RECTOR GENERAL
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Dr. José
Lema Labadie
(1 de diciembre de 2005-)
Discurso pronunciado en su toma de posesión
Sr. Presidente de la Junta Directiva, Dr. José Luis Fernández Zallas,
Honorables Miembros de la Junta Directiva
Dr. Luis Mier y Terán Casanueva, Rector General 2001-2005 de la Universidad Autónoma Metropolitana
Ingeniero Alberto Sánchez Palazuelos, Presidente del Patronato de nuestra Universidad,
Rectores y Rectora de nuestras Unidades Académicas, Dr. Adrián de Garay, Dra. Magdalena Fresán, Dr. Norberto Manjarrez.
Invitados especiales
Familia, mi apoyo incondicional
Distinguidos Académicas y Académicos,
Estimados trabajadores de la comunidad universitaria
Alumnos y alumnas de nuestra UniversidadAmigos todos:
Las grandes comunidades se caracterizan por ser cuerpo y destino. Esta idea del insigne sociólogo del exilio republicano José Medina Echavarría se acerca en mucho a lo que puede caracterizar la misión de las universidades contemporáneas. Ser un cuerpo que albergue en su seno la creación y la búsqueda permanente de las ideas. Al mismo tiempo, ser un destino que permita orientar a miles de personas hacia el mejoramiento continuo de la sociedad. Hoy, venidos desde los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía urbana –Azcapotzalco, Cuajimalpa, Iztapalapa y Xochimilco– con el objeto de renovar los lazos que le han dado identidad por más de tres décadas a esta comunidad de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Asumir la Rectoría General de nuestra Universidad es un compromiso importante; agradezco a la Junta Directiva de nuestra Universidad y a su comunidad la confianza que respalda la responsabilidad que hoy asumo. Recibo la conducción de una Institución de Educación Superior de excelencia con posibilidades de desarrollo inimaginables, con una estabilidad financiera notable, producto del trabajo de la administración que concluye –a cargo del Dr. Luis Mier y Terán– que permite enfrentar los retos importantes de nuestro tiempo.
Introducción
Queremos una Universidad Pública donde los frutos de las funciones sustantivas se confronten con la realidad de la sociedad mexicana y atiendan con integridad sus necesidades por medio de una vinculación permanente; donde la comunidad universitaria, informada, participe por medio de instancias colegiadas enteramente académicas en su definición y construcción; y cuya colaboración destacada en el consorcio universitario nacional incida en la formulación de políticas educativas que aseguren nuestro desarrollo y el de un sistema nacional de educación superior de excelencia.
Internamente, la construcción de la UAM implica la revisión integral de la Carrera Académica y Administrativa, desde el ingreso hasta el retiro, repensando los procesos y sistemas de promoción, de estímulos y becas; la participación en investigación, docencia, preservación de la cultura y su difusión, en la gestión y servicio o vinculación; enriqueciendo la universidad a partir del reconocimiento de la pluralidad, de la convergencia de distintos conocimientos y profesiones.
La vida académica requiere la revitalización de los espacios de discusión y de toma de decisiones; la comunicación de la información debe fluir de manera transparente; la administración sólo adquiere sentido cuando atiende los fines propios de la academia. La Rectoría General debe propiciar la integración de las cuatro Unidades Académicas manteniendo el equilibrio entre la actividad de coordinación y la desconcentración de las funciones administrativas, garantizando que todo órgano personal y colegiado cuente con los instrumentos para cumplir con sus facultades responsablemente.
Hacia el exterior, nuestra universidad reconoce la riqueza y las carencias de nuestra sociedad; entiende los cambios fundamentales que han resultado de la globalización y de la incipiente democracia en México; la presencia de nuevos actores en el ámbito político, los cambios en el papel social de la Universidad Pública, la relevancia del conocimiento en el desarrollo de la sociedad, la necesidad de participar éticamente en la construcción de un país justo a partir de la interacción con todos los sectores nacionales e internacionales involucrados en la toma de decisiones y, particularmente, con el financiamiento educativo.
La UAM
La tarea que enfrentamos implica un trabajo compartido que permita armonizar de manera cotidiana las tareas diversas que se dan dentro de nuestras 4 unidades académicas y en los recintos culturales que tenemos confiados por decisión del pueblo mexicano. Sabemos que estamos ante momentos difíciles en torno a la situación que guarda la educación superior en el país, pero también debemos recordar que las mejores respuestas son producto de la colaboración y del entendimiento mutuo de las capacidades que todos estamos obligados a aportar para la resolución de esta problemática. La participación de todos los actores de esta sociedad del conocimiento, trabajadores académicos, administrativos y alumnos es fundamental para definir el rumbo y la relación que debemos sostener con la sociedad desde nuestra autonomía, misma que jamás puede confundirse con impunidad, aislamiento o desentendimiento de la adecuada rendición de cuentas que debemos ofrecer a la sociedad y a las instancias que aportan los recursos necesarios para el desarrollo de nuestras tareas sustantivas de docencia, investigación, preservación y difusión de la cultura. Al contrario, el ejercicio de nuestra autonomía nos obliga a intervenir en la definición de los parámetros mismos de evaluación de nuestra actividad a partir de nuestras diversas posibilidades y formas de participación, guiados por nuestra ética universitaria. Si entendemos esta noción como la capacidad de elegir nuestros propios fines, justificarlos y llevarlos a la práctica, la vinculación es el medio a través del cual, no sólo la podemos mantener sino hacerla crecer en tanto sinergia y cooperación.
La personalidad de la institución es el resultado de la labor de los miembros de la comunidad dentro de los parámetros institucionales. El conjunto de estructuras y normas que regulan el ingreso a la universidad, la permanencia y promoción del personal académico y administrativo (y su egreso) muestra hoy incongruencias con el tipo de desarrollo y las metas que requiere la UAM para contender con las demandas de su comunidad y de la sociedad. Es insuficiente revisar de manera aislada aspectos de nuestra legislación con el fin de resolver problemas aparentemente imperativos. El sistema de Carrera Académica y Administrativa debe repensarse integralmente de manera que las actividades realizadas por la comunidad universitaria en su tránsito por la institución permitan de manera digna tanto el logro de sus metas personales como las de la universidad.
La riqueza primordial de la universidad radica en la diversidad de los conocimientos que ahí confluyen. La evaluación de los productos de la investigación, así como la de la actividad profesional, debe contemplar la especificidad disciplinar y aceptar las diferencias que puedan existir en la práctica de los diversos gremios. Sólo así se podrá garantizar la excelencia de las actividades en todos los ámbitos disciplinares de la institución.
La UAM tiene el deber de generar conocimiento humanístico y científico, de formar profesionistas cultos, hombres y mujeres de su tiempo, de incidir en la sociedad por medio de sus egresados de licenciatura y de posgrado, por medio de la aplicación del conocimiento para resolver los más diversos problemas y por medio del desarrollo de las humanidades para contribuir en el enriquecimiento del espíritu. En este espacio donde confluyen todas las formas del saber, la pluralidad debe considerarse como fuente de riqueza y, por lo tanto, concebirse como característica esencial para la concreción de los fines mismos de la Universidad Pública. En este marco, nuestra nueva unidad, Cuajimalpa, nos brinda la oportunidad de ensayar nuevas formas de colaboración que enriquezcan en todos los sentidos nuestra Universidad. Entendemos nuestro compromiso con el desarrollo de esta nueva unidad de la UAM como una posibilidad sin precedente para lograr la integración largamente deseada de nuestra institución.
Así como la movilidad estudiantil, que ya propone Cuajimalpa en sus planes de estudio, puede ser un factor importante en la formación de los alumnos y, dentro de la UAM, convertirse en elemento unificador, la investigación compartida entre académicos de diversas divisiones y unidades, además de abrir las puertas a nuevas formas de colaboración y de generación del conocimiento a partir de la convergencia disciplinar, puede transformarse en puntal de una cohesión anhelada entre las cuatro unidades de la universidad.
Transmisión del Conocimiento
El proceso de “Reflexión sobre la Docencia” iniciado en la UAM hace siete años dejó un legado de ideas valiosas implícitas en las políticas generales, operacionales y operativas aprobadas por los órganos colegiados académicos. Nociones tales como flexibilidad curricular, movilidad estudiantil y espacios para la discusión de la docencia, que en inicio parecían ajenas a nuestra concepción de la universidad, se han vuelto hoy parte del lenguaje cotidiano. La revisión de la legislación universitaria para sustentar las modificaciones a los planes y programas de estudio que actualmente se realizan en las divisiones académicas de la universidad es necesaria.
Asimismo, es fundamental para el porvenir de la institución definir la naturaleza de los espacios de discusión pertinentes para involucrar a la academia en el mejoramiento de esta función sustantiva. No es evidente que las áreas de investigación sean la estructura organizacional más adecuada para la planeación y adecuación de la docencia, ni tampoco que los espacios de discusión que la comunidad requiere deban restringirse a estos temas. La vida colegiada debe contemplar también entre sus actividades la discusión de cuestiones pertinentes como, por ejemplo, el de la Carrera Académica. Además de cambios legislativos es necesario un cambio organizacional para mejorar, entre otros objetos, la función docencia.
El sistema de posgrado de la UAM, uno de los más reconocidos en el país, muestra asimetrías cualitativas importantes aun dentro una misma división académica. La revisión de nuestro posgrado desde una perspectiva transversal que permita el enriquecimiento de todo él a partir de la suma de diferentes experiencias, con la finalidad de mejorarlo y ampliarlo, es necesaria para asegurar una mayor y mejor contribución en la formación de recursos humanos de alta calidad a nivel nacional e internacional.
La capacitación para el trabajo y aun la reprofesionalización se vuelven cada día más necesarias en un mundo donde los cambios tecnológicos y organizacionales pueden alterar las relaciones del individuo con su trabajo de manera radical. La universidad ha adquirido experiencia en este ámbito de la transmisión del conocimiento y debe de estar preparada para ampliar su participación en los años venideros.
La incursión en el uso de tecnologías para apoyar la transmisión del conocimiento ha venido rindiendo paulatinamente resultados positivos. Es conveniente proseguir en esta dirección de manera que la cobertura de la docencia pueda ampliarse sin desatender la calidad obligada.
Desde una perspectiva que busque la excelencia académica, sin menoscabo de la riqueza que resulta de la diversidad, el valor de la UAM debe encontrarse en el desarrollo armónico y complementario de sus doce divisiones y cuatro unidades, Azcapotzalco, Cuajimalpa, Iztapalapa y Xochimilco. El futuro de la UAM requiere establecer mecanismos de información y comunicación eficientes para sustentar la discusión razonada y la participación responsable en la toma de decisiones. En particular, los consejos divisionales y académicos y el colegio académico, tienen que asumir la discusión de los temas relevantes de la vida académica y definir políticas relativas a la Docencia e Investigación que coadyuven al desarrollo de la institución.
Administración
Sin embargo, nuestra universidad ha tendido hacia la burocratización de los órganos colegiados, convirtiéndolos en espacios donde la resolución de cuestiones de índole administrativa abruma a órganos personales y representantes de la comunidad, imposibilitando la realización ágil de discusiones sobre temas sustantivos. Es necesario revitalizar los órganos colegiados, en particular los divisionales. Su reconocida participación como instancia relacionadora en el eje vertical de la organización de las unidades y de la universidad debe complementarse por otra, en el eje horizontal, promoviendo la vinculación entre una y otra unidad, para lograr el deseado efecto de cohesión institucional. El fortalecimiento académico de los órganos colegiados debe completarse con la adopción de medidas administrativas que los liberen de las tareas no sustantivas. La ocupación administrativa debe realizarse por la administración y ésta, a su vez, ajustarse a los fines de la academia.
La estructura académica original en la UAM se basó en un principio organizacional de descentralización funcional, que se ha enfrentado y visto distorsionando por inercias administrativas centralizadoras que han contravenido su propia naturaleza. En la actualidad, gracias a los nuevos sistemas de información y gestión, es factible recuperar la característica de una vida académica descentralizada y hacer que la administración vuelva a estar al servicio de la academia.
En una universidad moderna y socialmente responsable, los sistemas de información y de rendición de cuentas son elementos necesarios para hacerla más eficiente, transparente y confiable. El flujo de información debe ser más oportuno para hacer más eficiente la administración y permitir la toma de decisiones de manera rápida y transparente, pero sobretodo, para contribuir a la mayor articulación de la comunidad universitaria, enlazando las redes de profesores y facilitando la comunicación entre los órganos personales y colegiados, con sus respectivas comunidades académicas.
Conclusión
El futuro de la UAM se cimienta en la riqueza que emana del cultivo de la pluralidad de conocimientos, de la convergencia entre las humanidades y las ciencias, de la propuesta de la universidad pública para el desarrollo de la sociedad. Una comunidad académica capaz de emprender la tarea de construir esta universidad debe integrar el desarrollo institucional con el suyo propio. La actividad cotidiana, siguiendo los cauces del progreso individual y grupal, es la conformación de la institución. El diálogo, basado en información fundada, es el instrumento de la razón; la construcción de espacios y la fluidez de la comunicación son esenciales para motivarlo. Tenemos que crear estructuras administrativas descentralizadas dispuestas a aumentar la capacidad de operar.
En la actualidad, la relación con los diferentes actores sociales, la posibilidad de incidir en la generación de condiciones óptimas para el desarrollo de la institución surge de la aportación que ésta haga a la sociedad cumpliendo con su razón de ser. La Universidad Pública sólo puede desarrollarse comprometiéndose con la sociedad.
Es por medio de la vinculación que la Universidad consigue cumplir las metas que se ha impuesto a sí misma, ayudando a cumplir las metas ajenas. Vincularse con el exterior supone la coordinación de esfuerzos al interior. La vinculación habla de la capacidad de comprometerse y cada compromiso es un incentivo de renovación. Y el reconocimiento merecido de la sociedad hacia nuestra institución sólo puede concretarse a partir de la aportación que hagamos para el desarrollo y solución de los problemas nacionales.
Quisiera concluir este mensaje con una reflexión que toma ejemplo de un magnífico predecesor de la reflexión nacional y de las tareas universitarias como lo es Don Antonio Caso. De él comparto la perspectiva de que una universidad al servicio de la nación mexicana es un espléndido crisol de mentalidades, posibilidades e ideas.
A partir de la colaboración, del juicio razonado, de la identificación de metas comunes y de la caracterización de la UAM que queremos, los invitó a seguir participando en la construcción de nuestra universidad.
Gracias