1ER. INFORME DE ACTIVIDADES
DR. AVEDIS AZNAVURIAN.
RECTOR DE LA UAM-XOCHIMILCO
La revisión constante de los avances, aciertos problemas de nuestra Universidad, ha constituido un ejercicio evaluatorio de la marcha institucional que permite adoptar decisiones para mejorar los resultados del quehacer colectivo y plural que encierra la vida universitaria. El informe que, pro obligación y convencimiento propio, hoy presento a ustedes, pretende enfatizar algunos hechos que nos deben enorgullecer, así como ciertos problemas cuya superación propongo que busquemos con verdadero sentido de la urgencia.
Al informar sobre la situación universitaria de 1990, comparto logros y desaciertos con la gestión anterior, entre otras razones, por encontrarme persuadido de que el desarrollo de cualquier institución, pero de ésta más, no es responsabilidad absoluta de un solo individuo. No pretendo, sin embargo, diluir la que me corresponde como Rector.
Deseo dar comienzo al examen de la etapa que abarca este informe, por la relación de eventos novedosos que no necesariamente siguen un orden cronológico.
Nuestra universidad transita por dos procesos de redefinición que, aunque permanentes, deberán arrojar frutos concretos en el corto plazo. El primero de ellos, de cara al exterior, busca romper con el ensimismamiento autoaislamiento del resto de la sociedad; como institución que le pertenece y que a el sirve, la universidad pública debe tender puentes al entorno productivo, político y social, no para adoptar una actividad pasiva frente a los dictaos del exterior, sino para propiciar una provechosa interacción que le pernita recuperar la dimensión social que merece, que tan arbitraria e injustamente le ha sido regateada. Asimismo, se espera de este proceso, reducir el cobijo que el autocomplaciente enclaustramiento proporciona a prácticas clientelares, en nada académicas que -en ausencia del juicio exterior- encuentran un caldo propicio para su desarrollo.
En este terreno, de interacción con el resto de la sociedad, se decidió organizar, en el pasado diciembre, el Foro “La Universidad Pública y los Reclamos de la Producción”, en el que participaron funcionarios gubernamentales, el presidente de la Confederación Patronal Mexicana, lideres de organizaciones sociales obrera y campesina, responsables de medios de comunicación masiva y académicos de la U.N.A.M., así como nuestro Rector General y un servidor. Está en prensa un libro que recoge esas intervenciones y se ha puesto en marcha la elaboración y firma de convenios con el sector social y el privado que participaron.
En este mismo sentido, se ha puesto el énfasis en la reorganización y desarrollo de una tarea que, hasta fecha muy reciente, se cumplió en forma dispersa, con propósitos y logros desiguales y en la que esta Universidad debiera ser la vanguardia. Me refiero la refuncionalización de un centro de investigación y difusión de las diversas características de nuestro entorno inmediato, el paisaje Xochimilco, contemplado con el rigor de la investigación científica, en sus procesos histórico, social, productivo, ecológico y cultural. El día dos de mayo próximo habremos de inaugurar el nuevo local de este centro que habrá de beneficiarse y de proporcionar el apoyo necesario, con y para los esfuerzos, por los demás numerosos y de apreciable calidad de nuestros investigadores de las tres Divisiones Académicas, preocupados por la situación que priva en este espacio. Para tal propósito hemos contado y esperamos seguirlo haciendo con el apoyo del Departamento del Distrito Federal.
En lo relativo a la Difusión de la Cultura, es el propósito de esta gestión proporcionarla preferentemente a quien carece de ella, así como que la cultura que se difunda sea la universitaria, aquella que produce nuestro recurso más preciado y relevantemente: el personal académico.
El proceso de reogarnización interno que, hoy, es apreciable, está constituido por la formalización de nuestro proyecto educativo, a través de lo que ha sido un amplio y duradero debate respecto a las Bases Conceptuales del Modelo Xochimilco, principio fundador que, además de trascender con mucho a la pedagogía modular, permitirá la homogeneización de los procesos de rediseño curricular, de organización de la investigación y de eficacia en lo que pretende ser nuestro rasgo distintivo: el servicio. El acuerdo sobre las Bases Conceptuales al que, en su caso, llegue nuestro Consejo Académico, constituirá un inapreciable servicio a la Universidad.
El crecimiento de nuestra población estudiantil, que nos permite contar con el 28.2% de la existe en las tres Unidades de la UAM, nos plantea un triple problema, en el camino a la definición del cupo máximo; esta problemática se expresa en las siguientes cuestiones:
- La insuficiencia de la planta física para albergar
a los quince mil estudiantes que, con la actual distribución por turnos,
será nuestra responsabilidad atender.
- La falta de correspondencia entre u proceso de crecimiento natural (de la
matrícula de las carreras con mayor demanda) y los perfiles del personal
académico que no se emplea preferentemente en la docencia, y
- La carencia de nuevas propuestas curriculares que nos ha comenzado a presionar
para el ejercicio de la inscripción administrativa (en carreras distintas
a las escogidas) y a aceptar alumnos con muy bajo rendimiento en el examen de
admisión.
La información sobre población estudiantil que se consigna en el Cuadro I.1, más aquellas que informa de la relación entre requerimientos y disponibilidades para la docencia (Cuadro IV.4), pudiesen estimular nuestra iniciativa para, a través de la definición de nuevas ofertas curriculares, alcanzar la cifra de población estudiantil que nos corresponde y optimizar el uso de los recursos humanos, especialmente en las Divisiones de Ciencias Sociales y Humanidades y Ciencias y Artes para el Diseño; la combinación de esfuerzos del personal académico de esas Divisiones seguramente nos colocará en la posibilidad de ofrecer, en el corto plazo, nuevas licenciaturas.
Por lo que se refiere a la planta física, es un hecho que la prioridad fundamental –no única- la constituye la demanda de un nuevo edificio de aulas. Una propuesta al respecto estará contenida en el Plan Rector de la U.A.M.X. que ha sido concursado entre los profesores de C.y A.D. y sobre el que tendremos un fallo definitivo el próximo día 8 de mayo.
En lo relativo a la aportación que la U.A.M.X. hace de egresados, en el marco de la U.A.M., mantenemos el liderazgo, a pesar de una reducción relativa que nos coloca con el 39.86%. esta eficiencia no ha recibido un juicio adecuado desde el exterior, por cuanto se ha asumido como el resultado de un nivel de exigencia distinto y menor al que priva en las otras dos unidades, sin embargo, es el caso que, imitando a Xochimilco, Azcapotzalco e Iztapalapa han hecho esfuerzos por elevar su eficiencia terminal.
Es importante detenerse en este punto, sin la intención de concluir el debate, introduciendo nuevos elementos de juicio. El carácter de estudiantes de tiempo completo del alumnado Xochimilca, la estrategia docente que convierte en integrales a nuestros módulos y la erradicación total –y no a medias- de requisitos para la conclusión de estudios que, por lo demás, no son considerados, para quienes los dirigen, en el tabulador, son las variables explicativas generales de nuestra mayor eficiencia terminal. Cualquier señalamiento sobre laxitud o excesiva tolerancia académicas, en su caso, deberá precisar en que división, carrera y módulo, es apreciable esta situación.
Lo que no tiene discusión es el hecho de que nuestro presupuesto de operación por profesional formado es el mas bajo de toda la U.A.M. (consultar Cuadro I.2).
Para el caso de los titulados, nuestra participación relativa ha disminuido del 52.2% del total de la U.A.M. en 1986 al 27.7% en 1990, circunstancia que se explica en nuestra población estudiantil que es el 28.2% de la que existe en las tres Unidades (Cuadro I.3).
La vida parlamentaria de nuestra institución que cubre los niveles divisional, de unidad y del conjunto de la U.A.M., ha creado las condiciones para el ejercicio de una vida universitaria democrática. No obstante lo anterior y el mas que aceptable balance de la actividad del Consejo Académico, es necesaria una comprensión de la comunidad que le permita verse representada en los órganos colegiados, ampliando y profundizando su participación mucho mas allá de la elección de representantes y de los momentos de designación de autoridades (Cuadro II.1).
El desequilibrio presupuestal, la diferencia entre lo autorizado y lo ejercido, guarda una relación estrecha con lo que puede reconocerse como una capacidad instalada (medida en horas académico excesiva). La remuneración a académicos, con las presentación previstas por ley y contrato, comportaron el 52.0% del total del presupuesto durante 1990.
En este punto es necesario diferenciar el proceso nacional de empobrecimiento de la masa intelectual, y de sus instituciones –en aparente vía de superación- del manejo interno de los recursos presupuestados que adolece –desde la formulación hasta el ejercicio- de fallas que la reglamentación respectiva puede ayudar a superar; el panorama de la salud presupuestal de la universidad se enturbia con la puesta en ejercicio de actitudes patrimonialistas y la ausencia de prioridades puntuales, establecidas por los distintos órganos colegiados; otro tanto sucede con algunas plantillas de personal que exceden a los requerimientos y con la continuación de la contradicción de la contratación de profesionistas para la docencia, en carreras cuya demanda ha disminuido sensiblemente (Cuadros II.2 y II.3).
En la medida en que nos acerquemos a la población estudiantil objetivo y en que se aprecie un proceso de optimización irrefutable del empleo de los distintos recursos con que contamos, será previsible una asignación presupuestal que nos ponga a salvo de los desequilibrios, de suyo, indeseables.
La presencia de la U.A.M.X. en la comunidad científica nacional puede apreciarse en el crecimiento del número de Investigadores Nacionales y de candidatos a serlo que, para el periodo que se analiza, resulta altamente estimulante.
En lo interno, es muy satisfactorio el número de profesores que han obtenido el estimulo a la investigación y la docencia, así como la beca a la permanencia.
Todo nos convoca, en el terreno de la investigación, a reconocer la insuficiencia del subsidio y a buscar fuentes alternativas de financiamiento. Con ese propósito he decidido dar origen a la coordinación de investigación y proyectos patrocinados. Que deberá buscar el diálogo entre nuestros investigadores y los potenciales, gobierno nacional y de otros países, etc., en el muy corto plazo.
El desarrollo de la docencia y la investigación que, en ese orden hemos podido alcanzar, no se acompaña del relativo a las tareas de servicio, al menos en el sentido que, desde la función de la Universidad, hemos pretendido darle a ese término. La verificación de propuestas, profesionales y aplicaciones del conocimiento que se pongan al servicio de la sociedad, ocurre de manera errática, carente se sistematización. Ello no ha impedido que, desde el punto de vista formal, nuestros estudiantes cumplan con su servicio social de la misma forma en lo hacen los de las otras unidades.
Una mayor y mejor puntualización de los proyectos institucionales de servicio, una selección deliberada de beneficiarios y la construcción de un sistema que haga del servicio nuestro principal retroalimentador de las tareas universitarias, presididas por los objetivos sociales que nos fijemos, son ingredientes de una indispensable revalorización del servicio, integrado al resto de tareas.
A los cuadros que consignan la información que se presenta, les antecede una breve explicación que facilita su comprensión.
Compañeros universitarios, me honra el presentar a ustedes este primer informe que les entrego antes de cumplir un año en la rectoría de la U.A.M., el cargo más apreciable que existe para quien; como yo, es un profesor fundador de nuestra universidad y un convencido de las enormes cualidades de su modelo. Agradezco la atención de ustedes y el esfuerzo de mis colaboradores.
Abril 1991.