudieran tener una relación más estrecha con las instalaciones de nuestra Universidad, que conocieran sus espacios, y que comenzaran a formar parte de la vida universitaria.

Otro ejemplo que también beneficia directamente al estudiante, pero además a la investigación que se cultiva en la Universidad, es el sistema de red virtual y la automatización de las bibliotecas, puesto en marcha el año pasado. La posibilidad de conocer el acervo bibliográfico de la Universidad desde una pantalla de computadora es un avance de significativa relevancia. Resulta prácticamente increíble la posibilidad de contener toda la información en soportes cada vez más ligeros, de intercambios ágiles, tanto que nos asombra e impone cautela.

Empero, esta pérdida de tangibilidad, la modalidad en que se diluyen las relaciones personales directas, pareciera una descripción de ciencia ficción y, a pesar de todo, es una realidad irreversible. Por ello en la UAM hemos decidido intensificar el trabajo de reflexión y de planeación, para no ser absorbidos por semejante entramado y seguir cumpliendo con nuestras funciones sin perder autonomía y direccionalidad. En suma, debemos garantizar la humanidad de los procesos formativos, sin confundir jamás los medios con los fines.

Por ello he considerado necesario reparar en la tradición de la universidad en general y en el patrimonio histórico y cultural de la UAM en particular. De esta forma podremos asentarnos firmemente en esta especie de red intangible y, hasta cierto punto, amenazante. Este viaje por nuestra historia, motivado, claro está por la celebración de nuestros primeros treinta años de vida, debe permitirnos encontrar los referentes que nos remitan a nuestra realidad y entorno, definiendo, con claridad y rigor, los principios y los compromisos que nos rigen.

Una vez afianzados estos principios, nuestra participación con la sociedad resultará mucho más enriquecedora, pues seguiremos ofreciendo, quizá no siempre desde un espacio físico concreto, una manera racional, distanciada, crítica, de observar y enfrentar el mundo que habitamos, la forma de concebir y crear propia de la universidad, de la vida académica. Es ese nuestro principal atributo y es lo que ratifica y da sentido a nuestra idea práctica de autonomía.

Las tareas de vinculación desarrolladas el año pasado son una muestra concreta de este interés de hacer que la UAM participe directamente desde su competencia académica en la construcción del México que queremos, por ello hemos intensificado el trabajo de vinculación con diversas instituciones públicas y privadas, educativas y civiles, científicas, nacionales e internacionales.

En 2003 la UAM como sistema formalizó 336 convenios entre generales y específicos, de los cuales 26 fueron con organismos o instituciones internacionales y 310 con dependencias nacionales. Destaca la renovación y ampliación del instrumento de cooperación con el Colegio de Bachilleres, pues muestra la intención de colaborar de manera estrecha con las instituciones educativas que alimentan a la Universidad de recursos humanos, para devolverle a esa institución hermana que también celebra este año su treinta aniversario, una imagen de los perfiles y resultados de sus egresados.

Entre este número enorme de instrumentos de cooperación e intercambio sobresalen, sólo a manera de mínimos ejemplos, los formalizados con la Fundación Carolina y la Universidad Internacional de Andalucía, de España, y la Universidad de Alberta, Canadá; con distintas áreas y secretarías del Gobierno del Distrito Federal, además del suscrito con la propia Jefatura de Gobierno; gobiernos de los Estados de la República, entidades y dependencias de la Administración Pública Federal, sobresaliendo el de Petróleos Mexicanos; la Universidad del Claustro de Sor Juana, o el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Un número significativo de convenios suscritos en el pasado continúan vigentes, y nuestra Universidad impulsa su aprovechamiento cabal, así como la evaluación rigurosa de su cumplimiento.

Por otro lado hemos conservado la energía de llevar a la sociedad los conocimientos que la Universidad cultiva. El proyecto del espacio interactivo Gota de Agua es un caso tipo de intervención integral que contempla la participación vecinal, el patrocinio de empresarios y la colaboración decidida de la Delegación Iztapalapa, el Gobierno del Distrito Federal, la Secretaría de Desarrollo Social y el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

En la actualidad más de 30 estudiantes cumplen en él su servicio social, decenas de profesores-investigadores de las distintas divisiones académicas de nuestra Universidad han formulado cédulas técnicas, aportes al guión museográfico, producción de maquetas y exhibidores, aprovechamiento de prototipos de investigación como plantas de tratamiento de agua o vehículos eléctricos, entre un sinfín de actividades académicas que demuestran los aportes de nuestra Casa abierta al tiempo al empeño por acercar los beneficios de la vinculación a la población, promoviendo la creación de un polo de atracción turístico, formativo y museográfico para el Oriente de la capital del país, en un esfuerzo conjunto por rescatar una seña de identidad de nuestro pasado: el Cerro de la Estrella.

Especial trascendencia reviste la colaboración formalizada con El Colegio Nacional, que ha permitido establecer una Cátedra Magistral Permanente de sus miembros en cada una de nuestras unidades académicas. Con ello se fortalece la vinculación con los máximos exponentes de las ciencias, las artes y las humanidades del país, ofreciendo a nuestros estudiantes la oportunidad de conocer los desarrollos de frontera en testimonio directo de sus protagonistas.

Parte significativa del capital institucional lo representan sus egresados, muchos de los cuales han impulsado la constitución de la Fundación UAM que pretende, entre otros muchos propósitos, vincularse con los alumnos en activo y la estructura de conducción universitaria para ofrecer sus buenos oficios como “puentes” con el mundo real y práctico del mercado de trabajo, así como ser facilitadores en distintos procesos e iniciativas. Como ejemplo, en 2003 y de manera conjunta con la UAM, se dieron a la tarea de conseguir patrocinios para producir una agenda con información sustantiva pensada para los estudiantes: 55 mil de ellas fueron entregadas de manera gratuita.

Con la Organización de Estados Iberoamericanos y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes se firmó un acuerdo amplio de colaboración que, integrando a los especialistas del área de antropología de la UAM-Iztapalapa, ha favorecido el diseño y la oferta de un diplomado de alto nivel en materia de políticas y gestión culturales.

El trabajo desarrollado en torno a la difusión y la preservación de la cultura responde a la vinculación con la sociedad, el fortalecimiento del trabajo conjunto con las divisiones académicas de nuestra Universidad y una incipiente presencia en escenarios internacionales. Muchas y de muy distinto impacto son las actividades y las iniciativas que han sido desarrolladas durante 2003.

Entre ellas destaca, en el campo de las artes plásticas y visuales, el montaje de exposiciones de gran relieve en los espacios institucionales de la Galería Metropolitana, los centros de Educación Continua Casa del Tiempo y Casa de la Primera Imprenta de América, y, de manera muy especial, la antes Galería de Rectoría General que, por acuerdo formal, cambió su denominación a Galería Manuel Felguérez, en justo reconocimiento a la sólida relación existente entre nuestra Institución y el destacado creador zacatecano, que ostenta en la actualidad como elemento de identificación una escultura denominada Teorema lunar, entregada a la UAM sin costo alguno para la ocasión por el artista mencionado.

De hecho, los festejos conmemorativos de nuestro treinta aniversario se iniciaron simbólicamente con la entrega del Premio a la Investigación 2003 en el marco de la develación de la escultura monumental de este artista, titulada Puerta al tiempo, pieza escultórica de 25 toneladas de acero al carbón que, ubicada en el Patio Techado de la Rectoría General, constituye hoy día un nuevo símbolo universitario, una auténtica seña de identidad institucional. Cabe destacar que se trata de una obra en donación, como otros centenares de piezas originales que por esta vía se han incorporado al acervo artístico de nuestra Universidad, que sólo supuso cubrir los costos de su fabricación. En este mismo sentido, también fueron formalmente develadas otras entregas gratuitas de gran trascendencia como el mural Códice de Santa María, de 40 metros cuadrados, de Francisco Castro Leñero, y una escultura basáltica del maestro Xavier Esqueda. Esta colección integrada en los últimos años, está plenamente documentada como patrimonio institucional, mediante contratos de donación formales, y se cuenta con el registro digital correspondiente.

Las actividades conmemorativas también contemplan dotar a las unidades académicas de obras de gran formato. Así, para Iztapalapa se ha fabricado un mural en esmalte industrial de la autoría de Jan Hendrix que, con sus cerca de sesenta metros cuadrados, servirá de remate visual del edificio sede de la rectoría de ese campus. Otros proyectos se están desarrollando, bajo el mismo esquema de donación, para Azcapotzalco y Xochimilco.

En nuestros recintos fueron montadas muestras relevantes de artistas como: Irma Palacios; Francisco, José, Miguel y Alberto Castro Leñero; Xavier Esqueda, Jan Hendrix, Jorge Yázpik, Juan Soriano, Águeda Lozano, Gilberto Aceves Navarro, Perla Krauze, Roger Von Gunten, Ilse Gradwhol; José Francisco, Pilar Bordes, Paul Nevin, Carlos Pellicer, Nunik Sauret, Teresa Cito, Tomás Gómez Robledo, entre otros.

Adicionalmente, la UAM montó exposiciones en la Chac Mool Gallery de Los Ángeles y en la Howard Scott Gallery de Nueva York, Estados Unidos; y dos muestras de documentos icónicos de valor plástico relativas a Puebla, Oaxaca y la Ciudad de México, identificadas como Corpus Urbanístico de México en Archivos Españoles, presentadas primero en el Museo nacional de Arquitectura del Palacio de Bellas Artes y después itinerantes en distintas plazas del país: Córdoba, Oaxaca, Puebla, Mérida, Campeche, Tlaxcala, Querétaro, Tuxtla Gutiérrez, entre otras tantas. Por último, y para no abundar más, señalaré la benéfica y productiva relación con el Museo Dolores Olmedo, donde en el periodo objeto de este Informe, se montó la exposición Grabados de Rembrandt, integrada por más de cien piezas de la autoría del artista holandés.

Esta intensísima promoción de los más significativos valores de nuestra plástica ha contado, además, con el respaldo de catálogos ilustrados que sirven de bitácora y también de punto de discusión analítica. En este esfuerzo han participado, desinteresadamente, algunos de los principales críticos e historiadores del arte de nuestro país: Teresa del Conde, Miguel Ángel Echegaray, Rita Eder, Luis Carlos Emerich, Jaime Moreno Villarreal, Enrique López Aguilar, José Manuel Springer, Gilberto Aceves Navarro, Francisco Hernández, Eliseo Alberto, entre otros.

Una iniciativa en especial, denominada Acciones en ruta, compendió esfuerzos de reflexión, mediante la celebración de mesas redondas, formación, con la impartición de tutorías y talleres, e intervención en la Ciudad de México con el desarrollo de dos itinerarios que cruzaron y abrieron espacios simbólicos e históricos de nuestra capital, con la participación de 13 artistas mexicanos y 7 extranjeros, dedicados al performance. El diseño y la coordinación de tan singular encuentro artístico estuvo a cargo del profesor-investigador Víctor Muñoz de la Unidad Xochimilco, y se contó con el respaldo de las embajadas y ministerios de cultura y relaciones exteriores de Irlanda, Suiza, Finlandia, Alemania, Singapur y Colombia, además del patrocinio de la UNAM, CONACULTA, el Gobierno del Distrito Federal y la Fundación Televisa.

En materia editorial sobresalen iniciativas como el homenaje a la semióloga del arte Ada Dewes realizado en colaboración con la División de Ciencias y Artes para el Diseño y la Rectoría de la Unidad Xochimilco; volumen que rinde cuentas de un talento prematuramente desaparecido y que, por primera vez, congrega obra antes dispersa y publicada en inglés, francés y alemán. Con la Asociación Internacional de Teatro Español y Novohispano de los Siglos de Oro (AITENSO) y el Colegio de México se publicó la obra colectiva Estudios del Teatro Áureo: Texto, Espacio y Representación, coordinado por Lillian Von Der Walde, distinguida académica de la Unidad Iztapalapa, y Aurelio González. Asimismo, con la Editorial VerdeHalago y otros participantes, salieron a la luz pública en 2003 los tomos 3 y 4 de las obras completas de Fernando Pessoa en versiones al castellano de Miguel Ángel Flores, destacado profesor-investigador de la Unidad Azcapotzalco

Es de subrayarse que, como política editorial, se han fomentado las coediciones con distintos entes y agencias públicas y civiles de México y el extranjero: Conaculta, Inba, Inah, la Embajada de España en México, los gobiernos del Distrito Federal y el Estado de Oaxaca, el Patronato del Parque Ecológico Xochimilco, como ejemplos.

Además, se ha fortalecido la presencia institucional en distintas ferias y foros de libros, entre los que destacan los de Baja California, Guadalajara, Minería, Monterrey, la Internacional del Libro Universitario en Nuevo León y, de modo protagónico, la III Feria Metropolitana del Libro de la Ciudad de México, donde la UAM montó un pabellón de 600 metros cuadrados, en el que además de la exhibición y venta del catálogo institucional, incluyendo a las unidades académicas, se exhibió una panorámica de la producción tecnológica y la investigación científica de alumnos y profesores-investigadores de nuestra Institución, además de una muestra plástica del destacado artista cubano Reynaldo López.

La presencia y difusión de nuestra producción editorial también le ha concedido especial importancia a la política de donaciones, como instrumento de apoyo al desarrollo de las comunidades del país y, claro está, de las bibliotecas públicas. En el ámbito exterior, destaca la otorgada a la Biblioteca Fernando Pessoa de Lisboa, Portugal.

En lo que concierne a la revista Casa del tiempo señalaré que se ha consolidado como un vehículo de promoción del quehacer universitario, ofreciendo en cada número al menos la participación de un profesor-investigador de cada una de las unidades académicas, intentando cubrir los distintos campos del conocimiento que se cultivan en la UAM, y sirviendo de gozne con los mejores aportes de la cultura universal.

En artes escénicas habría que consignar la continuidad del Premio INBA-UAM de Danza Contemporánea que ha alcanzado su vigésima cuarta edición, y que representa el único certamen en el país de composición coreográfica. También se produjeron en el teatro Casa de la Paz algunas obras de significación, por ejemplo: La Eva futura o Frankenstein, el moderno Prometeo; La repugnante historia de Clotario Demoniax, farsa guiñol de Hugo Hiriart que ha llegado a las 200 representaciones, y La Escuela del Dolor Humano de Sechuán. Se continuó con los ciclos de música, especialmente jazz, destacando el homenaje a Juan José Calatayud. En coordinación con la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal y el Instituto Politécnico Nacional se convocó al III Concurso de Nueva Dramaturgia. En esta misma línea de colaboración interinstitucional, también con la Secretaría de Cultura del GDF y la Editorial Lectorum, se lanzó el Premio de Crónica Urbana Salvador Novo.

Los centros de Educación Continua Casa del tiempo y Casa de la Primera Imprenta de América consolidaron su calidad de infraestructura de vinculación extramuros a favor de las actividades académicas de nuestros profesores-investigadores. A lo largo del año que se informa se ofrecieron 10 diplomados, 11 talleres, 21 seminarios, coloquios y foros; 30 conferencias, 11 cursos y 30 presentaciones de libros. Lo cual reitera nuestra convicción de que, justamente, la sociedad es nuestro origen y sentido.

Como se desprende de la lectura del presente Informe, la vinculación constituye un eje de vertebración de la gestión universitaria. Es por ello que en distintos proyectos institucionales se armoniza la participación de la estructura académica y de las instancias soporte de la Rectoría General. Muestra de ello lo constituye la estrategia de intervención en distintos municipios de la Mixteca Alta de Oaxaca denominada Proyecto de Conservación, identidad y desarrollo, con el concurso decidido de las divisiones de Ciencias Biológicas y de la Salud y de Ciencias Sociales y Humanidades de la Unidad Iztapalapa, el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Instituto Oaxaqueño de las Culturas, donde por igual se ha promovido el rescate de tradiciones populares e historia oral, la identificación vía satelital de la población del venado cola blanca en la sierra de los Tayatas, la producción de paquetes nutricionales para ganado bovino, el funcionamiento del vivero de herbolaria medicinal tradicional de la agencia de Cuauhtémoc, así como la restauración de patrimonio histórico- arquitectónico en los exconventos dominicos de Yanhuitlán, San Miguel Achiutla y San Pedro Teposcolula y el templo de Santa Catarina Tayata, enclave donde la UAM puso en operación además, la Casa del Campesino, que fuera edificada en los años treintas por maestros rurales de las Misiones Culturales que inspiró José Vasconcelos, donde también se imparten talleres de grabado popular, estofado, talla en madera y producción de papel, y, por último, la recuperación y catalogación del Archivo Histórico Municipal de Tlaxiaco.

Uno de las intenciones nucleares de nuestra misión educativa consiste en formar de manera integral a nuestros estudiantes; ofreciéndoles actividades extracurriculares que los complementen en términos culturales, humanísticos y recreativos. Nuestro compromiso con la juventud reconoce la importancia estratégica de una sólida habilitación disciplinaria pero, en adición a ello, contempla también proporcionarles un marco de valores éticos y una oportunidad para adquirir hábitos de salud.

En este sentido, la Universidad dispensa atención especial al deporte y ha sido capaz de estimular a la comunidad estudiantil para que equilibre el sano desarrollo físico con el pleno aprovechamiento académico. Así, destaca que nuestros deportistas, quienes defienden los colores y el emblema UAM, son siempre alumnos sobresalientes. En el caso de quienes han obtenido medallas en nombre de nuestra Institución es de subrayarse sus altos promedios. Nuestro interés universitario no se limita o agota en los triunfos y las victorias, pretende más aún ser instrumento de perfeccionamiento y realización personal y colectiva.

Con gran satisfacción señalo que por cuarto año consecutivo la UAM ha conquistado el primer lugar en la VI Región del CONDDE-ANUIES, superando a instituciones de carácter federal como nosotros, que destinan mayores recursos presupuestales y que cuentan con una matrícula significativamente superior. Se demuestra con estos resultados la importancia de la disciplina y lo insustituible del talento. Además, lo que sí hace la UAM con cuidado extremo es racionalizar sus escasos recursos y, en respetuosa observancia del modelo de desconcentración funcional que nos rige, estructurar una política deportiva institucional, que nos represente como sistema, por encima de las particularidades propias de nuestras unidades académicas.

Todo este esfuerzo de organización y planeación de la vida universitaria está soportado por un trabajo administrativo cada vez más complejo, que bajo el imperativo de hacer posible el desarrollo de la vida académica y el impacto de la misma en la sociedad, se realiza con el mayor cuidado, con la racionalidad necesaria no sólo para el mejor aprovechamiento de los recursos, sino para trazar una organización confiable y transparente. Por ello el Colegio Académico decidió que la Secretaría General fuera la encargada de realizar el trabajo de contabilidad de la Universidad, mientras que la Contraloría Interna pueda concentrar sus actividades en la revisión de este trabajo y en el diseño y actualización del sistema contable, cumpliendo con su función de examinar puntualmente todos los procesos administrativos de nuestra Casa abierta al tiempo. Esta decisión contribuye, sin duda alguna, a consolidar la transparencia que nos ha caracterizado desde nuestra fundación.

Otro asunto crucial que la administración universitaria ha cuidado con detalle es el ambiente de trabajo que se vive en la Universidad. Ha sido muy importante para nuestro desempeño académico generar una relación cordial, respetuosa, con el Sindicato de Trabajadores de la Universidad. Mantenemos el firme propósito de realizar todos los esfuerzos necesarios para solventar una relación laboral justa, confiable, armónica, a través de la cual los trabajadores defiendan sus derechos y la Universidad cumpla con sus funciones sustantivas.

La vitalidad de la UAM y su proyección para el futuro, es sin duda el resultado de un trabajo colectivo, en donde los órganos colegiados y personales, las instancias de apoyo, la comunidad académica, los alumnos, y todos aquellos que trabajamos en la Universidad, participamos en un proyecto común. Especial reconocimiento merecen la Junta Directiva y el Patronato Universitario, ya que en todo momento han brindado su apoyo sin concesiones a las tareas de conducción institucional; sumándose con entusiasmo en aquellas iniciativas vinculadas con su ámbito competencial y promoviendo un acercamiento con los actores de nuestra comunidad universitaria.

Destacaría las visitas que realizaron los miembros de la Junta Directiva a las unidades académicas de Azcapotzalco, Iztapalapa y Xochimilco, con el ánimo de conocer en directo nuestra operación cotidiana, el estado de nuestra infraestructura de servicio, el grado y tipo de equipamiento de talleres y laboratorios, y también, para apreciar el empeño y compromiso de quienes formamos parte de esta Casa abierta al tiempo. Asimismo, sobresale el pleno apoyo del Patronato Universitario para que las tareas sustantivas de la Institución se desarrollen sin contratiempos y contándose siempre con su disposición facilitadora.

Cabe destacar que tras largas y complejas gestiones, iniciadas en 1998, ha sido posible fortalecer y ampliar nuestro patrimonio institucional con la plena posesión de las 4.3 hectáreas del predio denominado “El Gallito”, colindante con la Unidad Iztapalapa, a partir del 29 de junio del año que se informa, cuando ante notario público fue suscrito el contrato de comodato respectivo, contándose con la participación de la empresa GEO Edificaciones, la Delegación Iztapalapa y la Confederación Agrarista Mexicana; tiempo después, el 24 de septiembre, tuvo lugar en el mismo predio la ceremonia en que se hizo del dominio público, y en particular de nuestra comunidad UAM, tan trascendental incremento de los bienes universitarios.

La cabal formalización jurídica de la propiedad se encuentra en proceso, pero ello no ha impedido que la Universidad comience sus labores de intervención y acondicionamiento, mismas que, en una primera etapa, se han centrado en salvaguardar el bien definiendo un perímetro de protección e instalando equipamientos ligeros de beneficio comunitario, en tanto las posibilidades presupuestales de la Institución permitan el diseño y desarrollo de un plan maestro para extender nuestras tareas sustantivas e interactuar con la comunidad de Iztapalapa.

En este Informe hemos procurado revisar la historia de la UAM, los compromisos que asumió desde su creación, repasar sus momentos críticos, difíciles, conocer las vías que ha tomado en diferentes momentos para enfrentar las adversidades, indicar las debilidades y fortalezas en nuestras actividades académicas, señalar los dispositivos y mecanismos administrativos que hemos adoptado para conservar nuestro vigor institucional, reflexionar en torno a las necesidades actuales de la sociedad, evaluando nuestra capacidad de atenderlas con eficacia, reconociendo la forma como la sociedad nos devuelve una imagen de nosotros mismos y diseñando estrategias para responder con energía a los desafíos del presente.

El Informe estadístico anexo complementa la imagen de lo que somos hoy, a treinta años de vida, de lo que podemos hacer, de lo que estamos haciendo, de lo que queremos seguir realizando. En todo lo que hemos presentado hay un gesto que sobresale de manera potente: la UAM es un proyecto colectivo, conformado no sólo por los que en el presente la habitamos trabajando o estudiando, sino también por aquellos egresados que pasaron por nuestras instalaciones, por los académicos que ya no están con nosotros pero que dejaron su huella, por los sueños de quienes la fundaron, por la convicción y el compromiso de ser una institución de excelencia educativa y compromiso social.

El futuro de la UAM deberá construirse reconociéndonos también como comunidad y con el compromiso de ser una universidad pública que existe para servir a la sociedad, para colaborar con ella en su desarrollo. Bajo este deseo los invito a seguir trabajando para que la UAM siga siendo Casa abierta al tiempo.

Doctor Luis Mier y Terán Casanueva
Febrero de 2004

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