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VI. EL FUTURO INMEDIATO

Hace casi dos años, al instalar la Comisión que estudió la situación de la administración en la UAM y su grado de desconcentración, confió a un grupo de profesores, que a mi juicio se distinguían tanto por su trayectoria académica como por su entrega desinteresada a la Universidad, la delicada tarea de formular un estudio sui generis de las relaciones entre la academia y la administración. Su trabajo se convirtió en una tarea en la que participaron un número amplísimo de universitarios, representativos de todos los sectores de nuestra comunidad, quienes con su opinión fueron moldeando la perspectiva de la Comisión hasta afinarla en el documento final. Este arrojó un resultado sobresaliente lo mismo en la parte del diagnóstico que en la de las recomendaciones.

Como hemos visto, se ha profundizado en el proceso de desconcentración tanto en aspectos eminentemente administrativos como en otros de índole académica y académica-administrativa. Toca ahora a nuestra comunidad hacer suyas aquellas recomendaciones de la Comisión y exigir responsablemente a la administración un mejor servicio y una atención adecuada.

En este proceso debemos advertir la parte del compromiso que corresponde a cada uno de nosotros. Como profesores, estudiantes, trabajadores de base y de confianza, autoridades o miembros de órganos colegiados, tenemos que hacer un esfuerzo para aclararnos cuáles son nuestras tareas y a quienes servimos dentro o fuera de nuestra Casa de Estudios. Una vez hecho esto, podremos desempeñarnos mejor en las áreas bajo nuestra responsabilidad.

Sobre todo, creo que debemos hacer nuestro lo que considero es el principal mensaje de la Comisión y que podríamos resumir en la idea del mejoramiento continuo de la Universidad.

Todas las modificaciones planteadas y las medidas tomadas para efectuarlas, han tenido como meta inicial colocar a la administración al servicio de la academia, pero, al comenzar a ponerlas en práctica, han aparecido metas y objetivos de mayor alcance que podríamos calificar de fundamentales. Nos referimos al mejoramiento de la investigación y del proceso de enseñanza-aprendizaje. Al reencuentro de la Universidad con sus objetivos originales, revalorados y ponderados a la luz de la experiencia de más de tres lustros y de los cambios nacionales y mundiales de los que hemos sido testigos durante ese tiempo.

Reconocemos hoy, en el lema de "Casa Abierta al Tempo" la fuerza que determina nuestra actitud frente a la comunidad universitaria y la sociedad. La "Casa" corresponde a esa estructura básica cuyos elementos principales son el modelo de investigación-docencia; la estructura departamental donde los estudiantes aprenden con maestros conocedores de su especialidad que son, a su vez, investigadores; una comunidad de profesores predominantemente de tiempo completo; y la intensa vida de órganos colegiados, espacios privilegiados de participación, de dialogo y debate, de enfrentamiento racional de puntos de vista diferentes, a la vez que arena de concertación.

Otra característica de esta "Casa" es su apertura. A ella han llegado estudiantes de todos los estratos sociales provenientes de los varios sistemas del nivel de bachillerato; profesores de todo el país y del mundo, portadores, en su conjunto, de una vastísima riqueza cultural, ideológica y de conocimientos. Muchos de ellos se han establecido para hacer de nuestra Institución, también, su casa. Otros nos han visitado y han pasado estancias de diferente duración en un intercambio provechoso con sus colegas de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Igualmente, han hecho suya la Universidad las comunidades que la rodean: colonos, empresarios, autoridades. Con ellos se hemos establecido diferentes programas de colaboración que les han sido de provecho lo mismo en la solución de algunos de sus problemas más acuciantes, que en su formación cultural o en el empleo de su tiempo libre. La relación con la sociedad ha fluido en ambas direcciones, y la Universidad se ha beneficiado de su experiencia y buena disposición.

Con claridad, algo que distingue a la Universidad Autónoma Metropolitana es esta apertura a la sociedad, su compromiso con ella para superar conjuntamente carencias y obstáculos. Pero hemos aprendido que no basta con manifestar esta capacidad de solución de los problemas actuales. La sociedad nos pide más, y a ello obedece la idea del 'Tiempo" en nuestro lema.

Por una parte, participamos en la revisión de nuestra historia como nación y buscamos en ella lecciones, errores y aciertos; la reinterpretamos para identificar aquello que pudiéramos definir como nuestro perfil nacional. Por otra, entendemos al tiempo como futuro, es decir como el espacio de lo posible; enfrentamos el reto de prever sus grandes líneas y de establecer la manera en que nuestras acciones, como individuos, como organizaciones sociales y como nación, le imprimen una dirección y un sentido precisos.

He traído a colación esta definición de mi manera de entender los compromisos Institucionales de la Universidad Autónoma Metropolitana en nuestros días, porque creo que hemos logrado introducirnos en el sendero del futuro y que esta Casa de Estudios tiene la fortaleza para mantenerse en ese camino. Ello implica, retomando la cuestión de nuestro compromiso social, cumplir con nuestra obligación de ser cada vez mejores.

En este aspecto no podemos desligarnos de nuestro destino como nación. Si México ha de tener algún lugar dentro del nuevo orden internacional, y si ese espacio habrá de tener rasgos sobresalientes, debemos prepararnos para colaborar con ello y no esperar, pasivamente, a que ese tiempo arribe y quizás, entonces, no podamos alcanzarlo.

Se trata, simplemente, de tomar conciencia de que debemos y podemos ser mejores cada día. De no dejarnos vencer por la abulia y la rutina, y de iniciar nuestro trabajo cotidiano con ánimos renovados. Como maestros debemos ser capaces de transmitir a nuestros alumnos el amor y el entusiasmo por el conocimiento junto con el esquema de valores morales de honestidad, justicia, y equidad que reclama nuestra sociedad. No podemos olvidar que el proceso de enseñanza-aprendizaje es el eje alrededor del cual se organizan las demás tareas de la Universidad.

Nuestra viabilidad como institución justificada socialmente, dependerá, en todo momento, de la formación de nuestros alumnos. Ellos son nuestras mejores cartas de presentación. Por ello, a la vez que buscamos mejorar la infraestructura a su disposición, debemos elevar la calidad de la enseñanza que esperan y que no es otra que aquella que les permita ingresar ventajosamente en un mundo cada vez más competitivo, pero, también más rico en posibilidades de desarrollo personal y colectivo.

Hacer de nuestros egresados mejores hombres y mujeres en todos los sentidos, esa es nuestra meta. Por eso habremos de fortalecer, ahora, la parte docente de nuestro trabajo sin olvidar ni la investigación ni la difusión, sino reconociendo su vínculo cualitativo con aquella. Los invito, finalmente, a continuar la búsqueda de caminos que nos permitan colocar a la Universidad Autónoma Metropolitana en la dirección del mejoramiento constante en beneficio de nuestra propia comunidad y de la sociedad a la que sirve.

Muchas Gracias.

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