<Página anterior - Indice - Página siguiente>
II. LOS COMPROMISOS
Durante los últimos años los trabajos de la Rectoría General se han dirigido a consolidar las bases estructurales en que se sustenta el desarrollo de la Universidad.
El problema fundamental que enfrenta el futuro de la Universidad sigue siendo el de la permanencia de nuestros profesores y la promoción de la carrera académica. El centro de la cuestión se ubica en la estructura salarial, que no retribuye adecuadamente las labores del trabajo académico. Continua siendo una meta por alcanzar lograr un salario que garantice el desarrollo de un modo de vida digno para los profesores. Requerimos de un modelo de retribución que premie el valor de la carrera académica, en su trayectoria y en sus frutos.
A pesar de todo, el año de 1991 resultó significativo en tanto que se realizaron diferentes modificaciones a nuestra estructura normativa y se aprobaron reformas y nuevos reglamentos que, en su conjunto, buscan consolidar un verdadero sistema que promueva la permanencia y dedicación de nuestros profesores de carrera y estimular el trabajo académico de calidad.
Así, a las anteriores reformas al Reglamento de Ingreso, Promoción y Permanencia del Personal Académico, del año de 1990 relativas al otorgamiento de las becas de apoyo a la permanencia del personal académico, se sumaron diferentes modificaciones a lo largo de 1991, que podríamos agrupar en a) aquellas que buscan premiar el trabajo extraordinario, b) las que persiguen asegurar mejores procedimientos de dictaminación, y c) las que desean estimular determinadas formas de excelencia del trabajo académico.
Entre las primeras destacan el nombramiento de Profesor Distinguido, la creación de las Cátedras Universitarias, el Premio a la Docencia, la anualización del Premio a la Investigación y el Premio a las Areas de Investigación.
Asimismo, mejoró el procedimiento que regula las becas de apoyo a la permanencia del personal académico quedando establecido que su vigencia será de dos años en lugar de uno, y que en su dictaminación se tendrá en cuenta un mejor equilibrio entre investigación y docencia buscando, en todo momento, apegarnos a nuestro modelo de unidad entre ambos factores del proceso de enseñanza aprendizaje y de la creación de conocimientos.
En segundo lugar, el Reglamento de Ingreso, Promoción y Permanencia del Personal Académico se modificó para reforzar el desempeño de las comisiones dictaminadoras, asegurarse de la calidad de sus miembros y regular sus actividades, perfeccionar los procedimientos de ingreso y promoción del personal académico, y hacer accesibles y de mayor transparencia los recursos de inconformidad y de impugnación. Asimismo, junto con el RIPPPA fue modificado el Tabulador para el Ingreso y Promoción del Personal Académico, para lograr un mejor equilibrio entre las tareas de investigación y las demás actividades académicas, en especial la docencia. Entre estas modificaciones se encuentran las que revisan las condiciones para la ratificación de los miembros de las dictaminadoras y que se dirigen a fortalecer su perfil académico.
Finalmente, entre los reglamentos que el Colegio Académico aprobó durante el año, destacó el de "programas de investigación" que busca inducir la colaboración de investigadores de al menos dos unidades, procurando una mayor comunicación entre los diversos grupos disciplinarios para dar solución a problemas generalizados de carácter humanístico, artístico o científico de alto grado de complejidad.
Desgraciadamente, la precariedad de la estructura salarial tiende a desvirtuar el propósito de estos estímulos y, en algunos casos, ha dado lugar a la simulación y a lo que se ha llamado el "puntismo". Sólo si se resuelven los otros problemas, estos estímulos adquirirán su dimensión legítima.
En los próximos años será necesario revisar periódicamente la política de estímulos, evaluar si ha cumplido con sus objetivos originales y aclararlos, reforzarlos y, en su caso, perfeccionar o modificar los procedimientos. Si bien se ha fortalecido la permanencia, en algunos casos se ha fomentado, también, un productivismo poco eficaz para elevar la calidad del trabajo académico. En este sentido es necesario reconocer que la Institución habrá de remover los obstáculos a la calidad del trabajo académico.
Las otras medidas establecidas en el paquete de apoyos para promover la permanencia del personal académico han empezado a mostrar sus frutos. Se realizaron los concursos para la elaboración de libros de docencia, se entregaron premios a nuestros académicos y se están organizando cátedras universitarias. Es muy satisfactorio observar los progresos en esta materia.
El futuro de la Universidad requiere de una planeación efectiva para fortalecer la autonomía universitaria. En el año que cubre este informe se dieron los primeros pasos para dar cumplimiento al Reglamento de Planeación aprobado hacia finales de 1990. Está en proceso un importante proyecto de autoestudio que nos permitirá conocer mejor nuestras posibilidades y nuestras limitaciones, y que habrá de permitir fijarnos metas de desarrollo institucional de corto y mediano plazo, así como establecer los medios necesarios para alcanzar los propósitos académicos de la comunidad universitaria.
En materia de planeación a corto plazo, la comunidad universitaria ha participado en un importante esfuerzo por establecer sus prioridades y objetivos en la organización del presupuesto de 1992. Este primer ejercicio, que debe ser perfeccionado, nos permitirá enfocar los recursos de la Institución de acuerdo con los objetivos académicos definidos en cada Departamento y División. Gradualmente, los profesores y los órganos personales y colegiados habrán de acostumbrarse a un sistema de elaboración del presupuesto que les pide claridad en cuanto a las metas a alcanzar en sus áreas, una programación en el tiempo y la priorización de actividades. En todo momento, el presupuesto debe elaborarse de abajo hacia arriba con criterios académicos sólidos para que la planeación y la asignación presupuestaria correspondiente sean viables.
De esta manera, el autoestudio, en tanto que conocimiento de nosotros mismos; la planeación que nos lleva a trabajar pensando en metas viables a corto, mediano y largo plazo; y la evaluación, que nos permite conocer si nos aproximamos, nos alejamos o rebasamos, nuestros propósitos originales, permitirán a la Universidad afianzar un proceso de mejoramiento continuo en beneficio de ella misma y de la sociedad a la que sirve.
Una de las políticas que ha orientado a este rectorado desde sus comienzos ha sido la de consolidar una administración universitaria verdaderamente eficiente que preste servicios valiosos a la academia. Se ha iniciado una profunda reorganización administrativa y durante el año que reseñamos se trabajó en sentar las bases de un nuevo sistema que habrá de iniciar en 1992 y que deriva de las recomendaciones de la Comisión que estudio la situación de la administración en la UAM y su grado de desconcentración.
Como se recordará, la Comisión mencionada sugirió en su Informe final una serie de medidas cuyo propósito era poner la administración al servicio de la academia. Se buscaba, ante todo, una reestructuración administrativa para impulsar el trabajo académico en todos los órdenes e impulsar un cambio de actitud de los miembros de nuestra comunidad mediante su identificación con los propósitos de la Universidad.
Para ello, era imprescindible contar con algunos adelantos tecnológicos que permitieran agilizar la comunicación al interior y con el exterior de la Universidad. Durante 1991 se trabajó, con discreción, pero constantemente, en la implantación de un sistema integral de comunicación que pronto habremos de poner en marcha y que nos permitirá, en una primera etapa, integrar nuestra comunidad alrededor de un sistema de comunicación de voz y datos al que estarán asociados los principales bancos de información de la Universidad y a los que podrán tener acceso tanto profesores como funcionarios académicos y administrativos, de acuerdo con la naturaleza del trabajo que desempeñen.
Nos hemos fijado como meta para un segundo momento, el que cada profesor tenga una extensión en su cubículo, que pueda ser utilizada, indistintamente, para comunicar voz y datos.
Se dieron pasos importantes en materia de desconcentración y se están proyectando cambios fundamentales en el trabajo administrativo. Las unidades efectúan ya, directamente, los trámites relativos a la adquisición de los equipos e insumos que requiere el trabajo académico y los relacionados con prestaciones. Asimismo, se ha otorgado a los Rectores de Unidad el poder para concertar convenios de colaboración interinstitucionales, patrocinados o no. Estas medidas obedecen a nuestra intención de poner a la administración en contacto directo con las necesidades académicas para servirle de mejor manera. Ciertamente es en las Unidades, no en la Rectoría General, donde se tiene un conocimiento más inmediato de las mismas.
La desconcentración también ha significado proyectos para agilizar trámites académicos de envergadura como la aprobación de los planes de estudio de las diferentes carreras. Durante 1991 una comisión del Colegio Académico trabajó en la elaboración de la propuesta que ahora permite que las modificaciones a los planes de estudio existentes puedan aprobarse en los propios Consejos Divisionales y ponerse en práctica, sin necesidad de pasar por trámites engorrosos y lentos en los niveles superiores de la organización colegiada. De esta manera estamos proporcionando a la Institución mecanismos más flexibles para responder a las necesidades de la sociedad en materia de la formación y conocimientos que espera de nuestros egresados. Igualmente, se ha ubicado la responsabilidad inmediata de estos asuntos en los lugares donde se generan y en ámbitos afines al tipo de actividades que suponen como son los Consejos Divisionales.
Por otra parte, se han puesto en funcionamiento nuevos modelos y formas de trabajo en diferentes ámbitos del trabajo administrativo como, por ejemplo, la creación de brigadas de limpieza en las unidades, con resultados altamente positivos. Paulatinamente nos aproximamos a una reorganización del trabajo que con los mismos recursos pueda producir mejores resultados, a partir del convencimiento del carácter activo del trabajador y de involucrarlo en el diseño de las tareas que realiza. De esta manera se consigue un mejor desarrollo de la persona y una mayor identificación con las metas y principios de la Universidad. Somos conscientes de que ni la puesta en práctica de estas medidas ni sus frutos, son de corto plazo, pero continuaremos la búsqueda de soluciones idóneas que permitan que estos espacios se conviertan en un sustento firme del desarrollo institucional.
La administración debe seguir mejorando y en los próximos meses habremos de poner énfasis en aquellas Areas donde esté en contacto cotidiano con la comunidad universitaria. Debemos hacer de éstos, los servicios más eficientes que presta la Universidad.
En los cambios a la administración hemos buscado la más amplia concertación con los trabajadores de la Universidad. Estamos convencidos de que en esta etapa el Sindicato de la Institución tiene un papel relevante que cumplir.
Hemos sido y seguiremos siendo, escrupulosamente respetuosos del Sindicato. En esta actitud hemos encontrado reciprocidad que esperamos sea la base para continuar avanzando. Buscaremos siempre el diálogo y la concertación como el camino para promover unas relaciones laborales sanas. En breve propondré mecanismos adecuados para organizar estos procesos.