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X. COMENTARIOS FINALES

Hace veinte años se fundó la Universidad Autónoma Metropolitana para dar respuesta a la demanda creciente de educación superior y como una alternativa moderna y dinámica a los modelos universitarios existentes en el país. El patrón de desarrollo económico y las características del entorno nacional e internacional en ese momento, moldearon muchos de los objetivos inmediatos y las formas de organización con que se iniciaron las actividades de la Universidad.

En tal contexto, la Institución inició sus actividades, definió el perfil de sus Divisiones y Departamentos, delimitó el alcance de sus compromisos académicos, precisó los perfiles curriculares de su oferta de formación profesional, organizó sus esquemas de financiamiento y estableció formas específicas de relación laboral.

Unos cuantos años después de su fundación, el país se vio sujeto a una profunda crisis económica que trastornó gravemente el horizonte de las expectativas con que se organizaron las actividades de la Institución. En los casi diez años de crisis económica, que se expresaron en la reducción constante de los niveles de vida de la población del país y en la transformación de los patrones de producción y consumo, la Institución vio crecer su matrícula y pudo conformar una buena parte de su planta académica.

Durante la crisis disminuyeron drásticamente los recursos financieros de la Universidad y fue necesario establecer modelos estrictos de control del gasto, de gestión y administración para asegurar la viabilidad de la Institución. En ese proceso, en el que fue importante la participación de la comunidad, se logró crecer aún durante la crisis y asegurar condiciones adecuadas de desarrollo institucional.

Para el país y para la Universidad los impactos de una crisis económica son enormes. Los rezagos y el costo social tienen grandes dimensiones. Superar la crisis y sus secuelas, así como establecer las bases para establecer formas de desarrollo más sano y equilibrado es uno de los grandes retos del país. En la Universidad estos retos han tenido un significado específico que ha implicado el diseño de estrategias para mejorar las condiciones en que se organizan las actividades académicas y estructurar fórmulas de mejoramiento de las condiciones de trabajo en la Institución.

El deterioro general de las actividades educativas, así como el debate sobre los modelos de desarrollo a lo largo de los últimos años, ha hecho necesario que una de nuestras grandes prioridades sea la defensa de la universidad pública, a partir de la revaloración de las actividades académicas que en ella se realizan y del mejoramiento de la calidad de su trabajo y de los servicios que ofrece.

En este sentido, la Universidad Autónoma Metropolitana ha seguido en los últimos años una doble estrategia: por una parte se establecieron medidas para romper las inercias generadas por la crisis económica de los años ochenta, para fomentar y promover la permanencia de los profesores y dar prioridad a los asuntos académicos en la orientación del destino de los recursos de la Universidad.

Por otra parte, se estableció una intensa política de planeación que permitiera orientar las tareas de la Institución de acuerdo con las prioridades académicas de los profesores en las Áreas y los Departamentos y con ello impulsar el mejoramiento de las labores universitarias.

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En el mismo sentido se intensificaron los procesos de desconcentración administrativa y se buscó impulsar las relaciones con la sociedad con el doble propósito de obtener nuevas fuentes de financiamiento y promover la revaloración social de nuestras actividades.

Hoy, el país se encuentra nuevamente sumergido en una grave crisis económica de la cual la Universidad difícilmente podrá escapar.

Hoy, como en la década de los ochenta, será necesario redoblar los esfuerzos y nuestro compromiso con la Institución, diseñando políticas y acciones que protejan la vida académica y el cumplimiento de nuestros compromisos.

Los momentos actuales nos obligan a desarrollar nuestra mayor creatividad para asegurar el funcionamiento institucional. Nos obligan también a desarrollar un ejercicio más amplio y responsable de planeación académica, redefinir las prioridades, impulsar la evaluación permanente de los diversos programas y proyectos que se realizan y destinar con mayor precisión los recursos disponibles para el desarrollo de actividades que tengan calidad y pertinencia. Asimismo, es necesario reforzar el control del ejercicio del gasto y fortalecer la disciplina financiera para asegurar la viabilidad de la Institución.

Hoy, como siempre, la Universidad Autónoma Metropolitana no es ajena a la situación del país. Por el contrario, su compromiso con la sociedad la obliga a estar permanentemente alerta de las nuevas necesidades sociales y de la dinámica que sigue el desarrollo de México. En este sentido es necesario reconocer el nuevo horizonte en que se ha de desenvolver la Universidad en los años por venir.

Son muy grandes los desafíos que la Universidad Autónoma Metropolitana habrá de enfrentar en los próximos años. Será necesario atender las demandas de una sociedad más compleja que requiere de mejores profesionistas y que habrá de exigirnos que sus jóvenes sean formados profesionalmente con conocimientos y habilidades que les permitan competir en un mercado profesional globalizado. Una sociedad que requiere contar con Universidades más pertinentes para su desarrollo y que realicen un trabajo de investigación de mayor calidad en las ciencias, las humanidades y las artes, en una circunstancia en que las tareas de preservación y difusión de la cultura asumirán una función estratégica en la inserción del país en los procesos de globalización.

Dichos procesos están alcanzando el espacio del ejercicio de las profesiones; el campo de acción de los egresados de la Universidad se expande día a día más allá de las fronteras del país y se avecina una fuerte competencia en el mercado de trabajo de las profesiones y de transformación de los estudios universitarios a nivel de licenciatura y postgrado.

El carácter de las profesiones tradicionales y los requerimientos para su formación se encuentran en proceso de amplia discusión, no sólo en el espacio norteamericano del tratado de libre comercio, sino especialmente en los países de la comunidad europea, donde se están señalando nuevos patrones de intercambio global, estableciendo pautas de reconocimiento de los campos de acción de las diversas profesiones. Es necesario observar estos fenómenos con detenimiento para construir alternativas propias que nos permitan transitar los procesos de globalización de las profesiones en los niveles regional y mundial.

En lo inmediato, nuestro compromiso directo con los estudiantes nos obliga a revisar con mucho cuidado el carácter de nuestra docencia. Es indispensable que los egresados de la UAM cuenten con los conocimientos y las habilidades necesarias para desarrollarse personal y profesionalmente en las nuevas circunstancias.

Es necesario reconocer la prioridad que tienen en la Universidad las actividades de docencia. En este ámbito existe una amplia agenda de trabajo que aguarda nuestra atención. La revisión constante de los planes y programas, el análisis de los nuevos currículos académicos, la evaluación y el mejoramiento de las actividades en las aulas y los laboratorios, el crecimiento regulado de los servicios de apoyo en materia de computación e informática, la ampliación y modernización de los servicios bibliotecarios y en especial la generación de estructuras de atención a los problemas específicos de los estudiantes, deben ser acciones a las cuales dediquemos nuestro mayor esfuerzo en los próximos años.

Al reconocer como una gran prioridad institucional el mejoramiento constante de las actividades docentes, será necesario asumir plenamente el sentido de la investigación en la Universidad. Una docencia de alta calidad sólo es posible cuando la planta de profesores realiza tareas de investigación rigurosa y de calidad, que explora las fronteras del conocimiento, que realiza la revisión y la crítica permanente del saber de cada campo y se preocupa por la renovación y la generación del saber existente.

En muchas profesiones, especialmente las tradicionales, mejorar la docencia implica que los profesionistas que se desarrollan en el mercado de trabajo transmitan sus experiencias y habilidades a los estudiantes. Es necesario establecer fórmulas adecuadas para lograr un equilibrio que ofrezca a nuestros alumnos la mejor formación profesional. Indudablemente, nuestros profesores de tiempo completo en las diversas disciplinas han de mantener una actividad permanente de investigación.

La oferta educativa de la Universidad ha de tener en los estudios de postgrado un espacio de ampliación y diversificación de su matrícula. En los últimos años hemos visto expandirse la demanda social por los estudios de especialización. En este rubro la Universidad tiene un amplio potencial que es necesario desarrollar en relación directa con las líneas de investigación en las Áreas y con la lógica del desarrollo de cada Departamento.

La internacionalización de los mercados profesionales afectará el desempeño de los egresados y traerá importantes consecuencias en la estructura formal que regula la acreditación de las profesiones y de los estudios profesionales en México. En el mediano plazo habremos de observar un doble proceso; por una parte el establecimiento de mecanismos internacionales de reconocimiento para el ejercicio profesional y, por otra, la aparición de estructuras de acreditación y diferenciación de las instituciones de educación superior. En tal situación será necesario defender la capacidad de la Universidad en materia de otorgamiento de títulos y grados académicos, al tiempo que será fundamental situar a la Universidad Autónoma Metropolitana como una institución educativa de la mayor calidad.

Los procesos de cambio no sólo se presentan en el plano de la educación. Asistimos a una revolución permanente de la vida productiva. La aparición y el desarrollo de nuevos materiales es un fenómeno que modifica constantemente los procesos productivos y el papel estratégico de las materias primas. La informática y las telecomunicaciones constituyen un nuevo espacio de la vida económica, más allá de su uso en los mercados financieros. Su empleo ha modificado las escalas productivas y las formas de gestión del mercado internacional.

Asistimos a una división internacional del trabajo, donde los servicios constituyen el eje dinamizador de las economías. La articulación de la producción a nivel global y el carácter internacional de los fenómenos naturales hacen de la ecología un nuevo espacio de la interacción. Los recursos naturales y sus formas de explotación han dejado de ser un tema de carácter nacional para convertirse en un problema de controversia global. Frente a todos estos asuntos la universidad pública mexicana tiene un papel que cumplir.

Para ello es necesario que revisemos la capacidad que tiene la Institución y las metas que en el corto y mediano plazos nos debemos proponer para estar en condiciones de participar con éxito en la solución de estos problemas.

Por otro lado, el cambio político que estamos observando junto a la transformación del papel del Estado mexicano en su relación con la sociedad, integran nuevas reglas y pautas de conducta que modelan las formas en que la Universidad Autónoma Metropolitana, como institución pública, ha de organizar sus relaciones tanto con el gobierno como con los diversos sectores de la sociedad.

La redefinición del papel del Estado, su relación con el gobierno en turno y con los partidos políticos, establecen nuevos marcos de diferenciación y desenvolvimiento para los espacios público y privado.

El fortalecimiento de la diferenciación de lo público y lo privado permitirá un mejor desarrollo de la sociedad civil, más demandante y participativa. En este contexto la Universidad habrá de ser un espacio aún más responsable y con mayor capacidad de comunicación con la sociedad. Correlativamente será necesario que la sociedad asuma responsabilidades mayores respecto de la universidad pública y su desarrollo.

Si bien los retos que habremos de encarar son importantes y será necesario promover nuevas estructuras que nos ayuden a enfrentarlos, la Universidad cuenta con una gran fortaleza institucional que está cimentada en la calidad del trabajo académico que somos capaces de desarrollar.

Es necesario fortalecer y promover ambientes de trabajo que permitan a nuestro personal académico organizar mejor sus actividades y participar más intensamente en las decisiones que guían el desarrollo de la Universidad.

En el fortalecimiento de los cuerpos académicos, en su permanencia y en la ampliación y modernización de los servicios de apoyo a su actividad, se encuentra la clave para que la Institución sea capaz de enfrentar con éxito los desafíos que se le presentan y transitar al siglo XXI con mejores perspectivas de desarrollo.

Al fortalecimiento y consolidación de los cuerpos académicos y a la conformación de otros nuevos seguiremos orientando nuestro mayor esfuerzo.

Para la Universidad Autónoma Metropolitana 1993 y 1994 fueron años cruciales de cambio y ajuste institucional. Se pusieron en funcionamiento nuevos programas orientados a fortalecer la permanencia de los profesores, se abrieron nuevos espacios para hacer más activo el trabajo y se modificaron mecanismos tradicionales de funcionamiento dirigido a la superación de problemas y a la renovación de la vida académica de la Institución. Este ha sido un periodo complejo en el que hemos tenido que enfrentar situaciones conflictivas, pero a la vez hemos podido diagnosticar muchos de nuestros problemas.

Tenemos que hacer un esfuerzo por ampliar el consenso de la comunidad alrededor de un proyecto académico de calidad que sirva de sustento para avanzar en el desarrollo de la Universidad y en el mejoramiento de los servicios que presta.

Hoy, como en la década de los ochenta, la Universidad está desarrollándose en un horizonte de dificultades que pueden poner en peligro la viabilidad de su proyecto educativo. La calidad debe ser la condición del trabajo académico serio y responsable que como universidad pública estamos obligados a ofrecer a la sociedad. La calidad y pertinencia del trabajo académico y la eficiencia de los servicios administrativos que ofrecemos son los elementos a nuestro alcance para proteger y defender a la Institución en forma efectiva, ante situaciones que pongan en riesgo su desarrollo.

La Universidad es hoy más fuerte académicamente. Sus actividades tienen mayor solidez y se ha logrado fortalecer la diversidad del trabajo académico y nuestra autonomía para dirigir el desarrollo de la Institución en el futuro. Se ha avanzado por el camino correcto. Sin embargo, es importante alertar a la comunidad sobre la fragilidad de lo alcanzado. La vida académica es muy vulnerable y por lo tanto persistir en los proyectos de calidad, profundizar en los cambios necesarios para mejorar en el desempeño de nuestras actividades y defender nuestros logros han de ser nuestras principales responsabilidades en el presente.

En la Universidad Autónoma Metropolitana tenemos claridad de objetivos. Nuestra vocación universitaria y nuestros compromisos con la sociedad fijan un rumbo definido. En esta etapa del desarrollo de la Universidad el trabajo multiplicado de todos los miembros de la comunidad nos permitirá responder con creatividad, imaginación y proyectos viables e innovadores a los requerimientos de la sociedad.

Estoy plenamente convencido que la vitalidad y compromiso institucional de todos los que formamos parte de la Comunidad UAM, constituyen una garantía para enfrentar los grandes desafíos actuales.

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