RECTOR DE LA UNIDAD AZCAPOTZALCO

Dr. Oscar Manuel González Cuevas
(12 de julio de 1981 - 06 de julio de 1985)

Discurso pronunciado en su toma de posesión.

Señores Miembros de la Junta Directiva,
Señor Rector General,
Señores Rectores de Unidad,
Miembros de la Comunidad Universitaria,
Señoras y Señores:

Es sumamente satisfactorio para mí haber sido designado Rector de esta Unidad Azcapotzalco por la Junta Directiva de la Universidad Autónoma Metropolitana. La satisfacción es aún mayor por tratarse del máximo puesto de decisión dentro de una Unidad en cuya organización tuve oportunidad de participar en los primeros días de nuestra Universidad y con la cual me he mantenido ligado desde entonces.

También lo es por haber llegado a este puesto a través de un proceso que permitió constatar la madurez que ha alcanzado la Institución, y la responsabilidad y espíritu universitario de los integrantes de la misma. Quiero hacer un reconocimiento a los otros dos participantes en la terna, distinguidos universitarios y miembros sobresalientes de nuestra comunidad, cuyo consejo y apoyo solicitaré durante la gestión que ahora se inicia.

A principios de 1974, un grupo muy reducido de profesores universitarios tuvimos la oportunidad de colaborar en la recién fundada Universidad Autónoma Metropolitana, la cual se había creado para ofrecer una nueva alternativa educativa en el área metropolitana de la Ciudad de México y en el panorama nacional de la educación superior.

A la Institución se le concedieron facultades amplias tanto para su organización académica como para la administrativa, sin más restricciones que las establecidas en la Ley Orgánica. En este marco se nos encomendó la organización de una Unidad que se localizaría en el norte de la Ciudad.

No teníamos más elementos de trabajo que unas pequeñas oficinas con algún mobiliario, pero sí teníamos el entusiasmo ante la oportunidad que se nos ofrecía para desarrollar y plasmar nuestras inquietudes académicas en una nueva Institución.

Poco a poco se fue completando el grupo inicial de profesores, y para finales de este mismo año pudimos recibir, en unas instalaciones aún incompletas, a nuestro primer núcleo de estudiantes, un grupo también reducido de jóvenes que, como nosotros, tenía confianza en la Institución que se formaba.

Nuestras carencias eran múltiples y diversas. Debíamos atender paralelamente el diseño de planes y programas de estudio, la contratación de personal académico y administrativo, la organización de los apoyos administrativos, la formación de los cuerpos colegiados, la designación de autoridades, y la necesidad de ofrecer de manera incipiente y desarticulada actividades de extensión universitaria.

La biblioteca estaba constituida por una pequeña sala con un par de libreros; las clases tenían que suspenderse en la noche por falta de luz eléctrica. Pero si nuestras carencias eran grandes, más grande era nuestro afán de llevar adelante a la Universidad que nacía.

Esta era en términos generales la situación de nuestra Unidad hace apenas siete años, y era similar también la situación en las otras Unidades de la Universidad: Iztapalapa y Xochimilco.

Ahora nuestra Unidad está consolidada. Están inscritos aproximadamente ocho mil quinientos estudiantes, cifra que se incrementará a más de diez mil con la inscripción del próximo mes de septiembre. Llegaremos así a las dos terceras partes de nuestra población estudiantil en condiciones de Unidad saturada.

La investigación empieza a producir resultados y a aportar soluciones a los graves problemas sociales y técnicos de nuestra sociedad, intentando hacer realidad lo señalado en la Ley Orgánica. La difusión de la investigación cuenta ya con numerosas publicaciones, entre ellas la Revista "A" de nuestra División de Ciencias Sociales y Humanidades, en la que se analizan con seriedad académica temas sociales relevantes.

Las actividades de extensión universitaria, artísticas, culturales y deportivas ya forman parte de la vida diaria de la Unidad.

El servicio social ha propiciado el contacto de nuestros profesores y estudiantes con algunas comunidades que se han beneficiado de sus servicios, lo que ha permitido obtener valiosas experiencias.

Las instalaciones físicas también han crecido. La nueva biblioteca, por citar un ejemplo, es un verdadero motivo de orgullo para la Universidad, tal como se dijo el día de la inauguración: "Sabemos que dentro del panorama bibliotecario nacional gozamos de una situación de excepción y privilegio, la que debemos aprovechar al máximo". La División de Ciencias y Artes para el Diseño dispondrá en breve tiempo de un nuevo edificio diseñado especialmente para su sistema de enseñanza.

Los Cuerpos Colegiados ya se han renovado en varias ocasiones y la participación responsable en los asuntos que en ellos se tratan muestra la madurez que ha alcanzado la Unidad en tan breve tiempo.

Pero por sobre todo lo anterior, nuestra Unidad cuenta ya con un cuerpo de profesores de buen nivel, con legítimos intereses académicos y deseos de superación constante. Su trabajo es complementado por el de trabajadores administrativos dispuestos a facilitar las tareas académicas fundamentales de la Institución.

La Unidad se ha consolidado en este sentido y se ha logrado un espíritu de cooperación y apoyo entre todos sus integrantes, que será la piedra angular en que descanse nuestro futuro desarrollo.

Sí, es mucho lo que se ha avanzado en estos siete años, y en este aspecto debemos reconocer la labor de los rectores y funcionarios que nos precedieron. Pero sería un grave error sentirnos satisfechos o complacidos, ya que, por una parte, falta mucho por hacer, y por otra, es inherente a la Institución universitaria la renovación constante.

A continuación, mencionaré algunos elementos que debemos tener presentes en nuestras futuras actividades. Varios de ellos constan en el documento que leía al tomar posesión como Director de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería, en diciembre de 1979, y otros más me han sido sugeridos por diversos grupos de la comunidad.

El primero se refiere a la relación de nuestra propia Unidad con las otras Unidades de la Universidad y de ésta en su conjunto con el Sistema de Educación Superior. Se ha repetido, hasta el punto de parecer ya un lugar común, que el sistema de educación superior está en crisis. Se le cuestiona la relevancia de sus programas de estudio, su capacidad de servir a las clases mayoritarias del país, su contribución a la resolución de los problemas más apremiantes de nuestra Nación, su capacidad para atender demandas masivas de educación sin disminuir la calidad de los servicios educativos y el nivel académico, y otros problemas de esta índole. A este respecto, es necesario reforzar los lazos de nuestra Unidad con las otras unidades y órganos de coordinación de la Universidad, con objeto de que la Institución en su conjunto siga analizando estas cuestiones y adopte medidas que le permitan responder adecuadamente a las nuevas y mayores exigencias que la sociedad le plantea.

En este momento en que la Unidad, aunque todavía muy joven, ha alcanzado ya cierta experiencia en asuntos relacionados con la docencia, podría ser conveniente realizar una evaluación profunda de los sistemas que se han venido utilizando y de algunos aspectos característicos importantes de los planes de estudio. A partir de esta evaluación podría estudiarse la posibilidad de implantar nuevos sistemas de enseñanza-aprendizaje, previo diseño cuidadoso de los mismos y de su verificación en grupos piloto e incluso la creación de nuevos Departamentos, como sería el caso del Departamento de Humanidades que complementará nuestras áreas de conocimiento.

En esta etapa del desarrollo de la Universidad resulta también conveniente impulsar los estudios de posgrado y los de educación continua. Respecto a los primeros, dos se encuentran ya en proceso de aprobación en los órganos colegiados y esperamos que se empiecen a impartir el año próximo en caso de que obtengan dictámenes favorables. Los programas de posgrado proporcionarían un atractivo adicional a los profesores de carrera para continuar su desarrollo académico. En cuanto a los segundos, la Universidad podría dar servicio a numerosos profesionales que laboran en la zona.

Por otra parte, tenemos un compromiso fundamental con nuestros estudiantes: mantener e inclusive incrementar el prestigio que los primeros egresados han logrado para ellos mismos y para la Universidad en los sitios de trabajo en que vienen desempeñando las labores profesionales. Este compromiso implica el cumplimiento de otro compromiso que la Universidad ha contraído con el grupo de profesionales que ha optado por hacer una carrera académica dentro de la institución. Haremos nuestro máximo esfuerzo para lograr condiciones óptimas para la realización académica de nuestros profesores y así lograr el máximo de beneficio de la profesionalización de la carrera académica que ha caracterizado a la Universidad desde su fundación.

La Ley Orgánica señala que las actividades de investigación deben atender, primordialmente, a los problemas nacionales y estar en relación con las condiciones del desenvolvimiento histórico. El cumplimiento de este mandato implica que se haga un esfuerzo serio de investigación previa para detectar los problemas mencionados y cuáles de ellos puede realmente ayudar a resolver la Universidad. Es conveniente, por lo tanto, que a nivel de la Unidad, se lleve a cabo un programa de investigación sobre la investigación con participación de elementos de las tres Divisiones y que se establezcan instancias que refuerzen la coordinación entre ellas, de tal manera que puedan emprenderse programas de mayor envergadura que involucren a la amplia gama de disciplinas que se cultivan en la Unidad.

Los programas de extensión universitaria pueden utilizarse para vincular a la Unidad en forma más estrecha con su entorno, implantando proyectos que beneficien a la Comunidad de Azcapotzalco y que simultáneamente complementen la formación de nuestros estudiantes.

El rápido crecimiento que ha tenido la Unidad ha provocado que, en algunos casos, el desarrollo de las áreas académicas haya rebasado al de las áreas administrativas y que, por lo tanto, el apoyo que éstas debían brindar a las primeras no fuese el esperado. Será necesario enfrentar este problema reforzando a las instancias administrativas para que puedan cumplir adecuadamente sus funciones, manteniendo desde luego un equilibrio entre su desarrollo y el de las instancias académicas.

Mucho falta por hacer. Pero tengo confianza en que con el esfuerzo, con la capacidad y con la voluntad de cooperación de todos los miembros de la Unidad, alcanzaremos nuestra meta: una Universidad que forme profesionales con una sólida preparación y con un alto sentido de responsabilidad social; que realice investigaciones de buen nivel académico con las cuales contribuya a la resolución de los problemas nacionales; y que incida realmente en lograr una sociedad mejor y más justa.