RECTOR
DE LA UNIDAD XOCHIMILCO
M. en C. Q. Norberto Manjarrez Álvarez
(25 de junio de 2002 - 22 junio 2006)
Discurso pronunciado en su toma de posesión.
En esta primera ocasión en que me dirijo a la comunidad de la Unidad Xochimilco, después del honor de ser designado por la Honorable Junta Directiva para conducirla durante los próximos cuatro años, deseo, en primer término, agradecer a la Dra. Patricia Aceves Pastrana y a su equipo de trabajo, las facilidades otorgadas para una transición fluida del equipo de gestión que seguramente redundará en el bien de la comunidad.
Agradezco a la Honorable Junta Directiva de la Universidad Autónoma Metropolitana la confianza depositada en mí persona y a quienes me apoyaron en el proceso su solidaridad y sus ideas para construir una propuesta de programa de trabajo. Lo primero que deseo manifestar a todos es que esta designación significa para mí un enorme compromiso al que responderé con entrega y dedicación. Asimismo deseo agradecer, a nombre de la comunidad y de manera personal a los siete distinguidos académicos que participaron en este proceso de designación del rector de la Unidad Xochimilco por sus aportes a la discusión académica, el compromiso y respeto que mostraron durante el mismo.
El umbral del siglo XXI plantea grandes desafíos a las universidades públicas mismos que ponen a prueba su capacidad para seguir jugando el papel central en el desarrollo nacional que indudablemente ha constituido su sentido esencial. Enfrentar tales desafíos con inteligencia, disciplina y un gran compromiso institucional implica responder con profesionales sólidos en cuanto a su formación académica y flexibles en cuanto a su capacidad de adaptarse a las condiciones cambiantes del campo laboral; profesionales con la fortaleza para resistir la incertidumbre prevaleciente en los distintos campos profesionales y con la capacidad de continuar aprendiendo durante toda su vida. Reitero mi confianza y compromiso con la universidad pública y con la búsqueda de las mejores condiciones para su desarrollo y desenvolvimiento.
Es preciso reconocer que vivimos una crisis de identidad y que las fortalezas de nuestra comunidad parecen desarticuladas. Hay tantas representaciones de nuestro modelo pedagógico que es urgente trabajar en la construcción de proyectos que respondan a los valores, valoraciones y anhelos de nuestra comunidad.
El Sistema Modular es, sin duda, una aportación de la Unidad Xochimilco a la educación universitaria en nuestro país. Sin embargo, peligra en esta crisis de identidad. Para reconstruir nuestra identidad y revalorizar nuestro proyecto es urgente identificar sus logros más evidentes para fortalecerlos, así como reconocer los problemas no resueltos, los errores y las distorsiones más críticas para resolverlos. Sólo una autocrítica rigurosa puede permitirnos recuperar nuestra historia y rescatar sus aportaciones más valiosas, aceptar la situación actual e integrarla en un proyecto renovado que nos permita entregar a la educación superior un modelo necesario y probado para formar los profesionales que necesita.
Esta empresa implica revisar, con la ayuda de todos, nuestro modelo educativo desde el Tronco Interdivisional hasta la culminación de los estudios. Implica reconocer que, además del modelo explícito en sus distintas versiones, hay un currículum oculto que transmite valores, pautas de comportamiento y actitudes a los estudiantes cuya congruencia con los postulados del modelo debemos confirmar. Supone, también, un proceso de reconstrucción participativo y comprometido de toda la comunidad que nos permita recuperar ese hacer y haber colectivo que fue motivo de orgullo y cohesión y permitió prevalecer al Sistema Modular a pesar de los embates del entorno.
Este proceso de reconstrucción supone una convicción de que la formación de profesionales críticos garantiza que la educación superior no sea un simple mecanismo de reproducción de la ideología dominante, sino un proceso que culmina con la formación de hombres y mujeres capaces de participar en la transformación de la sociedad. Implica también un compromiso efectivo con la atención a los alumnos. El derecho a la educación superior no sólo supone el acceso a la universidad, sino el compromiso de los académicos para que todos los alumnos tengan las mismas oportunidades de culminar su proceso formativo. Significa un compromiso real con la formación integral de los estudiantes, con la garantía de una oferta educativa pertinente a las necesidades de la sociedad y con la responsabilidad de mantener nuestros planes de estudio actualizados a la luz de los escenarios previsibles en nuestra sociedad.
Ante esta situación ofrezco a la comunidad una conducción receptiva a las problemáticas y comprometida con nuestros objetivos, que impulse y defienda la posición y los puntos de vista de nuestra Unidad en el espacio en que fuese necesario. Una dirección basada en los consensos, respetuosa de los compromisos que se asumen, responsable y consecuente con los objetivos trazados. Lograr la confianza y la plena participación en el debate académico de ideas y propuestas que nos enriquezcan será uno de mis compromisos prioritarios. Reconozco al Consejo Académico como el lugar para la construcción de los consensos institucionales porque aquí concurren los cuatro sectores que conforman nuestra comunidad.
La invitación a todos los miembros de la comunidad de la Unidad es a participar en la titánica empresa de revitalizar nuestro modelo pedagógico, sólo con su colaboración será posible llevar a cabo una evaluación a fondo de la docencia, de los planes de estudio y de los apoyos que permita sustentar la reconstrucción de nuestra propuesta educativa y que le imprima un nuevo vigor y la coloque nuevamente en la vanguardia de la formación universitaria. La universidad se construye todos los días con el esfuerzo de todos los actores, que el rector encauza, orienta y suma esfuerzos, pero que sin los alumnos, los profesores, los trabajadores administrativos y los órganos personales la universidad no tiene posibilidades de avanzar y de transformarse.
Indiscutiblemente, otro gran reto para la Unidad, es la consolidación de la investigación. El proceso de búsqueda del conocimiento, tanto por su potencial para hacer posible el acceso de la población a estadios con una mejor calidad de vida y de equidad social como por su capacidad para impulsar el avance del conocimiento, de las instituciones y la transformación de la sociedad, es central para la vida universitaria. Nuestro modelo de universidad permite una gran flexibilidad para inscribirse en el análisis de las necesidades sociales emergentes, incorporar nuevas perspectivas teóricas, introducir nuevas tecnologías y asumir posiciones congruentes ante los cambios económicos o políticos de la sociedad.
Aunque en los primeros años de la Unidad se experimentó un largo proceso para diferenciar a la investigación formativa y la generativa que difirió la consolidación de esta función, hoy contamos con numerosos grupos consolidados en todos los departamentos. Sin embargo, es imprescindible evaluar esta actividad y rendir cuentas a la sociedad de los avances y examinar las causas por las cuales en algunos espacios ha sido imposible concretar los núcleos de investigación. Del examen de las áreas de investigación, que son los espacios naturales para esta tarea, derivarán estrategias novedosas para fortalecer a las áreas y grupos que han tenido avances importantes, propuestas de reconfiguración de los grupos y áreas que no lograron consolidarse en estos años para construir oportunidades para el futuro y el reconocimiento y respeto al liderazgo de nuestros mejores académicos.
Para impulsar una imagen integral que refleje la madurez de nuestra comunidad y la creciente solidez individual y colectiva de nuestros académicos, me propongo propiciar la convergencia de los grupos, cuyos objetos de estudio son afines o complementarios y propiciar su integración en los circuitos y redes que hoy sustentan el conocimiento de frontera en los distintos campos del saber. En este proceso será imprescindible emprender una vigorosa búsqueda de recursos adicionales al presupuesto que nos permitan concluir la construcción de los espacios para la investigación y conformar una plataforma idónea de apoyo al posgrado.
Otra de nuestras necesidades más apremiantes es la de ampliar y fortalecer la oferta de posgrado. Considero imprescindible que la población de posgrado constituya una proporción significativa de la oferta educativa de la Unidad. Para tal efecto, impulsaremos la creación de nuevos posgrados, la asociación de grupos consolidados a los programas en operación y la creación de un sistema de posgrado de la UAM. Es preciso que nuestra Unidad sea reconocida por la calidad de su oferta de posgrado; por ello, impulsaré las acciones necesarias para que todos nuestros programas se incorporen al Padrón Nacional de Posgrado.
Este ambicioso proyecto de consolidación de la investigación y el posgrado requiere también del esfuerzo colectivo y de la construcción de acuerdos y de la búsqueda de mecanismos novedosos de articulación de proyectos, grupos y necesidades sociales. Al diseño, instrumentación y evaluación de las áreas de investigación invito a todos los académicos de la Unidad. Tengo la convicción de que con su participación decidida podremos lograrlo cabalmente.
A pesar de que en los años de vida de la Unidad se han instrumentado proyectos y modelos de servicio de una gran consistencia y programas de vinculación con distintos sectores sociales, los esfuerzos orientados a aproximar a la Unidad al estudio de los problemas nacionales revelan aún escasa articulación. Recuperar el servicio como una de las actividades centrales del modelo educativo implica reconocer, a partir de la experiencia acumulada, las posibilidades de acciones y programas de servicio, así como la definición de los universos beneficiarios del servicio para planear acciones concertadas entre los diferentes programas de investigación y de docencia y la recuperación de la figura de los programas interdisciplinarios de servicio social.
Por otra parte, la fortaleza de nuestros grupos académicos posibilita y exige un programa de vinculación con los sectores social, productivo y académico, donde la participación universitaria propicie soluciones viables a los grandes problemas nacionales. Nuestra Unidad ha mantenido durante sus casi 28 años de vida un claro e invariable compromiso con distintos sectores sociales. Sin embargo, no se ha logrado una vinculación orgánica con ellos para alcanzar cabalmente objetivos de carácter formativo, de servicio, de intercambio y de obtención de recursos adicionales. Superar esta situación implica el diseño de un programa de vinculación que integre y apoye los esfuerzo individuales y colectivos que muchos de los universitarios realizan actualmente. Analizaremos la conveniencia de establecer una instancia de vinculación que defina, someta a consideración de la comunidad y opere un programa específico para la vinculación de nuestros grupos de investigación y servicio con otras instituciones de educación superior nacionales, con los sectores sociales menos favorecidos, con la micro y pequeña empresa, con instituciones del sector público, con organismos financieros nacionales e internacionales y con empresas medianas y grandes del sector productivo.
Nuevamente los invito a sumar nuestros esfuerzos para la construcción y puesta en marcha de un programa de servicio con estas características que, por una parte, contribuya a la apertura de canales de vinculación y fortalezca nuestra presencia en la sociedad y, por otra, propicie la consolidación del servicio como la tercera función de nuestro modelo educativo.
Otra de las tareas esenciales que nos ha encomendado la sociedad es la preservación, difusión y fortalecimiento de las manifestaciones culturales. Las actividades de extensión o difusión de la cultura que no sólo enriquecen el proceso formativo de los miembros de la comunidad universitaria sino trascienden el espacio institucional, propiciando el acceso de distintos actores sociales a actividades que favorecen la superación individual y colectiva. La importancia de esta función se hace hoy más evidente ante un mundo globalizado que amenaza con borrar la identidad que ha dado cohesión a nuestro país. Integrar nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestras diversas manifestaciones culturales con una visión de futuro constituye una alternativa para preservar y reconstruir una identidad hoy desdibujada y para propiciar el acceso de los universitarios a la cultura y los valores de otros pueblos, tomando de ellos todo lo que contribuya al enriquecimiento de la cultura nacional. Es también una opción válida para propiciar la cohesión y el sentido de pertenencia de los universitarios.
Considero imperioso que esta función adquiera carta de naturalización en la Unidad, que sea un espacio de convergencia e integración en la Unidad y no un espacio para el cultivo de personalidades aisladas. Que se constituya en un puente para favorecer la apropiación del conocimiento generado en la universidad por parte de los sectores más desprotegidos. Una propuesta como ésta requiere, también de la colaboración de académicos, estudiantes, promotores culturales e instancias de apoyo. Espero que todos ustedes se sumen a ella.
La universidad asume las tareas de formación profesional y de posgrado, la investigación, el servicio, la preservación y difusión de la cultura, que constituyen su razón de ser, en el marco de la autonomía, otorgada por la sociedad como prueba suprema de confianza y esperanza, entendida como el ejercicio responsable de la libertad de organizarse como la institución lo considere conveniente para realizar sus tareas como el espacio propicio al libre debate de las ideas y principios. La conciencia sobre la magnitud e importancia de este privilegio es esencial para que todos y cada uno de los miembros de la comunidad universitaria experimenten el orgullo de ser merecedores de esa confianza y entreguen a la sociedad, con su mejor esfuerzo, los resultados que ésta espera y para los cuales, además, ha otorgado a la Universidad recursos provenientes de su propio trabajo. También es fundamental para comprender la necesidad de preservar esta autonomía, valor que sustenta la posibilidad de trascendencia de la universidad pública, a través de la rendición de cuentas a la sociedad sobre las encomiendas recibidas.
El espacio que ofrece la autonomía universitaria, los márgenes de libertad para la realización de nuestras tareas de investigación, formación y divulgación; el carácter colegiado del gobierno universitario; los signos de tolerancia para la convivencia de grupos y comunidades científicas y pedagógicas diversas, son, sin duda, elementos que permiten discutir y proponer nuevas posibilidades para el cumplimiento de sus funciones. Por ello, estoy convencido de la posibilidad de revitalizar nuestro proyecto educativo. A lo largo de este proceso he recogido de muchos miembros de la comunidad universitaria esta aspiración de cambio y de consolidación. Ahora toca el turno a la transformación de las aspiraciones en proyectos para los cuales se requiere el trabajo y el compromiso de toda la comunidad.
El ejercicio de la vida académica exige una vocación y un compromiso ético con la formación integral de los alumnos y con el conocimiento; demanda también de la convicción de la pertinencia de la misión y los valores de la institución y de un compromiso invariable con ellos. Esta vocación cuando logra enraizarse profundamente nos permite encontrar una gran satisfacción en el quehacer universitario e incluso se transforma en un proyecto de vida. Adicionalmente cuando las circunstancias, como en mi caso, nos han brindado la oportunidad de participar en uno de los proyectos educativos más innovadores del siglo pasado, este compromiso se fortalece y nos obliga a enriquecerlo con inteligencia, tolerancia y trabajo. Quienes hemos permanecido en la universidad durante varias décadas, hicimos esta elección porque encontramos un territorio donde nuestros esfuerzos dan frutos y nuestro trabajo adquiere un sentido, una razón de ser. Por tanto hemos decidido que éste y sólo este espacio sea el enclave de nuestro compromiso. Hagamos de este territorio, el espacio más propicio para la construcción de ideas y proyectos, en donde la creatividad y la experiencia se conjuguen en la conformación de un entorno cordial y gratificante que nos permita disfrutar de los logros que sólo son posibles en una profesión que mientras más se prodiga, más se enriquece.
Yo, por mi parte, reitero a nuestra comunidad mi compromiso con una conducción basada en los consensos, respetuosa de los compromisos que se asumen, responsable y consecuente con los objetivos trazados. Una gestión incluyente, sin bandos ni confrontaciones estériles, sin espacios de exclusión, asumiendo que en la pluralidad se encuentra el sustento de la vida universitaria. Una gestión caracterizada por la transparencia en los criterios de asignación y el uso de los recursos que fortalezcan la confianza entre instancias y actores universitarios.
Reitero, asimismo mi compromiso con un trabajo incansable y la invitación a los alumnos, a los profesores, a los trabajadores administrativos y a los órganos personales a participar en esta empresa de reconstrucción de un proyecto que hace 27 años era una posibilidad, que hoy es una realidad y que con el esfuerzo de todos será la mejor de las opciones posibles en el ámbito de la educación superior mexicana.
Gracias a todos.