RECTORA DE LA UNIDAD AZCAPOTZALCO
Mtra. Mónica de la Garza Malo
(08 de julio de 1997-)
Discurso pronunciado en su toma de posesión.
Distinguidos miembros de la Junta Directiva de la Universidad.
Dr. Julio Rubio Oca.
Lic. Edmundo Jacobo Molina.
Mtra. Olga Pellicer.
Fis. Sergio Reyes Luján.
Mtra. Magdalena Fresán Orozco.
Dr. José Luis Gázquez Mateos.
Quím. Jaime Kravzov Jinich.
Distinguidos invitados.
Compañeros universitarios.Este momento tiene una especial relevancia por la magnitud del compromiso que he asumido; tengo plena conciencia de la enorme responsabilidad que descansa en la Rectoría de la Unidad Azcapotzalco. Mi decisión de participar en esta función directiva ha estado guiada por la certidumbre de que alrededor de los principios y postulados fundamentales de la Universidad confluyen espontánea y vigorosamente las expectativas y esfuerzos de muchos universitarios que contribuyen con gran eficacia a la construcción de nuestro proyecto académico.
Agradezco la confianza que la Junta Directiva de la Universidad ha depositado en mi persona, al designarme para ocupar el cargo de Rectora de la Unidad Azcapotzalco de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Ocupo esta responsabilidad después de la importante labor realizada por el Lic. Edmundo Jacobo Molina, a quien expreso mi más amplio reconocimiento por la trascendencia de su trabajo al frente de nuestra Unidad. La administración que hoy culmina ha sentado bases más firmes para el desarrollo y consolidación del modelo académico que se ha venido construyendo en la Unidad desde hace más de veinte años. Le agradezco, además, el apoyo que siempre me ofreció para el desempeño de mis funciones en la dirección de la División de Ciencias Sociales y Humanidades, muchas gracias.
El día de hoy termina un proceso universitario de renovación que ha de servir para generar un nuevo impulso al desarrollo académico de la Unidad. Un proceso institucional ampliamente debatido, tanto en sus formas como en los proyectos que se postularon, en el que ha sido un privilegio participar al lado de tan honorables universitarios. Quiero manifestar mi aprecio personal y mi reconocimiento público a los sobresalientes miembros de la comunidad que participaron en este proceso, cuyas ideas seguramente ayudarán a enriquecer el desarrollo de nuestra Unidad en los próximos años. En especial quiero señalar la participación de la doctora Maricela Maubert, el maestro Adrián de Garay y el arquitecto Jorge Sánchez de Antuñano, quienes a lo largo de su trayectoria en la Universidad se han distinguido por su compromiso y entrega a la vida académica, y han realizado contribuciones significativas al desarrollo de nuestra institución. Aprecio y valoro su visión de la Universidad y espero contar con su compromiso institucional en esta nueva etapa de trabajo.
Hoy inicia una nueva administración de la Universidad, que representa un momento de consolidación y cambio, orientado por la renovación del esfuerzo y el trabajo común, para continuar las tareas de mejoramiento de la Unidad. En las labores que realizaremos habrá continuidad porque el quehacer de la Universidad adquiere sentido y profundidad en el largo plazo; ahí es nuestro deber ser fieles a las mejores tradiciones de la vida académica. Estamos también en una coyuntura de cambio, porque se habrán de inaugurar nuevas formas de trabajo, buscaremos abrir nuevos espacios de reflexión y generar iniciativas que permitan a nuestra Unidad mantener y profundizar los procesos de superación y consolidación académica en los que está inmersa.
La Unidad Azcapotzalco va adelante, su dinámica de trabajo tiene un impulso que no se detiene ante las dudas y los problemas. Nuestra comunidad tiene la capacidad para resolver los problemas del presente y enfrentar los retos del futuro. La fortaleza de nuestra Unidad descansa en la fidelidad a su proyecto académico y a sus tradiciones de compromiso con la mejor enseñanza de las profesiones, con la investigación al servicio del desarrollo nacional, pero fundamentalmente con el cultivo del conocimiento que es el motivo y la misión de la Universidad.
Somos una Unidad orgullosa de sus tradiciones, que ha realizado grandes logros a lo largo de su existencia, que ha sabido enfrentar los retos del cambio y ha salido fortalecida.
El modelo de la UAM responde a dos rasgos que son específicos de las universidades: el primero es la vinculación entre la docencia y la investigación, en una dimensión donde la enseñanza y el aprendizaje tienen una especial densidad pues están fundadas en el cultivo del conocimiento.
En esta dimensión el estudio que realiza un universitario se despliega como actividad común en las aulas, los talleres, los cubículos y los laboratorios. En su forma ideal se trata de una comunidad que, centrada en la investigación, estudia permanentemente y con ello, mantiene una constante e insaciable actividad de búsqueda. Así, hemos entendido que en su tránsito por la universidad, los estudiantes aprenden también, en la experiencia compartida, que el adiestramiento, la información y el dominio de las técnicas especializadas, no excluyen el amor al saber, que funda y anima la investigación. De entre ellos, muy pocos se dedicarán después a la investigación y a la docencia, pero todos habrán aprendido que sólo ese afán de saber les puede ayudar a salir al paso de los problemas de la rápida obsolencia de las técnicas, que impone la marcha de los tiempos.
El segundo de los rasgos específicos no es de menor significación. Los universitarios nos agrupamos en instituciones multidisciplinarias que se organizan al servicio de una actividad común: la docencia y la investigación. Una actividad que no rendiría sus frutos mejores si no fuera posible la labor conjunta de diferentes especialistas en la formación de los estudiantes. Porque la agrupación de las disciplinas no es mera vecindad, ni pretende solamente los resultados de la investigación como algo aparte de la enseñanza, sino que tiene como objetivo central que la formación de los jóvenes se cumpla en el contacto y en la familiaridad con esa interdisciplina y ese esfuerzo de búsqueda.
En nuestro modelo académico, el compromiso profundo con la formación de profesionales se organiza en las coordenadas de la mejor tradición universitaria, fundada en la investigación básica y aplicada que busca atender los problemas de país y responder a las necesidades del desarrollo nacional.
Este modelo académico tiene especial consistencia para la fuerza de su vida colegiada, en un ambiente de amplia participación, donde hemos aprendido a construir y mantener consensos fundamentales que sirven de sustento al desarrollo de la Institución.
Los usos y tradiciones de la estructura colegiada que hemos construido a lo largo del tiempo nos permiten recuperar la riqueza multidisciplinaria que caracteriza la diversidad propia de la Universidad, en todos los campos de acción institucional, tanto en las definiciones de la política académica, como en los aportes de los diferentes sectores de la comunidad para el mejor cumplimiento de nuestras funciones sustantivas.
A lo largo de su historia nuestra Unidad se ha significado por su fuerte impulso a la enseñanza de las profesiones. Es ahí donde se ha concentrado el máximo esfuerzo y donde podemos hacer un balance significativo de nuestra trayectoria institucional.
Hoy debemos preguntarnos sobre la correspondencia entre nuestros perfiles curriculares y la dinámica de las demandas de los mercados laborales; al hacerlo, resulta primordial reconocer las ventajas comparativas que las habilidades y el adiestramiento ofrecen en cada campo del ejercicio profesional, para ponderar y calibrar el éxito relativo de la formación que ofrecemos a los estudiantes. Esto es fundamental, si nuestro propósito es ofrecer a los jóvenes que atendemos, un campo de desenvolvimiento personal donde el ejercicio social de una profesión les ofrezca las condiciones para su plena realización como seres humanos en todas sus dimensiones.
No basta asegurar que los profesionales que formamos tengan un lugar en el mercado de trabajo, lo importante es formar hombres y mujeres cultos que encuentren en su profesión una forma de vida útil para su comunidad y plena por su significación.
Estoy convencida de que el sustento de los procesos de mejoramiento de la enseñanza se encuentra en la conformación de cuerpos académicos más sólidos, capaces de formar a los jóvenes en el compromiso con el conocimiento y la responsabilidad ante la sociedad.
Para atender las nuevas necesidades de las profesiones en México, resulta fundamental que los profesores realicen actividades de investigación. El papel del conocimiento científico en el desarrollo de las actividades productivas se ha incrementado significativamente, los valores y actitudes propias de la indagación científica se extienden hoy a las prácticas laborales en muchas disciplinas.
La investigación resulta una actividad central en la construcción de la Universidad; a partir de ella se generan ambientes de trabajo, formas de intercambio académico y vías de acceso al conocimiento de frontera. No podemos considerar una Universidad sin investigación competitiva a nivel mundial, pues ello implica mantener subordinado el desarrollo de la vida académica y acotar los alcances de la docencia y la difusión de la cultura en el espacio de la repetición y la emulación.
La consolidación de las actividades de investigación abre el campo para la ampliación de la docencia en el posgrado. Sustentar los currículos académicos del posgrado requiere del fortalecimiento de los grupos y áreas de investigación. El posgrado tiene un papel crucial en la formación de investigadores para las humanidades, las ciencias y el desarrollo tecnológico.
Fortalecer el posgrado en nuestra Unidad resulta una tarea no sólo coherente con nuestro modelo académico; es un imperativo si nos proponemos cumplir el objetivo de atender las necesidades de formación de recursos humanos de alta calidad para sustentar el desarrollo nacional.
Fortalecer las áreas de investigación y promover un sólido desarrollo del posgrado constituyen las vías para garantizar el pleno cumplimiento de los objetivos que animaron la fundación de nuestra Unidad. Yo invito a la comunidad a que fieles a nuestras tradiciones participemos firmemente en estas tareas que habrán de ser el eje de la gestión de los próximos años.
Responder a los retos de una docencia renovada implica atender las necesidades de los estudiantes, como una tarea de formación integral.
Es necesario ofrecer condiciones para que los estudiantes de nuestra Unidad tengan pleno acceso a las ventajas de una formación universitaria. Ello implica el desarrollo de sus habilidades y competencias en las técnicas propias de cada profesión, la formación en las disciplinas humanísticas que caracterizan al universitario y el fomento de las capacidades de autoaprendizaje. Es importante reconocer que en la actualidad los perfiles curriculares que prevalecen, no están dirigidos a atender estas dimensiones.
Nuestra Unidad tiene la capacidad para ofrecer a los estudiantes una más sólida formación académica; es imprescindible desplegar plenamente nuestras potencialidades educativas, en el ejercicio de una docencia de mayor calidad. Para ello debemos buscar opciones de organización docente que nos permitan una mayor flexibilidad en los planes y programas de estudio.
En estas tareas será necesario promover una mayor colegialidad en la organización de los procesos de enseñanza y aprendizaje. La participación de los miembros de la comunidad en el análisis, la evaluación y la planeación de la docencia es fundamental para mejorar significativamente en nuestro desempeño.
Es importante profundizar los procesos de planeación como un vehículo para lograr condiciones más adecuadas en el pleno cumplimiento de nuestros objetivos institucionales. Con las tareas de planeación habremos de realizar un esfuerzo de evaluación permanente. En ese marco, revisar el desempeño de las áreas y los departamentos ha de transformarse en un ejercicio de superación, fomento y promoción, que permita avanzar en el logro de los propósitos compartidos de calidad y excelencia en la realización de nuestras actividades cotidianas, donde tiene especial importancia establecer ambientes de trabajo que sirvan como plataforma para el pleno desarrollo personal de nuestros académicos.
Para ello será necesario atender cuestiones de carácter institucional que hoy están pendientes; me refiero en particular al tema de la carrera académica. En ese plano es fundamental para la Universidad que la comunidad participe más ampliamente en el debate académico y logremos, en la institución, alcanzar los consensos decisivos que requerimos.
Debemos ofrecer a los profesores trayectorias de desarrollo adecuadas a las necesidades de cada disciplina, donde obtengan cabal reconocimiento las diversas formas del trabajo académico. En este ámbito será necesario encontrar un nuevo equilibrio entre lo cuantitativo y lo cualitativo, que permita una más justa apreciación de la contribución de cada uno en el hacer de la Universidad.
Es necesario que en la figura del profesor-investigador; la confluencia de las tareas de investigación, docencia y difusión reconozca los procesos de maduración académica, las diversas vocaciones de trabajo y las necesidades de cada disciplina. Ello por cierto, no podrá lograrse en un balance cuantitativo, es en el equilibrio cualitativo; de un desempeño académico responsable y consistente, donde habremos de encontrar los valores y orientaciones que nos podrán ofrecer respuestas adecuadas.
Es fundamental que una perspectiva más rica en lo cualitativo prevalezca en los instrumentos legislativos y de planeación que regulan la carrera académica de los profesores.
La carrera académica ha de tener como referente un modelo más definido del profesor investigador, donde la autoridad académica y el reconocimiento institucional esté fundado en la calidad de las tareas realizadas. En ello, el compromiso institucional, el trabajo colectivo, la mejor habilitación profesional y el desempeño en las redes de intercambio académico, tienen un papel fundamental. Es por esta razón que el fomento y la promoción de los cuerpos académicos en la Unidad tiene la la mayor importancia.
En los cuerpos académicos se organizan los liderazgos que impulsan el desarrollo de la Universidad en dirección de nuevos objetivos, ahí se generan los valores y tradiciones que permiten mayor solidez institucional. Pero sobre todo, los cuerpos académicos tienen una capacidad de autoregulación tal que modelan la vida académica por encima de mecanismos burocráticos o acciones de autoridad. El fortalecimiento de los cuerpos académicos implica el más efectivo ejercicio de la autonomía universitaria.
El reto de los próximos años es promover la consolidación de los cuerpos académicos de la Unidad y ser capaces de atender las nuevas necesidades que se generen. Ciertamente, los cuerpos académicos consolidados requieren de mayor infraestructura, de mecanismos de apoyo más eficientes y de sistemas institucionales que sirvan efectivamente al trabajo académico. Todo ello significará el fortalecimiento de nuestra Universidad y la ampliación de nuestra capacidad de respuesta a las necesidades de la sociedad.
En la medida en que la Universidad consolida y amplía su desarrollo académico, las necesidades de nuevos y mejores servicios de apoyo son crecientes e impostergables. En los próximos años habremos de reforzar la capacidad de nuestra administración para ofrecer mejores servicios a la comunidad universitaria.
Ello implicará revisar las prioridades de la planeación para establecer mecanismos que efectivamente atiendan los problemas. Pondremos atención a los servicios de apoyo académico de los estudiantes. En especial será necesario continuar el mejoramiento de los servicios de cómputo y de la biblioteca, donde es importante ampliar sus acervos, vincular su gestión a las necesidades de la organización docente y multiplicar sus servicios, con base en un aprovechamiento eficiente de las nuevas tecnologías.
Para alcanzar estos objetivos será necesario lograr una mayor profesionalización de los trabajadores administrativos, la complejidad del desarrollo de las actividades académicas requiere de una mayor calificación y especialización de nuestro personal. La administración que sirve y apoya a la academia ha de estar en un proceso constante de capacitación y profesionalización. Es necesario encontrar fórmulas de organización del trabajo donde las tareas realizadas resulten más eficientes para la Universidad y más satisfactorias para los trabajadores.
Respecto del sindicato, nuestro propósito es mantener una relación armónica. La disposición que tenemos es para el diálogo, en un marco de respeto e institucionalidad. El desarrollo de la Universidad y el cumplimiento de sus objetivos es un compromiso de todos los universitarios que no pondremos en riesgo, pero que nos obliga a buscar el interés de la Institución por encima de intereses y valores particulares. Sólo bajo estas condiciones encontraremos los mecanismos más adecuados para promover el desarrollo de la Unidad. Será en diálogo con la representación sindical como la Unidad habrá de alcanzar una parte del mejoramiento de los servicios que demanda la comunidad universitaria.
La nuestra es una Universidad comprometida; como institución pública tiene la responsabilidad de atender a las demandas de una sociedad cada día más compleja y diversificada. En esta Unidad hemos definido como objetivo prioritario el cuidar de la satisfacción de las necesidades de formación profesional de los jóvenes, atentos a la dinámica del desarrollo de la vida productiva y bajo una orientación responsable y sensible a las ingentes necesidades de nuestro país. Hemos desarrollado actividades importantes de servicio a la comunidad y mantenemos tareas de investigación que tienen su referente en los grandes problemas nacionales.
Hoy podemos reconocer y valorar los cambios de nuestra sociedad. Estamos en un momento en que la dinámica política ha generado nuevos escenarios para la vida nacional. La Universidad ha de ser sensible a estos procesos de cambio y ofrecer respuestas adecuadas a estas situaciones novedosas desde el quehacer académico que la caracteriza.
El potencial de la Unidad Azcapotzalco para vincularse con los sectores productivos de nuestro país no ha sido suficientemente explorado por nuestra comunidad. Hoy es necesario que ampliemos y profundicemos en los mecanismos de relación con los distintos sectores de la sociedad para construir sistemas más robustos de interacción. Para ello es necesario desarrollar mecanismos e instancias institucionales que sirvan de efectivo soporte a las capacidades de la comunidad universitaria.
A lo largo de esta exposición he insistido en la necesidad de lograr más altos y rigurosos niveles de calidad. En este contexto, la calidad representa la adopción de responsabilidades compartidas como mecanismo para mejorar el nivel académico de nuestros egresados, la pertinencia de nuestra investigación, así como la vinculación y extensión de los resultados a los distintos sectores, para finalmente, incrementar la presencia de la Universidad en la sociedad a partir del cumplimiento de las responsabilidades que nos han sido encomendadas y la entrega de cuentas a la sociedad respecto de los recursos de que disponemos. Todo ello implica un cuidadoso ejercicio de planeación que se exprese en una asignación racional de los recursos presupuestales apegada estrictamente a las prioridades definidas por los profesores en las áreas, los departamentos y las divisiones.
En nuestra Unidad, en los últimos meses hemos vivido un tiempo de gran intensidad. Es nuestro trabajo responder a las expectativas que hemos construido, consolidar las tareas de las áreas de investigación, promover un sólido sistema de posgrado, establecer formas adecuadas de organización de la docencia y promover la formación de nuevos grupos de investigación con la potencia y capacidad que demandan las necesidades de nuestro proyecto académico.
En los próximos años las tareas de la comunidad universitaria se habrán de centrar en la conclusión del proceso de reorganización de los espacios colegiados de investigación. Habremos de ampliar, fortalecer y consolidar los cuerpos académicos y lograr mayores niveles de habilitación del profesorado. Serán prioritarias la actualización y superación continua de la docencia. Es compromiso de mi gestión mejorar la eficiencia y eficacia del apoyo que la administración debe brindar a las actividades académicas, la ampliación y modernización de la infraestructura de soporte a las actividades docentes, de investigación y de difusión de la cultura. Todas estas actividades deberemos de enmarcarlas en procesos de planeación y presupuestación más consistentes y participativos.
Hoy es para mí motivo de gran satisfacción participar desde la Rectoría de la Unidad Azcapotzalco en el proceso de construcción y consolidación del gran proyecto académico que representa la Universidad Autónoma Metropolitana.
Quiero convocar a todos los miembros de la comunidad a participar más activamente en las tareas comunes. Sólo con su presencia comprometida lograremos alcanzar nuestros objetivos más ambiciosos.
Muchas Gracias